Hay 28 partidos políticos inscritos para lanzar sus candidatos a la Presidencia del país y otros altos cargos, y otras 19 organizaciones están en proceso para entrar al Registro de Organizaciones Políticas (ROP), a cargo del Jurado Nacional de Elecciones (JNE). Asimismo, hay más de 200 grupos que han dado el paso inicial reservando su nombre.
En la lista de organizaciones ya habilitadas, las más antiguas son el Partido Aprista Peruano, Acción Popular y el Partido Popular Cristiano (PPC). El APRA y los pepecistas habían perdido la inscripción el 2021: el primero por no haber participado en las elecciones de ese año, y el segundo por no superar la valla electoral.
El APRA no tiene un liderazgo predominante como lo tuvo Alan García. Su última candidata presidencial, Nidia Vílchez, fue retirada de contienda del 2021 por la dirigencia de entonces. Jorge del Castillo, exlegislador y ex primer ministro de García, recobró protagonismo como abogado de la exfiscal de la Nación Patricia Benavides.
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En banca. Martín Vizcarra llegó al mando desde la Vicepresidencia. Foto. Sepress
Acción Popular mantuvo su inscripción, pero padece enfrentamientos internos y cuestionamientos a su bancada. De sus últimos candidatos presidenciales, Alfredo Barnechea sigue afiliado; además, Raúl Diez Canseco, exvicepresidente del gobierno de Alejandro Toledo y acciopopulista desde tiempos de Fernando Belaunde, su tío, gana influencia: en abril lo reconocieron por regresar al Comité Político.
El PPC tiene al empresario Carlos Neuhaus, exorganizador de los Juegos Panamericanos, como presidente. Lourdes Flores, excandidata presidencial y excongresista, es representante legal y personera. Ya se enfrentan el ala de Miguel Ángel Mufarech, vicepresidente, y el de Neuhaus y Javier Bedoya Denegri, secretario general y nieto del fundador, Luis Bedoya Reyes.
El Frepap (Frente Popular Agrícola del Perú) también recuperó su inscripción. Su presidente, Ezequiel Jonás Ataucusi, misterioso hijo del líder fundador, es el líder mayor oficialmente.
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Somos Perú subsiste bajo el mando de Patricia Li. Su último candidato presidencial, Daniel Salaverry, dejó el partido, y su exrival George Forsyth volvió para tentar la Alcaldía de Lima, pero perdió y sigue afiliado, aunque con perfil bajo.
Avanza País está en busca de líderes que le permitan sobrevivir tras las salidas de Hernando de Soto, su excandidato presidencial, y el empresario Carlos Añaños, voceado para el 2026.
Alianza para el Progreso (APP) es informal aliado del Gobierno de Dina Boluarte y tiene a su líder, César Acuña, como gobernador de La Libertad. Ha voceado a su hijo, el excongresista Richard Acuña, para que tiente la Presidencia.
Lotería. Pedro Castillo y Keiko Fujimori pasaron a segunda vuelta con bajo respaldo. Foto: AFP
Perú Libre tiene a su cabeza, Vladimir Cerrón, prófugo de la justicia y una bancada bastante reducida. El partido pasó de oficialista al ganar el 2021 a componer el fujicerronismo.
Fuerza Popular apura un plan para librar a su jefa, Keiko Fujimori, de mayores complicaciones judiciales ad portas de iniciarse su juicio. La excarcelación del exdictador Alberto Fujimori es un nuevo factor en el camino al 2026.
El Partido Morado busca crecer con la presidencia de Luis Durán, tras quedar muy disminuido. La experiencia de gobierno de Francisco Sagasti y la incorporación de Mesías Guevara, exgobernador de Cajamarca, excongresista y exlíder acciopopulista, son algunos activos.
Juntos por el Perú quedó con el liderazgo de Roberto Sánchez, quien carga el desgaste de su paso por el gobierno de Castillo y el Congreso.
Renovación Popular, de Rafael López Aliaga, no renuncia al sueño de llevarlo a Palacio, pese a su compromiso como alcalde de Lima. Ha perdido congresistas por discrepancias.
Perú Primero, de Martín Vizcarra, tiene un horizonte dificultoso por tener a su líder inhabilitado y empezar a escalar sus casos en la Fiscalía.
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Podemos Perú, del congresista José Luna, aprovecha la vitrina que le da el Congreso, pero afronta también graves casos judiciales.
Libertad Popular, del ex primer ministro Pedro Cateriano, apunta a las causas liberales. Afilió a su amigo, el nobel Mario Vargas Llosa.
Frente Esperanza trae de vuelta a Fernando Olivera, excongresista y exministro de Toledo.
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La Alianza Nacional de Trabajadores, Agricultores, Universitarios, Reservistas y Obreros, para algunos, carga una nueva amenaza: Antauro Humala, aunque ahora tiene muy poco apoyo.
Otras organizaciones inscritas son el Partido Patriótico del Perú (PPP), de Héctor Caller; Fe en el Perú, de Álvaro Paz de la Barra, exalcalde del distrito limeño de La Molina; Partido Demócrata Unido Perú, de Charlie Carrasco; Partido Demócrata Verde, de Álex Gonzales, exalcalde de San Juan de Lurigancho; Perú Acción, de Francisco Diez Canseco; PRIN (Partido Regionalista), de Walter Chirinos; Salvemos al Perú, de Julio Gamboa; el Partido de los Trabajadores, de Napoleón Becerra; Sicreo, del experiodista Carlos Espá; y Perú Moderno, de Wilson Aragón.
En proceso de inscripción está Ahora Nación, partido de centroizquierda que sigue al economista Alfonso López Chau, rector de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), como su posible líder presidencial, aunque no milita.
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También en ese camino está Nuevo Perú, agrupación de izquierda que no lograr aún su inscripción pese al largo intento. Tiene a Verónika Mendoza, excongresista, como opción.
Además, están Batalla Perú, de Zósimo Cárdenas, gobernador de Junín; Centro Unidos, con Gerwer Campero y Carolina Lizárraga; Ciudadanos por el Perú, de Nicanor Boluarte; Obras, de Ricardo Belmont; Partido del Buen Gobierno, del exministro Jorge Nieto; Partido Democrático Federal, de Virgilio Acuña; País Para Todos, de Vladimir Meza, exalcalde de Huaraz; Fuerza Moderna, de la exministra Fiorella Mollinell; Voces del Pueblo, del congresista Guillermo Bermejo; Unidad y Paz, del congresista Roberto Chiabra; Primero La Gente, que tiene a la congresista Susel Paredes, entre otros.
El politólogo Mauricio Zavaleta, autor de estudios sobre nuestra falencia de partidos políticos, recuerda que se bajaron requisitos para inscribir partidos y no se aprobaron las primarias abiertas, que generaban una barrera. “Entonces, hay esta inflación de partidos. Pero la causa de fondo es que no hay vínculos entre partidos y electores. El mercado electoral está abierto para el ingreso de quienes quieren probar suerte, como una lotería electoral, y las elecciones se vuelven concurso de popularidad”, dice.
“Eso no sucede en otro país donde hay partidos establecidos y electores que recurrentemente votan por uno. Cuando esos vínculos no existen, es momento de fragmentación, oportunismo, candidatos buscando suerte, como con Pedro Castillo. Los políticos saben que con poco se llega a la segunda vuelta”, añade.
“Ante esto, la respuesta estándar es cerrar el mercado cambiando la legislación, pero eso hace mantener el privilegio de los partidos que ya tienen representación. Sin embargo, el escenario abierto también permite que gente seria entre a la política. Depende de la sociedad establecer alternativas viables y serias de oferta política. Hemos visto en qué se han vuelto los partidos, no hay mucho que esperar. Esperaría mucho más de la sociedad”, señala.
El historiador Michael Mendieta, profesor de la Universidad Mayor de San Marcos, indica que existen partidos coyunturales, que no se proyectan en un mediano o largo plazo. “Eso hace que los movimientos sean más personalistas. Esto pasa porque cuando teníamos un sistema de partidos, estos no cumplieron las expectativas de la población. Entonces, surgen los outsiders y los independientes. Hemos pasado de un sistema de partidos a uno de outsiders”, comenta.
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“Vemos un panorama complicado, donde política es una forma de tener una cuota de poder no en un proyecto nacional, sino por intereses personales. Ahora vemos un sistema mafioso en el que los grupos que aparecen quieren beneficiar a lobbies o sectores determinados; por ejemplo, Antauro y la minería ilegal. Entonces, ya se ha convertido en un negocio”, agrega.
La politóloga Gabriela Vega Franco, directora de Recambio, proyecto para renovar la política, acota que la relación ciudadanía-partidos es débil y puede ser desafiada por nuevos liderazgos sin mayores costos ni oportunidades de éxito electoral tan altas o bajas como las de cualquiera de los que ya existían. “La mayoría de partidos y líderes tiene intereses de corto plazo y no incentivos para comprometerse a largo plazo con su militancia y con la ciudadanía que vota por ellos. A la vez, sucede porque la ciudadanía tampoco quiere asumir los costos de comprometerse a mediano y largo plazo con un proyecto político y la construcción de una organización colectiva. Necesitamos tanto partidos estables como participación ciudadana sostenida”, refiere.
“El problema no es el número, sino la calidad: capacidad de articular, representar y responder a demandas de forma sostenida. Los jóvenes ven con preocupación la precariedad del sistema y el riesgo de que nuestra democracia llegue a un punto de no retorno. Buscan seguirse formando para no ser una pieza más, sino un punto de quiebre que rompa patrones”, afirma.
Análisis. Fernado Tuesta, expresidente de Comisión de Reforma Política, exjefe de ONPE
El número de partidos puede verse de dos maneras. Una: el amplio fraccionamiento de quienes pretenden la representación política que, por otro lado, también es una forma de ampliación de la oferta, pues si lo que tenemos es una representación política desaprobada, mucha gente aspira a una suerte de rotación de la oferta electoral.
Una de las pocas normas que se aprobaron de la reforma política fue la relativa a la inscripción y pérdida de inscripción de los partidos políticos, centrándose en sus miembros y militantes. La Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política propuso el 0,02%, que era más o menos 12.000 miembros, pero en el Congreso lo duplicaron. Y los partidos inscritos no tienen 25.000 miembros, tampoco los que están en el Congreso. En realidad, los núcleos partidarios están en los comités provinciales y el resto lo están consiguiendo en la calle. Y allí viene el segundo tema.
Si eso es así; entonces, la relación que se establece entre un miembro del partido y la organización política es débil: por diferentes razones firmó esa ficha de miembro, pero en la práctica no lo es.
Nosotros veíamos este proceso como una suerte de carrera con obstáculos, y ese era el primero. El segundo obstáculo era que pasen por elecciones primarias, que le exigían 1,5% de los votos de todos los partidos en esas primarias. Y luego venía el tercer obstáculo: la valla electoral. De tal manera que los partidos que llegan tenían por lo menos arraigo electoral. Esto no se va a cumplir porque el Congreso eliminó las PASO.
El escenario de abril del 2026 no será mejor que el del 2021, pues este Congreso no ha hecho sino retroceder y, en muchos casos, empeorar las cosas viendo qué les conviene en el corto plazo.
Mauricio Zavaleta, politólogo (U. of Pittsburgh)
“Cuando los vínculos partidos-sociedad no existen, el escenario está abierto y es momento de fragmentación, oportunismo, candidatos buscando la suerte y convertirse un poco en lo que fue Pedro Castillo”.
Michael Mendieta, historiador (UNMSM)
“Hemos pasado de un sistema de partidos a uno de outsiders e independientes. Y ahora a un sistema mafioso donde los grupos van apareciendo con gente que quiere beneficiar a lobbies o a sectores determinados”.
Gabriela Vega Franco, politóloga (Recambio)
“Necesitamos partidos estables tanto como participación ciudadana sostenida. Los jóvenes ven con preocupación la precariedad del sistema y que nuestra democracia llegue a un punto de no retorno”.
Infografía - La República
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