Emma Morano, un ícono de la longevidad y una figura histórica de Italia, vivió hasta los 117 años gracias a una peculiar dieta que consistía en consumir tres huevos al día, de los cuales dos eran crudos. Según contó la misma Emma, este régimen, que mantuvo durante más de 90 años, le brindaba energía y le ayudó a superar los rigores de su vida laboral sin ningún tipo de limitaciones.
Su médico de cabecera, Carlo Bava, quien la atendió durante casi tres décadas, reveló que Emma Morano era una excepción a los consejos nutricionales convencionales, ya que su alimentación además incluía escasos vegetales y frutas, elementos tradicionalmente asociados con la longevidad.
Emma trabajó hasta una edad avanzada, manteniéndose activa y productiva hasta sus últimos años laborales. Foto: AFP
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Emma Morano sostenía un estilo de vida sencillo, y su dieta fue un pilar en su rutina. Desde sus 20 años, cuando fue diagnosticada con anemia tras la Primera Guerra Mundial, la italiana adoptó el consumo de huevos crudos por recomendación médica. Este hábito perduró por el resto de su vida: tres huevos diarios, dos crudos en la mañana y uno cocido al mediodía en forma de tortilla.
Además, Morano incluía en su dieta un toque de grappa, un licor italiano que ella misma preparaba con hierbas como salvia y ruda, y lo consumía a cucharadas. Este ritual de bebida tradicional le recordaba los sabores de su tierra en Piamonte. A pesar de simplificar su alimentación en sus últimos años, cuando redujo la cantidad de huevos y añadió algunas galletas, se mantuvo saludable sin requerir tratamientos complejos ni medicamentos costosos.
Emma bebía diariamente pequeñas cantidades de grappa, un licor tradicional italiano, preparado con hierbas locales.Foto: AFP
Además de su dieta, Emma Morano atribuía su longevidad a su decisión de vivir sin pareja. Tras una breve y desafortunada unión matrimonial en su juventud, marcada por el abuso y la pérdida de su único hijo, Emma decidió nunca volver a casarse. En entrevistas, declaró que vivir sola le evitó el estrés emocional y esto preservó su bienestar durante el resto de su vida. “No quería que nadie me dominara”, dijo en una ocasión al diario The New York Times.
Su médico, Carlo Bava, sugirió que la genética también pudo desempeñar un rol. La madre de Morano vivió hasta los 91 años, y varias de sus hermanas superaron los 100. Esta tendencia familiar parece haber complementado sus hábitos de vida únicos. Emma Morano trabajó hasta los 75 años y fue testigo de dos guerras mundiales y perdió la vida finalmente el 15 de abril de 2017.