Tatiana Carolina Rivera Aular era una venezolana de 40 años que llegó al país con su menor hijo por un futuro mejor; sin embargo, su expareja la asesinó.
Todo ocurrió en el distrito de La Esperanza, en La Libertad.
Tras ingresar al Perú, José Leonardo Esparragoza Ramos, de la misma nacionalidad, la degolló en el último día del 2019.
De esta manera, Tati, como la llamaban de cariño, se convirtió en la víctima 167 de feminicidios en el 2019, año con la más alta cifra de la última década.
Ella había llegado hace seis meses a La Esperanza para trabajar como peinadora. De acuerdo a su cédula 14.861.572, es natural de San Francisco de Asís, Zamora, estado de Aragua.
Su expareja no habría aceptado el fin de la relación y viajó desde su país para buscarla.
Hace dos semanas la ubicó en el norte del país y desde entonces empezó a acosarla. Quería que volviera a su lado, pero ella se negaba. Temía por su vida.
El martes, él esperó que saliera de su trabajo. Cuando la vio caminando sola, la interceptó con un cuchillo. Ella luchó por su vida, pero un corte a la altura de la yugular fue mortal.
El feminicida intentó escapar tras cometer el crimen, pero fue interceptado por una turba de indignados vecinos que intentaron lincharlo. A José Esparragoza no le importó ni siquiera el hijo de 4 años que tenía con ella.
El 74% de mujeres que fueron víctimas de feminicidio y tentativa de feminicidio en el 2019 tenían al menos un hijo, de acuerdo a las cifras registradas por el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP).
Almeida Dávila Tapia (29), Yeraldy Lisset Villanueva Crespín (18), Diana Aracely Reyes Chacón (31), Sandra Yumiko Flores Esquivel (28) y Martina Cruz Haro (41) son algunas de las 12 mujeres que en el 2019 fueron asesinadas en La Libertad.
La lista de víctimas en el país es larga. Jóvenes, adultas, madres, solteras, trabajadoras, desocupadas, pobres, no pobres. Del centro, del norte, del sur. Con más o menos educación. Nada tienen en común salvo ser mujeres. Por eso fueron asesinadas.
El psiquiatra Carlos Bromley sostiene que la educación en el hogar y en el colegio en relación con la igualdad entre hombres y mujeres es central en el proceso de lucha contra los feminicidios; así como una justicia rápida sin impunidad.
“El empoderamiento de las mujeres en los diversos escenarios de la vida está ocasionando frustraciones en los hombres que no terminan de aceptar que las mujeres pueden tener igual o más poder que ellos y dejar de ser lo sumisas que eran cuando no lo tenían”, dijo.
La mayoría de feminicidios se dieron por estrangulamiento (29%), acuchillamiento (23%), golpes (11%), disparos con arma de fuego (15%), envenenamiento (4%) y quemaduras (3%).
Si es víctima, puede llamar a la Línea 100.