A más esfuerzo, más probabilidades de hallar la vacuna contra el coronavirus. Eso lo entiendo bastante bien el especialista en salud pública y enfermedades infecciones Pedro Folegatti, quien es uno de los científicos del instituto de la Universidad de Oxford que batalla a diario por la cura a la pandemia.
Antes de vivir en Reino Unido, Pedro Folegatti trabajó en la investigación de enfermedades tropicales, infecciones y parasitarias en Brasil, Tanzania y Uganda. A Europa llegó el pasado febrero, cuando lo llamaron para que se encargue de los ensayos que se dan en la Universidad de Oxford para el desarrollo de la vacuna de la COVID-19.
“Hemos estado trabajando día y noche, fin de semana y vacaciones, desde fines de febrero, para que estos ensayos clínicos se lleven a cabo”, le cuenta a BBC el médico brasileño, quien dice dormir un promedio de cuatro horas por noche. Él ha participado en la vacuna de Oxford, que ha sido noticia en el orbe luego de que las pruebas con 1.077 personas en la fase 1 y 2 han demostrado que esta genera una respuesta positiva.
Pedro Folegatti
Pedro Folegatti es uno de los responsables de hacer los ensayos clínicos: desde la concepción del estudio, la escritura de los protocolos, la implementación del mismo, hasta el seguimiento a los voluntarios que se inocularán el virus.
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Su tarea principal, cuenta el brasileño, es asegurar el seguimiento para que este sea seguro, entiéndase primero reclutar voluntarios sanos y agruparlos en dos grupos: quienes reciben la vacuna a investigar y los que reciben otra vacuna que no tenga efecto ante el coronavirus. “Seguimos a estas personas durante un mínimo de seis meses a un año y vemos cualquier efecto adverso inducido por las vacunas”, cuenta el especialista.
En total, dice, solo en la Universidad de Oxford hay más de 250 personas que están involucradas en la misión de los ensayos clínicos, además de socios de los centros de investigación.