El suicidio de una médica que durante siete meses denunció que fue acosada y amenazada de muerte por antivacunas, quienes no creen en la eficacia de la inmunización contra la COVID-19, ha causado gran conmoción en Austria.
Lisa-Maria Kellermayr, de 36 años, fue hallada muerta la semana pasada en su consultorio de Wels, en el oeste de Austria, junto a tres cartas, cuyo contenido no se ha hecho público. Pese a que no habrá autopsia, las autoridades han confirmado que se trató de un suicidio.
Miles de personas se reunieron el último lunes en las principales ciudades del país para expresar su solidaridad y conmoción por la muerte de la doctora, a quien la Policía no brindó protección. Las autoridades tampoco investigaron sus denuncias de amenazas de muerte.
El presidente de Austria, Alexander Van der Bellen, expresó su consternación por la muerte de la médica, cuyo caso de amenazas y acoso por parte de antivacunas era bien conocido.
“Pongamos fin a esta intimidación y al fomento del miedo. El odio y la intolerancia no tienen cabida en nuestra Austria”, denunció el jefe de Estado durante una concentración en Viena.
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El acoso comenzó el 16 de noviembre. Un grupo de antivacunas se reunió frente al hospital de Wels, una ciudad de 40.000 habitantes. Ese día, la médica escribió en su Twitter: “Una manifestación de teóricos de la conspiración bloquea la entrada del hospital y la salida de ambulancias”.
Horas después, las autoridades del hospital aseguraron que tanto las ambulancias como los pacientes podían entrar y salir del centro médico. Además, la Policía local desmintió el mensaje de Kellermayr y la acusó de difundir información falsa.
“El mensaje de la Policía es el punto de partida de una avalancha de insultos, difamaciones y amenazas destinadas a causarme el mayor daño posible. Alguna gente consideró que su respuesta (de la Policía) legitimaba mi persecución”, señaló la doctora al diario Der Standars nueve días antes del suicidio.
Kellermayrs decidió borrar su mensaje y pidió a la Policía que eliminara también su respuesta, pero nunca le hicieron caso. Tampoco se abrió una investigación sobre las amenazas que sufría. Incluso un agente la acusó de querer volverse famosa.
Con el paso de los meses, las amenazas en las redes sociales se convirtieron en ataques físicos, como cuando un grupo de antivacunas irrumpió en su consultorio y difundió luego imágenes de sus empleados y pacientes a través de mensajes de Telegram.
Ante la pasividad de las autoridades, una ‘hacker alemana’ se puso en contacto con la doctora y se ofreció a investigar el caso. Se descubrió que detrás de las amenazas estaba un conocido ultraderechista alemán.
“Nunca había experimentado algo así. Ese mismo día encargué protección a una empresa de seguridad para mi consulta médica”, explicó Kellermayr en la entrevista con Der Standard. Tras gastar en seis meses 100.000 euros en seguridad privada, la doctora cerró el pasado junio su consultorio.
La doctora ya llevaba siete meses saliendo de casa solo para trabajar y comprar comida ante el temor de que algo malo le pasara.
Tras el lamentable suceso, el Colegio de Médicos de Austria pidió a sus miembros que participaran en el homenaje para dar “una señal de solidaridad contra la violencia y el odio”. “Las mujeres necesitamos más apoyo en internet y en la vida real. Kellermayr murió por defender la ciencia”, concluyó.
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