Luego de 15 meses de educación virtual bajo el plan Cada Familia una Escuela, un programa bastante criticado, los estudiantes venezolanos recibirán clases presenciales de manera progresiva: una semana de cuarentena flexible, propuesta para que los alumnos asistan a los centros de estudio, y otra semana de cuarentena estricta.
En un acto oficial televisado, el presidente Nicolás Maduro declaró: “Vayan preparando a los estudiantes, aula por aula, sección por sección, liceo por liceo, universidad por universidad, con mucha firmeza y seriedad con las medidas de bioseguridad”.
Nancy Hernández, dirigente de la ONG Fenasopadres —Federación Nacional de Sociedades de Padres y Representantes—, explica que la decisión gubernamental no está considerando las condiciones de los centros de educación pública, que representan un 80% de la enseñanza: “No creo que se trate de negarse a un llamado a clases presenciales, pero hay que ver cómo están las realidades en las escuelas populares, en las zonas rurales, las condiciones de trabajo, las deficiencias del momento actual”.
Además, Hernández hace un recuento de los mayores problemas para regresar a las aulas, entre ellos están los cortos salarios para los maestros (ocho dólares mensuales), que provocan la dimisión de sus puestos, la deserción escolar y los problemas de servicios en los planteles.
La reducción de contagios y muertes en Venezuela a causa de la COVID-19 ha despertado la intención de Nicolás Maduro de decretar noviembre y diciembre como meses libres de cuarentena. Por su parte, Delcy Rodríguez, la vicepresidenta ejecutiva, afirmó que el 80% del profesorado ya está vacunado y que, por tanto, se encuentra listo para instruir a los alumnos.
En una entrevista para el diario El País, algunos agentes de esta dinámica educativa han declarado su inconformidad. Samuel Pérez, sociólogo y profesor de la Universidad Central de Venezuela, explica que el retorno a las aulas no será posible si es que los alumnos, y no solo los profesores, no están vacunados: “Además, tenemos un problema grave en el gremio. Los problemas económicos de los profesores complican el regreso a clases”.
Franklin Piccone, dirigente sindical y maestro en varios liceos de educación media, manifiesta que la mala calidad de la instrucción formará parte del proceso educativo semipresencial. “Los maestros venezolanos estamos en una situación de paro técnico: los salarios son de hambre. Los problemas de conectividad, la deserción estudiantil y la diáspora han agravado el problema de la enseñanza”, añade.
Lila Vega, pediatra y miembro activo de la ONG Red de Madres, Padres y Representantes, asegura que el regreso a clases tiene que ser voluntario: “Sigue habiendo padres con miedo de enviar a sus hijos al colegio y eso tenemos que respetarlo”.