Extorsiones, secuestros y los asesinatos más sanguinarios de los últimos tiempos han sido perpetrados en países de América Latina bajo un patrón más que siniestro: el Tren de Aragua, temida estructura criminal nacida en una cárcel venezolana.
En casi diez años, el Tren de Aragua pasó de ser una pandilla carcelaria a instalarse en ocho países de la región.
El grupo criminal tiene como centro de operaciones la cárcel de la nación caribeña Tocorón, en Aragua, donde su líder, Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias 'Niño Guerrero', se encuentra preso.
El Tren de Aragua fue fundado en 2014 por tres delincuentes que convivieron en Tocorón entre 2007 y 2013.
Por esta fecha, señala BBC, se consolidó en Venezuela el "pranato", "una forma de gobernanza criminal en la que los presos ejercen control sobre un territorio (la prisión) y una comunidad (la población penal), con la anuencia o la complicidad del Estado".
En una conversación con el medio, la periodista e investigadora venezolana Ronna Rísquez, autora del libro "El Tren de Aragua. La banda que revolucionó el crimen organizado en América Latina", indicó que esta agrupación amplió sus fuentes de ingresos gracias a al menos 20 delitos identificados.
Al respecto, este grupo también ha estado relacionado con extorsión, secuestro, robo, estafa, minería ilegal del oro, contrabando de chatarra, homicidios, sicariato, narcotráfico, lavado de dinero, trata de personas, tráfico de migrantes y la venta de armas a otros conjuntos criminales de la región.
Al ser consultada, Rísquez sostiene que el éxodo venezolano, producto de la crisis política y económica, tomó un papel importante. “Fue un estímulo para que muchos emigraran, entre ellos las personas que pertenecían a grupos delictivos”, apuntó.
“Se fueron a los extremos del país, hacia la frontera entre el estado Bolívar y Brasil, entre Táchira y Colombia, a las costas con Aruba, Curazao y Bonaire y a la frontera con Trinidad y Tobago. Se dedicaron a actividades como narcotráfico, tráfico de migrantes, minería ilegal y contrabando de mercancías, inclusive gasolina”, agregó.
No obstante, la periodista recalca que no fue la migración la que ayudó a su expansión. “Es que ya había empezado a expandirse buscando rentas ilícitas, como otros grupos criminales de la región. (…) Lo que está ocurriendo es que el crimen organizado se está expandiendo por América Latina y está actuando en alianzas”, recalcó la investigadora, quien se hizo pasar por familiar de un recluso para entrar en Tocorón.
En una entrevista para Crónica Uno, Rísquez señaló que, al inicio de su expansión, buscaron los países a donde iban migrantes venezolanos, que son sus primeras víctimas o sus primeros reclutados.
“En esos países (Chile, Perú y Colombia), las autoridades no se percataron de lo que estaba ocurriendo y por eso la falta de cooperación internacional y de intercambio de información en materia delictiva, sobre todo, de Venezuela hacia los otros países. No había manera de que supieran quiénes estaban ingresando”, sostuvo.
Otro factor importante, de acuerdo con la investigadora, ha sido la aparición de la COVID-19. "Aprovecharon que el país (Chile) estaba ocupado en cómo conseguir comida o viendo en las calles cómo mataban a los muchachos que protestaban contra el Gobierno. En ese momento, crecieron y se expandieron", aseguró.
La banda actualmente está compuesta por al menos unos 5.000 hombres —entre ellos, más de 2.000 están en prisión—, localizados en 13 estados de Venezuela y nueve países de América Latina. Sus operaciones criminales generan un ingreso calculado en más de 15 millones de dólares, es decir, 3.000 veces más grande que el PIB per cápita de Venezuela en 2022.
Además, se conoce de la creación de nuevas bandas extorsionadoras, cuyo núcleo ha sido forjado en esta peligrosa organización criminal. La primera evidencia pública de una expansión extranjera del grupo criminal se registró en Perú en 2018; sin embargo, Rísquez afirma que puede que sus operaciones internacionales hayan comenzado antes.