Álvaro Castro, peruano residente en Turquía desde el 2014, despertó con una noticia: un terremoto de magnitud 7.7 había golpeado la frontera con Siria. Sin conocer la gravedad del sismo y tras los primeros reportes, fue al colegio donde da clases de español. Recordó el terremoto de Pisco en 2007, cuando tenía apenas 18 años y vio que el cielo se iluminaba mientras salía de su casa en Cercado de Lima, cargando a su perro, y cómo "la pista se mecía como olas y los postes como tallarines”.
Andrea González, una compañera colombiana con la que Álvaro comparte habitación, le había dicho (en principio) que era un temblor que había remecido Pazarcik, pero cuando regresó a su casa se enteró de que el ministerio de Educación había cancelado las clases hasta el 20 de febrero. Con el paso de los minutos y las horas, las víctimas del terremoto no dejaban de aumentar hasta llegar, de acuerdo al último reporte, a la trágica cifra de 33.000 fallecidos.
Alvaro vive en Turquía desde 2014, tras ganar una beca para una maestría. Foto: cortesía/Alvaro Castro
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Álvaro estudió en la universidad nacional Federico Villareal. Tras acabar la carrera, en 2014 obtuvo una beca para estudiar una maestría en Turquía. Actualmente, vive en Esmirna —ciudad que en 1922 fue quemada por soldados turcos—, en las costas del mar Egeo y alejado del epicentro del terremoto. Sus familiares, amigos, e incluso gente que no le hablaba hace mucho, se comunicó con él para conocer cómo se encontraba.
Casi una semanas después de la tragedia, los equipos de rescate siguen buscando entre los escombros con la esperanza de encontrar alguna persona viva. Andrea, la rommie de Álvaro, se encuentra en una de las zonas afectadas por el terremoto, luego de que una ONG le propusiera ayudar como traductora. Hace algún tiempo, ella había vivido en el lugar del terremoto, y al llegar encontró que todo había sido destruido, inclusive el departamento que alguna vez fue su hogar.
El terremoto dejó sin vivienda a los sirios refugiados en Turquía. Foto: AFP
“(La situación es) Muy grave, hay gente que no tiene comida, hay ancianos que no se mueven de sus casas, que están por caerse, por temor a que les roben, no tienen donde ir a dormir, y estamos en pleno invierno, incluso ahí que es normalmente caliente, hay cero grados en la noche y algunos ancianos no quieren separarse de sus pertenencias”, le contó González, impactada, a Álvaro.
“Todo está destruido, incluso una casa donde ella (Andrea) había vivido se había caído. Muchas zonas se ven muy afectadas, uno pasa y ve barrios destruidos por el terremoto”, relata Castro a La República.
Álvaro dice que en su ciudad todos hablan del terremoto con pena. “El país está de luto”, explica, pero también resalta el apoyo de los inmigrantes en Turquía: “Hay muchos estudiantes hispanos que están apoyando. Hay un peruano llamado José Antonio que se ofreció para ir a traducir a los rescatistas”, expresa.
Bebé es rescatado con vida de los escombros en Turquía. Foto: @historiente/Twitter
La embajada peruana en Turquía se puso en contacto con los compatriotas que viven en el país —alrededor de 200— para conocer si alguno había sido herido. A través de grupos de WhatsApp de la comunidad, informaron que todos se encontraban bien, aunque también anunciaron que una joven colombiana había fallecido en el lugar.
Pero además de tristeza, en Turquía, hay gran indignación contra los constructores inmobiliarios, que se ha materializado con la detención de una docena de personas —constructores, arquitectos y demás— relacionadas a los edificios destruidos o gravemente dañados por los sismos.
La mala condición de las edificaciones en Turquía y Siria ha generado tal nivel de catástrofe. Foto: EFE
Además, la Fiscalía emitió más de 100 órdenes de detención contra personas sospechosas de negligencia en la construcción e incluso ha creado una unidad para investigar temas de infraestructura.
"Haremos un seguimiento meticuloso de esto hasta que concluya el proceso judicial necesario, especialmente para los edificios que sufrieron graves daños y causaron muertos y heridos", dijo el vicepresidente de Turquía, Fuat Oktay, quien también reveló que ha identificado a 131 personas sospechosas de ser responsables por el derrumbe de los edificios.