
La Iglesia Católica ya tiene nuevo Papa: Robert Prevost. Fueron 133 cardenales los que votaron en el cónclave. Su cercanía con la línea de Francisco jugó un rol clave en la votación. El flamante pontífice cuenta con habilidades de mediación, que resultaron atractivos para los votantes en el cónclave en el marco de un mundo sacudido por tensiones políticos y amenazas de guerra. Prevost se convirtió en el pontífice número 267 y asumirá los mayores retos de la Iglesia: corrupción, abusos y justicia social.
Prevost ha seguido un perfil cercano a los principios de Francisco. Ocupó el cargo de prior general de los Agustinianos y fue nombrado obispo de Chiclayo, en el norte de Perú, en 2014 por el pontífice argentino. En 2023, Francisco reafirmó su confianza en él al integrarlo a la curia romana como responsable del Dicasterio para los Obispos. Esta función, una de las más relevantes en el Vaticano, lo coloca al frente del organismo encargado de elegir a los obispos en todo el mundo.
Robert Francis Prevost es un cardenal que une dos países en su historia: Estados Unidos y Perú. Nació en Chicago en 1955, su mamá tiene ascendencia española y su padre tiene origen francés. Tiene la ciudadanía estadounidense y, desde 2015, también la peruana, con su DNI vigente en el Perú. Esta mezcla cultural se refleja en su vida dentro de la Iglesia.
Llegó al Perú en 1985 como misionero agustino y trabajó en Chulucanas, Piura, y luego en Trujillo. Allí ayudó a formar seminaristas y fue vicario judicial. En 2014, el papa Francisco lo eligió como administrador de la diócesis de Chiclayo. Al año siguiente, se convirtió en obispo y estuvo en ese cargo hasta 2023.
Tras pasar varios años en Perú, en 2023 Francisco llamó a Prevost a Roma para nombrarlo cardenal y ponerlo al frente del Dicasterio para los Obispos, el organismo que se encarga de elegir a los obispos en todo el mundo. Desde esa posición, también fue testigo de los conflictos entre Francisco y sectores conservadores, como ocurrió con la salida del obispo Joseph Strickland. Además, lo eligió como presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, por su profundo conocimiento sobre la región y sus desafíos.
Prevost se convirtió en una figura clave por su papel como seleccionador de obispos y por su fuerte vínculo con la Iglesia en América, donde vive la mitad de los católicos del mundo. Su elección como papa sorprendió por varios motivos: tiene 69 años y es el primer pontífice originario de Estados Unidos. Aunque se muestra prudente, ha expresado su apoyo a la idea de una Iglesia cercana al pueblo, alejada de posturas frías o burocráticas.
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El cónclave es el proceso con el que se elige a un nuevo papa y solo pueden participar los cardenales menores de 80 años, llamados cardenales electores. Este acto tiene lugar en la Capilla Sixtina, en el Vaticano, y se inicia después de que el papa anterior haya fallecido o renunciado. Su propósito fue lograr un acuerdo para nombrar al próximo líder de la Iglesia Católica: Robert Prevost.
Durante el cónclave, los cardenales permanecen completamente aislados y sin contacto con el exterior. Las votaciones se hacen en secreto, con un máximo de 4 por día. Para que Prevost haya sido elegido, obtuvo al menos dos tercios del total de votos. Luego de cada votación, las papeletas se queman. Cuando se elige al nuevo papa, en este caso Prevost, el humo es blanco y anuncia al mundo que ya hay sucesor.

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