La Sociedad Nacional de Industrias (SNI) le entregó a la presidenta Dina Boluarte y a otros poderes del Estado el libro Perú Regiones al 2031, con medidas para el desarrollo social y económico. El presidente del gremio, Jesús Salazar, responde sobre los recientes sucesos de violencia. Hay que cerrar la brecha con Lima, señala.
—Participó en la reunión de la Comisión Nacional Anticorrupción en Palacio de Gobierno. ¿Qué impresión se llevó?
—Estuvimos presentes muchos de los titulares de las instituciones que conforman esta comisión de alto nivel y lo que vi fue una gran voluntad de querer hacer algo contra la corrupción. Lo escuché del Poder Judicial, del Legislativo, del Ejecutivo y de la sociedad civil. En la agenda aprobada hay varios compromisos. En líneas generales quedo satisfecho y espero que, en efecto, el Ejecutivo haga lo que tiene que hacer porque lo que se ha visto en el último año y medio ha sido terrible.
—Aunque no solo en el último año y medio, ¿cierto?
—Ah claro. Y eso lo dije en mi intervención, que lo visto en los últimos meses no es más que la cerecita del pastel. Este es un tema que venimos arrastrando por décadas. Y casi como que lo hemos normalizado. No es posible que asumamos que la corrupción está presente en todo acto público y hasta privado.
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—Eso es interesante, porque la corrupción privada ha estado presente en los últimos años de la mano del sector público, por cierto. Ahí está el caso Odebrecht.
—Para que alguien del sector público caiga en corrupción sin duda ha habido alguien del privado que lo alimenta. La corrupción no tiene sector, no es solamente pública o privada. Ni tiene ideología, porque ya hemos visto que tanto gobernantes de derecha como de izquierda se han alineado con ella. Desgraciadamente, la corrupción se encuentra presente en todos los niveles.
—Es poco tiempo el transcurrido; sin embargo, ¿qué opinión tiene de estas primeras semanas de la presidenta Dina Boluarte?
—Puedo decir algo muy general porque todavía es pronto, pero existen algunas señales. Nos hemos reunido con ella y hemos recibido el compromiso de que al Estado regresarán los técnicos que se fueron. Hay otras cosas positivas. Por ejemplo, está bien que el Ejecutivo hable con los diferentes poderes del Estado. Ya no está encerrado en sí mismo. En líneas muy generales, diría que se abre un nuevo capítulo.
—¿Y no le preocupa la represión? Cuando hablan los representantes de los gremios empresariales, el análisis que hacen suele estar basado en lo que usted me dice: la tecnocracia, la economía...
—Entendiendo que eso es solo un medio, no un fin. ¿Qué le quiero decir? Nosotros como SNI condenamos la violencia, que tampoco tiene sector porque es generalizada. Lo que se ha vivido en estos últimos días no tiene nombre. Basta un solo fallecido para sentirnos muy mal y saber que algo malo está pasando. Debemos hacer lo imposible por fomentar el diálogo, no se debe permitir más violencia de ninguna de las partes.
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—¿Hablar de “ninguna de las partes” no equipara la situación? Es verdad que ha habido vandalismo, pero todos los muertos son civiles.
—Entiendo su razonamiento y lo comparto en gran medida, pero no deberíamos preocuparnos tanto en clasificar la violencia, sino en condenarla en todos los sentidos. Esto no se resolverá si no nos sentamos a conversar. No es el momento de agudizar contradicciones. Espero que esto sea posible en la sesión del Acuerdo Nacional.
—Que será el 10 de enero.
—Yo prefiero tender puentes para hallar puntos de consenso. No fomentemos más el enfrentamiento. Eso nos ha llevado a este desastre. Se está hablando de una nueva ola de violencia, de que las regiones, que con justo derecho están reclamando situaciones de grandes brechas sociales... pero, ojo, estas también son heredadas de años atrás. En la SNI hemos planteado una guía de desarrollo e inversión productiva. Entendemos que esa gran brecha abierta hay que cerrarla. Por ahí va el tema creo yo, de construir un nuevo país, con un nuevo rostro, donde esas brechas entre Lima y las regiones...
—¿Se acorten?
—Se acorten para no seguir hablando de que Lima representa el 60% de la producción nacional y regiones como Huancavelica o Apurímac no llegan al 0,1%. Y después nos preguntamos por qué hay violencia. Necesitamos trabajar con foco en las regiones y eso se lo hemos dicho a la presidenta. Requerimos una agenda de consenso para el desarrollo regional. El diálogo es la única salida para la crisis que todavía permanece.
—¿Cuál es la crítica que puede hacer el sector privado sobre lo que ocurre? ¿No ha sido un sector muy alejado, muy de espaldas a la realidad?
—Desde el primer momento que asumí la presidencia de la SNI hice un análisis de nuestro gremio y, a nivel general, de lo que significa ser empresario en el Perú. Yo empecé haciendo una autocrítica, diciendo que nosotros dejamos espacios abiertos en la sociedad, que no hemos sido sensibles a lo que pasaba al lado. La forma de hacer negocios en el mundo ha cambiado y si los empresarios peruanos no lo entendemos no vamos a generar valor para el país. Antes entendíamos que generar valor era buscar rentabilidad económica y punto. Sin embargo, hoy la mayoría de los empresarios que hacemos trabajo gremial decimos que generar valor implica el bien común, el bien compartido. Para una industria sostenible se necesita generar riqueza, desde luego, pero siendo socialmente inclusivos y ambientalmente responsables. Ya hay otro tipo de rentabilidad que deberíamos empezar a medir.