Un reciente estudio realizado por La Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas John A. Paulson (SEAS) y la Escuela de Salud Pública T.H. Chan (HSPH) de Harvard ha revelado un preocupante descubrimiento en el ascenso en los niveles de metilmercurio, un compuesto neurotóxico que se encuentra en ciertas especies de pescado consumidas por los seres humanos.
Este hallazgo subraya cómo el cambio climático impacta directamente en la salud humana, al aumentar la exposición a sustancias perjudiciales a través de la cadena alimenticia.
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El cambio climático afecta directamente a la fauna marina. Foto: AFP
Los científicos además divisaron que, aunque las medidas regulatorias dirigidas a las emisiones de mercurio han logrado disminuir eficazmente los niveles de metilmercurio en los peces, el incremento de las temperaturas está provocando un rebrote en estos. Esta situación se perfila como un factor determinante en la concentración de metilmercurio en los ecosistemas marinos a futuro, los cuales pueden ser tóxicos para el consumo humano.
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El metilmercurio, una forma orgánica de mercurio, se caracteriza por su capacidad de bioacumularse en las cadenas tróficas. Esto implica que los organismos que ocupan posiciones superiores en la cadena alimentaria acumulan mayores concentraciones de metilmercurio, como los peces, en comparación con aquellos situados en niveles inferiores.
Mercurio, tóxico para la vida marina y aquellos que la consumen. Foto: MonitorSur
Las actividades principales de los peces, que comprenden alimentarse y nadar, juegan un papel crucial en la determinación de la cantidad de metilmercurio neurotóxico que se acumula en el ambiente natural. Los factores como la dieta de los peces, la cantidad de alimento que ingieren y su nivel de actividad física influyen directamente en los niveles de metilmercurio presentes.
Los investigadores llevaron a cabo la recopilación y el análisis de datos obtenidos durante un período de treinta años provenientes del ecosistema. Estos determinaron que los peces exóticos como el bacalao y el pez espinoso, que habitan en el Golfo de Maine ubicado en el océano Atlántico, tienen cierto nivel de toxicidad en su sistema debido al consumo de metilmercurio.
Atún rojo, de las principales especies de peces que contienen mercurio. Foto: AFP
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Específicamente, identificaron que en el bacalao los niveles de metilmercurio eran entre un 6 y un 20 por ciento, inferiores en 1970, en comparación con el año 2000. Por otro lado, el pez espinoso mostró un aumento en los niveles de metilmercurio de entre un 33 y un 61 por ciento en 1970, comparado con 2000.
Esta problemática afecta de manera directa al ser humano, ya se sabe que, en el período comprendido entre 2012 y 2017, los niveles de metilmercurio en el atún rojo del Atlántico experimentaron un incremento anual del 3,5 por ciento. Sin embargo, este pescado es mayormente consumido por la población, el cual contiene gran cantidad de mercurio.
Esto presenta un gran riesgo para el cuerpo humano, ya que procesa y elimina los metales pesados de manera muy lenta, además de que tiende a acumularlos, principalmente, en órganos vitales como el cerebro, el hígado y los riñones. Debido a esto, la ingesta de pescado contaminado con mercurio podría tener efectos adversos significativos, especialmente en los riñones y el sistema nervioso central.
En el caso de las mujeres embarazadas, la exposición al mercurio puede impactar negativamente en el desarrollo fetal. Por tal motivo, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) aconseja a las mujeres embarazadas, lactantes y a los niños menores de 10 años abstenerse de consumir estos pescados.