Casi dos semanas se cuentan desde la invasión rusa a Ucrania y cada vez surgen más historias desgarradoras sobre las consecuencias del conflicto. El bombardeo de un hospital pediátrico del puerto ucraniano de Mariúpol provocó este miércoles un clamor de indignación global.
“No entiendo por qué los rusos no pueden creer que estamos siendo bombardeados, que nos están matando a nosotros y a nuestros niños”, aseveró Olha Kucher, directora del orfanato cristiano central de Zaporizhzhia, citada por Noticias Telemundo.
Hasta 215 menores huérfanos y sus cuidadores tuvieron que huir de un orfanato de Zaporizhzhia. El grupo abandonó el lugar luego del ataque ruso a la mayor planta nuclear de Europa perpetrado la semana pasada.
“Putin está diciendo que está haciendo algo aquí, pero simplemente está matando gente, simplemente matando gente”, agregó Kucher.
El ataque de este miércoles, que según las autoridades locales dejó 17 adultos heridos, se produjo en la víspera de la primera reunión de negociación de alto nivel entre los dos países desde la invasión de Ucrania el 24 de febrero.
Un responsable regional precisó que los heridos son todos trabajadores del hospital pediátrico y que “no hay ningún niño” entre ellos ni ningún fallecido en el ataque.
El primer ministro británico, Boris Johnson, denunció un ataque “inmoral” que el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, calificó como un “crimen de guerra” cometido en ese puerto estratégico del mar de Azov.
La Casa Blanca fustigó por su lado el uso “bárbaro” de la fuerza contra civiles, mientras la ONU y la Organización Mundial de la Salud (OMS) pidieron “el cese inmediato” de los ataques a las instalaciones de salud.
La portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, Maria Zajarova, afirmó, sin negar el ataque, que los “batallones nacionalistas” ucranianos habían evacuado al personal y a los pacientes, y que los desplegó en el sitio en posiciones de tiro.
Con información de AFP