La exportación de alimentos es un motor económico crucial para muchos países. Esta actividad no solo genera ingresos significativos, sino que también fortalece las relaciones comerciales internacionales y contribuye a la seguridad alimentaria mundial. Es así que una nación de América Latina está dentro del top 10 de los mayores exportadores de alimentos en el mundo.
La producción de alimentos a nivel mundial es un sistema complejo y dinámico que enfrenta desafíos cada vez mayores. Si bien se han logrado avances valiosos en la productividad agrícola en las últimas décadas, la creciente población mundial, el cambio climático, la degradación de los suelos y la escasez de agua ponen en riesgo la seguridad alimentaria global.
México ha logrado un avance considerable en el ámbito del comercio global de alimentos, al subir de la novena posición en 2022 a la séptima en 2023 entre los mayores exportadores de alimentos del mundo. Este logro se traduce en un valor de exportaciones de US$50.000 millones, que supera a países como India y Argentina, según datos proporcionados por la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Durante los años 2021 y 2022, México se mantuvo en el noveno puesto de esta clasificación, lo que hace que el avance registrado en 2023 sea aún más notable. Este logro es el resultado de una combinación de factores, como los acuerdos de libre comercio, una producción agrícola diversificada y la demanda internacional de productos alimenticios mexicanos. Además, la disponibilidad de mano de obra competitiva ha permitido a México consolidar su posición en el mercado global de alimentos.
Entre los productos alimenticios más exportados por México, la cerveza ocupa el primer lugar, con exportaciones valoradas en US$5.820 millones en 2023. Este producto se ha convertido en un símbolo del éxito exportador mexicano, seguido de cerca por el tequila, los licores y otras bebidas espirituosas, con un valor de exportación de US$4.300 millones.
Otros productos destacados incluyen los productos panificados, que alcanzaron exportaciones por US$2.600 millones, así como aguas, refrescos y otras bebidas no alcohólicas, como jugos, con un valor de US$1.100 millones.
México también ha logrado posicionarse como un exportador clave de frutas y nueces preparadas, con ventas al exterior que sumaron US$820 millones. Los jugos de frutas y las preparaciones alimenticias completan la lista de productos exportados, con valores de US$590 millones y US$540 millones, respectivamente. Estos productos han encontrado mercados en diversas partes del mundo, que se benefician de la calidad y variedad que ofrece la producción agrícola mexicana.
A nivel global, la Unión Europea se mantiene como el líder indiscutible en la exportación de alimentos, con un valor total de US$741.000 millones. En las siguientes posiciones se encuentran Estados Unidos (US$168.000 millones), Brasil (US$143.000 millones), China (US$83.000 millones) y Canadá (US$72.000 millones). México, con sus US$50.000 millones, comparte la séptima posición con Indonesia y supera tanto a India como a Australia en esta clasificación.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) anticipa que la población mundial seguirá en expansión, aunque a un ritmo más moderado en comparación con décadas anteriores.
Se prevé que para 2050 la población mundial alcance aproximadamente 9.700 millones de personas, lo que incrementará significativamente la demanda de alimentos.
Se estima que la demanda global de alimentos podría aumentar entre un 50% y un 70% para 2050 en comparación con los niveles actuales, lo que representa un reto y una oportunidad para los principales países exportadores, incluido México.
El comercio internacional de alimentos sigue siendo fundamental para garantizar que los consumidores de todo el mundo tengan acceso a alimentos adecuados, seguros y nutritivos. Este comercio proporciona ingresos a las industrias agrícolas y alimentarias, además de facilitar la distribución eficiente de productos desde las regiones con excedentes hacia las que enfrentan déficits. Sin embargo, a pesar del crecimiento en las exportaciones, persisten desafíos como la subalimentación y el desperdicio de alimentos.
Según la FAO, aproximadamente 600 millones de personas en el mundo podrían enfrentar el hambre para 2030. Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos es una herramienta crucial para combatir la subalimentación global.
Si se lograra reducir el desperdicio de alimentos a la mitad, podría haber un aumento representativo en la disponibilidad de alimentos, lo que reduciría los precios y mejoraría el acceso a alimentos para las poblaciones de bajos ingresos.
Este cambio podría aumentar la ingesta de alimentos en países de ingresos bajos en un 10%, en países de ingresos medianos bajos en un 6% y en países de ingresos medianos altos en un 4%, lo que potencialmente podría reducir el número de personas que enfrentan hambre en el mundo en 153 millones para 2030, una disminución del 26%.