El gobierno de los EEUU está enfrascado en una situación grotesca que el laureado periodista Bob Woodward calificó de “golpe de Estado administrativo.",Ahora sabemos que en la Casa Blanca habita un gobierno en las sombras, dedicado a sabotear las iniciativas más irracionales de Donald Trump; a tomar decisiones que contrarresten los devaneos de su carácter inestable; a mantener una línea diplomática sensata, que ponga las alianzas de los Estados Unidos con las democracias de occidente por delante de la debilidad que su Presidente exhibe por los autócratas; incluso a incurrir en prácticas tan ridículas como esconderle los documentos y manipularle la agenda. Lo sabemos gracias a la publicación de un artículo de opinión anónimo en el diario The New York Times. Su autor es un alto cargo del gobierno americano, que confiesa la existencia de una resistencia dentro de la administración de Trump, de la que forma parte. Además de esta revelación, su descripción del gobierno de los Estados Unidos confirma todo lo que se ha venido diciendo, pero no por repetida deja de causar estupor. Dice que el principal problema de Trump es que es un amoral —«Cualquiera que haya trabajado con él sabe que no está anclado a ningún principio discernible que guíe su toma de decisiones»— y que su estilo es «superficial, inefectivo, conflictivo e impulsivo». Describe sus reuniones como una montaña rusa, en la que Trump acostumbra irse por la tangente, se distrae en pequeñas broncas personales y se deja llevar por sus impulsos a la hora de tomar incluso las decisiones más delicadas. La nota se remata con una frase poco tranquilizadora: «Los americanos deben saber que hay adultos en la habitación». La publicación ha desatado una cacería de brujas. El estilo del texto es el rastro que siguen los investigadores para descubrir a su autor. La principal pista es una palabra antigua y poco empleada del inglés: «lodestar» («estrella polar que guía»). Al revisar los discursos del estado mayor de Trump, descubrieron que el vicepresidente Mike Pence era el único que la empleaba con frecuencia, lo que lo convirtió en el principal sospechoso. Pence se apresuró a asegurar que no había escrito el artículo, lo mismo han hecho otros veinte pesos pesados de la Casa Blanca. En estas cosas pierden el tiempo los hombres más poderosos del mundo. Las permanentes insensateces de Trump y el grave riesgo que implican para su país llevaron a este núcleo de resistencia a plantearse la posibilidad de pedir su incapacidad por motivos mentales, algo que descartaron para evitar una crisis constitucional. Pero al camino que han escogido no le faltan riesgos, pues supone que unas personas han decidido ponerse por encima de la voluntad popular para aislar a un Presidente elegido en comicios libres y rectificar sus actos. El gobierno de los Estados Unidos está enfrascado en una situación grotesca que el laureado periodista Bob Woodward calificó de «golpe de Estado administrativo». Lo hizo al iniciar la campaña de promoción de su nuevo libro, una minuciosa investigación sobre la Casa Blanca, a la que describe como un «manicomio». Su publicación para los próximos días promete confirmar una de las pocas constantes que muestra el gobierno de Donald Trump, que cada vez que parece haber llegado al fondo consigue superarse.