El trastorno de espectro autista (TEA) es un desorden del neurodesarrollo que genera dificultades en la comunicación e interacción social, además de acrecentar el interés por ciertos temas o actividades rutinarias. En el Perú, 15.625 personas padecen esta condición, siendo el 90.6 % menores de 11 años.
En un contexto de emergencia sanitaria como el que atravesamos, es este uno de los grupos que más dificultades tiene en sus dinámicas de convivencia. Es por ello que Marina García, presidenta de la Asociación de padres y amigos de personas con autismo, brinda una serie de recomendaciones para que los niños y niñas con TEA puedan sobrellevar la cuarentena de la mejor manera posible.
Dosificar la cantidad y calidad de información que se recibe en casa. Es importante conversar con los niños y niñas con TEA y brindarles información adecuada a su edad utilizando un lenguaje sencillo que les permita comprender la situación. De esta manera, podrán aplicar las medidas de higiene y prevención en la rutina diaria. Para esto, es ideal que se usen materiales de apoyo como cuentos o dibujos que expliquen de una forma sencilla la propagación del virus y la importancia de lavarse las manos y no salir de casa.
Mantener una rutina. Cuidar los horarios de sueño, alimentación, actividades educativas, de ejercicio y juego. Es importante conservar los hábitos que los niños y niñas con TEA tenían antes del confinamiento, puesto que los horarios definidos les aportan seguridad, claridad y anticipación de los sucesos. Asimismo, estas rutinas ayudan a reducir la ansiedad y el estrés que puede provocar exponerse a cambios bruscos en sus actividades.
Realizar juntos las tareas del hogar. Introducir dentro de la rutina diaria la realización de actividades del hogar que requieran concentración mental. Al participar en la realización de tareas domésticas, los niños y niñas con TEA tendrán la sensación de logro que los alentará a repetir estas labores por iniciativa propia.
Las niñas y niños reaccionarán al estrés según cómo respondan sus padres o cuidadores. La forma en la que los cuidadores manejan los niveles de estrés provocados por el confinamiento impacta directamente sobre los menores con autismo. Por ello, es importante que los adultos mantengan y transmitan la mayor tranquilidad posible, aprendiendo a canalizar sus emociones.