Liubomir Fernández
Tiempo es lo que les sobra a los 835 internos del penal de Yanamayo. Por eso, ingresaron al programa Cero Ocio. Se trata de una reciente política penitenciaria implementada en Puno. Los reclusos escogen voluntariamente uno de los catorce talleres de trabajo. El propósito es tener una vida útil durante su encierro, que les permita tener una mejor reinserción en la sociedad, cuando recuperen su libertad.
La República ingresó a dicho centro penitenciario construido en el gobierno de Alberto Fujimori. Se erigió exclusivamente para presos por terrorismo. En la actualidad, es un centro de régimen abierto ordinario.
En medio de enormes muros cubiertos por mallas con púas y pasadizos enrejados, yacen los talleres repletos de internos. Los ambientes se abarrotan luego del desayuno. Cada área tiene un ambiente especial.
Los presidiarios, entre sentenciados e investigados con prisión preventiva, trabajan durante casi todo el día en bordado a mano, carpintería, carpintería metálica, cocina, confección, joyería, manualidades, tallado en madera, economato, tejido a máquina, trabajo en cuero, sastrería, entre otros.
Los internos con más años formaron empresas y, cada vez que logran contratos, emplean a sus compañeros de celda. El director de la Oficina Regional Altiplano Puno, Juan Herrera Chávez, informó que esta nueva política está dando buenos resultados. Precisó que varias instituciones privadas y públicas hacen contratos por diversos servicios. El director del penal, Víctor Ticona, por su parte, aseguró que varios reos encontraron un nuevo sentido a su vida. La población penal tiene un bazar en el exterior del penal con todos los trabajos para el público.