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Criadores de ratas y cobras comestibles en China quiebran por la COVID-19 [FOTOS]

La prohibición del comercio en Beijing y el consumo de especies salvajes como ratas y serpientes afectaron la economía de miles de criadores.

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Criadores de ratas, serpientes, civetas o cualquier animal raro consumidos en China, se quedaron sin ingresos. Foto: Noel Celis / AFP.

La crisis por el coronavirus ha revelado historias dramáticas como la del comerciante Liu Yanqun, quien apenas empezaba a ganar dinero con su criadero de ratas cuando tuvo que deshacerse de ellas, luego de que el Gobierno chino ordenara la prohibición de animales exóticos sospechosos de la COVID-19.

Los negocios de miles de criadores de ratas, serpientes, civetas o cualquier tipo de animales ‘raros’ consumidos en China quebraron desde que Beijing prohibiera el comercio y el consumo de especies salvajes.

“Tenía pedidos por valor de decenas de miles de yuanes”, señaló Liu Tanqun a la AFP en lo que era su granja en Hunan (centro), donde unas 800 ratas de bambú eran criadas para después ser consumidas en restaurantes.

Liu, de 38 años recordó que tuvo que remodelar seis habitaciones de su casa para convertirlas en criaderos. Tras la orden gubernamental, las autoridades provinciales le ofrecieron una indemnización de 75 yuanes (9euros, 12 dólares) por kilo de rata, una cantidad que está por debajo del valor en el mercado, asegura.

Huang Guohua, el granjero de ratas de bambú desmantela jaulas de su negocio arruinado por el coronavirus. Foto: Noel Celis / AFP.

El criadero explicó que por la cobra, la oferta asciende a 120 yuanes (14 euros, 17 dólares), una miseria sumado a que cuando llegaron los inspectores habían muerto de hambre la mitad de sus reptiles. “Tenía 3.000 serpientes, pero el Estado solo me reembolsó 1.600”, explicó.

250.000 empleos perdidos

Antes de la pandemia de la COVID-19, el Gobierno chino había alentado a sus pobladores a iniciar en este tipo de producción, que requiere poca inversión, con el objetivo de acabar con la pobreza.

Luego de conocerse que el nuevo coronavirus pudo haberse transmitido al ser humano por un murciélago, a través de otro animal y, que además un mercado mayorista de Wuhan (centro), donde se vendía animales salvajes, fuera considerado como el posible epicentro de la pandemia, cambio la realidad.

Li Weiguo en una caja para serpientes en su casa. Foto: Noel Celis / AFP

La prohibición comercial de estos animales le cuesta al país cerca de 250.000 empleos y una pérdida de 11.000 millones de yuanes en términos de mercancía no vendida, según un informe oficial publicado la semana pasada.

Huang Guohua, excriador de ratas de bambú de 47 años, contó que debe 400.000 yuanes (aproximadamente 50.000 euros o 58.000 dólares), con una compensación del Estado que apenas representa una décima parte de la suma.

“Con la epidemia estamos volviendo a caer en la pobreza, y aún peor que antes”, finalizó el excomerciante, quien ahora se dedica a la crianza de conejos, a AFP.

El hombre ahora se dedica a la crianza de conejos tras deshacerse de las ratas de bambú. Foto: Noel Celis / AFP