Ethan Crumbley es un adolescente de 15 años que mató a cuatro estudiantes el martes 30 de noviembre en su escuela secundaria de Estados Unidos. Dio muestras de inestabilidad tanto a sus padres como a la institución en donde estudiaba; sin embargo, nadie hizo nada para evitar el trágico final.
Las autoridades han culpado a los padres, James y Jennifer Crumbley, de homicidio involuntario y fueron arrestados el último sábado 4 en un almacén de arte en Detroit luego de que la justicia los declarara como fugitivos. Para su captura, tuvieron que intervenir agentes del FBI, miembros de la agencia federal de seguridad de los US Marshalls y un equipo especializado de Oakland (Míchigan).
Karen McDonald, la fiscal del condado, considera que la actitud de los padres de Ethan antes, durante y después del tiroteo, son suficientemente negligentes para presentar acusaciones contra el matrimonio. Por ello, el adolescente y sus progenitores se encuentran en la cárcel de Oakland, separados del resto de los reclusos y con estricta vigilancia antisuicidio.
La gente asiste a una vigilia en el centro para honrar a los muertos y heridos durante el reciente tiroteo en Oxford High School
La reconstrucción de los hechos inicia un día después de la celebración de Acción de Gracias. El viernes 26 de noviembre, James Crumbley le regaló a su hijo una pistola Sig Sauer semiautomática de nueve milímetros. Ethan la mostró en sus redes sociales con una descripción: “Mi nueva belleza”.
Un día después, la madre de Ethan subió más información a sus redes en donde se le ve probando el arma con su hijo al lado. Algunas personas podrían considerarlo algo normal en un país como Estados Unidos, donde existen familias que son cercanas a las armas de fuego. Pero en este caso, se cruzaron mayores límites.
El arma del joven fue guardada en la habitación de sus padres en un lugar en donde cualquiera de la familia tenía acceso y libertad para tomarla.
El lunes 29 de noviembre, Ethan volvió a sus clases normales. Ese mismo día, un profesor se comunicó con Jennifer Crumbley para decirle que había hallado municiones para un arma de fuego en las búsquedas de internet.
Esta fue la primera alarma fallida, pues la madre no le tomó importancia y dijo que “no le pareció nada fuera de lo normal”, además envió un mensaje de texto a su hijo en el que decía: “LOL (laugh out loud, risas). No estoy enfadada contigo”. “Lo que tienes que hacer es aprender a que no te pillen”, le recomendó.
El martes 30, día de los asesinatos, uno de los docentes de Ethan declaró haber encontrado una nota en la que el joven dibujó una pistola con una persona herida de bala, un emoticón que sonreía y tres frases dispersas que otorgaron otra señal: “Sangre por todos lados”; “Los pensamientos no van a parar”; “Ayúdenme”.
Según la fiscal McDonald, inmediatamente se supo de esto, la institución se contactó con los padres, quienes fueron a la escuela a pedido de la dirección para una reunión esa misma mañana. En ella se les aconsejó que buscaran ayuda especializada para su menor hijo.
A pesar de los mensajes de alarma, los Crumbley no quisieron que Ethan dejara la escuela en ese momento, incluso, no le preguntaron si tenía el arma o revisaron su mochila. La escuela tampoco realizó esas acciones.
“La simple idea de que un padre pueda leer esas palabras y además sea consciente de que su hijo tiene acceso a un arma mortal, que le dieron ellos mismos, es inconcebible y creo que es criminal”, expresó la fiscal.
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Cuando los padres del menor se retiraron de la escuela, empezó la pesadilla, el tiroteo número 222 ocurrido en un colegio en lo que va del 2021. Este ha sido el año con más sucesos de esta naturaleza, 100 más que en 2019, por ello es señalado como el más mortífero.
De acuerdo a las autoridades policiales, Ethan se dirigió al baño a las 12.50 y minutos después salió con su arma en la mano con la que empezó a disparar. Media hora más tarde, cuando ya se conocía del tiroteo en Oxford, Jennifer envió un mensaje a su hijo: “Ethan, no lo hagas”.
A las 13.37, el padre de Ethan llamó a emergencias para avisar que el arma que le regaló a su hijo no estaba en su hogar. Con esa arma, el joven de 15 años disparó más de 30 balas y mató a cuatro estudiantes: uno de 16, dos de 17 y una de 14. Otras siete personas resultaron heridas antes de que Ethan fuera reducido y detenido.