Liz Ferrer Rivera
Tacna
La peruana Tamara Mercedes Mauricio laboraba como nana en Santiago de Chile cuando se decretó el estado de emergencia por la COVID-19 en Perú. Su empleador redujo su sueldo a la mitad durante los primeros meses, sin embargo terminó por despedirla cuando su negocio quebró por la cuarentena.
Tamara, madre de una menor de 15 años, trató de vivir de sus ahorros. No pudo pagar el alquiler de su habitación y buscó un albergue, pero estos recintos estaban llenos. Con suerte logró recibir apoyo de una mujer que le brinda un espacio en un campamento donde hoy vive.
Mercedes relató que otros peruanos han corrido peor suerte. Viven hacinados o duermen a las afueras del Consulado del Perú en Santiago, en carpas, soportando el intenso frío.”El consulado no responde nuestros mensajes. Tampoco podemos salir a buscar trabajo.”, relató la afligida madre.
Vides Panduro García (24) es otro peruano varado en Chile. Él está en la región de Antogafasta, en una ciudad minera. Su meta era trabajar y enviar dinero a su familia pero llegó la crisis de la pandemia lo cambió todo. Extraña a su pequeña hija y sobrevive gracias a la ayuda de buenas personas. “Nisiquiera puedo moverme de aquí e ir al consulado.”, refirió Panduro.
El joven Anthony Mamani también está varado en Santiago. Él fue de vacaciones y tras el cierre de fronteras no pudo retornar a su natal Puno. “No tenemos alimentos para consumir. Yo sobrevivo gracias a amigos. Necesitamos volver con nuestras familias”, comentó.