Luiz Inácio Lula da Silva (77) es el nuevo presidente de Brasil. Obtuvo el 50,83% de los 156 millones de votos posibles, mientras que Jair Bolsonaro, el ultraderechista de hipótesis fraudulentas, quedó con el 49,17%. La inasistencia promedió a la par de los comicios pasados, entre 4 y 5%.
Fue una diferencia ajustada, como previeron las encuestas electorales de semanas previas: 1,9 millones de civiles le permitirán al político de izquierda suceder en el poder a su contendor.
Fue la tercera vez que da Silva afrontó una segunda vuelta electoral. Así como en 2022 y 2006, ahora en 2022 volvió a ganar el máximo cargo del Estado brasileño. Será su tercera gestión como jefe de Estado con un congreso de mayoría opositora (Partido Liberal).
“Intentaron enterrarme vivo y aquí estoy. Estoy acá para gobernar este país en una situación muy difícil, pero tengo fe en Dios, en que con la ayuda del pueblo lleguemos a una solución y que podamos restablecer la paz”, dijo da Silva.
El viniente presidente fijó un objetivo social como meta: asegurar que los brasileños coman desayuno, almuerzo y cena.
También prometió reducir la deforestación a cero en esta nueva gestión. Incluyó cuota de género en su discurso, enfatizando que mujeres y hombres deben ganar lo mismo.
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Sin embargo, como hizo en su campaña, omitió cuestiones vinculadas con el derecho a las féminas a decidir sobre su cuerpo, en referencia al aborto. Más bien, en el último debate que tuvo con Bolsonaro, ambos parecían concordar en esa postura antiderechos.