En Colombia, distintas organizaciones unieron fuerzas para preparar una demanda constitucional contra la Ley 1861. La normativa, que exonera del servicio militar obligatorio a la población indígena, personas con discapacidad y hombres víctimas del conflicto armado, obliga a las transmasculinidades y hombres trans a servir en la milicia colombiana.
Esto se debe a que, en el 2017, el Congreso colombiano debatió una propuesta de ley que exoneraba a los hombres trans en el servicio militar obligatorio. No obstante, luego de la participación de varios parlamentarios conversadores, se retiró a dicha población de la lista prioritaria.
Para las organizaciones que buscan elevar la demanda ante la Corte Constitucional de Colombia, la población trans debe ser incluida en el listado que exime del servicio militar porque se trata de una “minoría constitucionalmente protegida” e históricamente discriminada de manera sistémica”.
No es un secreto que la población trans es una de las más vulnerables entre el colectivo LGTBIQ+. De acuerdo con una investigación reciente de la organización OutRight International, cerca del 95% de los 117 hombres trans que participaron en un estudio desde Bogotá no cuentan con contrato laboral, mientras que casi el 80% sufrió discriminación al intentar acceder a un trabajo.
Otra problemática que la Fundación Ayllu Familias Transmasculinas y el Centro de Estudios Dejusticia denuncian en el libro “Hombres trans y libreta militar en Colombia” es que la libreta militar es un “documento que en el mundo práctico funciona como una marca de género”, como un símbolo que demuestra que uno es hombre ante la sociedad y el Estado. Es decir, cuando esta no certifica tu identidad de género puede generar barreras en distintos ámbitos para el desarrollo social y profesional.
Brian Tique es un hombre trans que, tras intentar conseguir empleo como auxiliar de una bodega, contó al diario El País que, luego de haber pasado la entrevista y las demás pruebas, cuando sus empleadores notaron que no contaba con una libreta militar que reconociera su identidad de género, le dijeron que lo llamarían, pero nunca lo hicieron.
Las personas trans se enfrentan a distintos tipos de violencia, entre ellos, la transfobia.
“No tener la libreta se ha convertido en obstáculo para cuatro derechos: el trabajo; a la intimidad porque ante la solicitud del documento se ven expuestos a revelar que son personas trans; a la educación y la seguridad”, explicó Jhonnatan Espinosa, uno de los autores del libro “Hombres trans y libreta militar en Colombia” y director de la colectiva Ayllu Familias Transmasculinas, para El País.
Otras de las situaciones violentas a las que los hombres trans se enfrentan es al trato de los policías en las batidas. “Cuando le pasé el documento, el policía me dijo: ‘Venga, pero esto está mal porque dice que usted es mujer y usted es hombre’. Le expliqué que no había podido hacer el trámite para cambiar mis papeles. Ahí empezaron a decir que era puro cuento, que yo tenía trucados los papeles”, narró Lukas Morales en el libro.
En Colombia, existen dos maneras de conseguir la libreta militar. Una es, como regla general, prestando el servicio castrense. La segunda se establece mediante un proceso de selección en el que las personas son sometidas a exámenes físicos para comprobar si cuentan con aptitudes para la milicia. Luego cancelan una cuota que solo algunos pueden pagar.
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El director del colectivo Ayllu Familias Transmasculinas, Jhonnatan Espinosa, aclara que la exoneración del servicio militar obligatorio es solo una de las alternativas menos complejas y solo implica una reforma de ley que incluya a los hombres trans en el listado de las poblaciones eximidas.
Para el activista, en caso continúe la exigencia del servicio militar, el Ejército tiene el deber de adecuar sus instalaciones y establecer protocolos que respeten e incluyan a dicha población en los cuarteles. “Pero si el Ejército no ha avanzado con adecuaciones para mujeres, menos para hombres trans”, sentenció Espinosa.