El país de América Latina que transformó su árido desierto en proveedora principal de alimentos de EE.UU., China y Europa
El desierto latinoamericano ha sorprendido con su transformación en una potencia agroexportadora, ofreciendo frutas y hortalizas a mercados globales.
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Durante décadas, este desierto costero de América Latina fue visto como una vasta extensión improductiva, dominada por arena, salitre y sol inclemente. Pocas lluvias, suelos pobres y escasez de agua dibujaban un panorama poco alentador para cualquier proyecto agrícola. Sin embargo, contra todo pronóstico, hoy se ha convertido en una de las zonas más fértiles y estratégicas de producción alimentaria del continente.
Desde este territorio árido salen frutas y hortalizas que llegan cada día a supermercados de Estados Unidos, Europa y China, y abastece al mundo en temporadas donde otras regiones no pueden producir. Este milagro agrícola no ocurrió por azar, sino por una combinación de reformas económicas, inversión privada, tecnología y una agresiva política exportadora que transformó el desierto en una despensa internacional.
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¿Qué país de América Latina logró esta transformación de su desierto?
El país es Perú, específicamente su franja costera desértica, donde regiones como Ica, Piura, La Libertad y Lambayeque protagonizan uno de los mayores procesos de reconversión agrícola de América Latina en el último medio siglo. Según BBC Mundo, la nación inca pasó en menos de dos décadas de ser un productor agrícola tradicional a convertirse en una potencia mundial en agroexportación gracias al uso intensivo de tecnología, inversión privada y condiciones climáticas favorables.
El punto de quiebre se dio en la década de 1990, cuando el gobierno impulsó una serie de reformas económicas liberales orientadas a abrir mercados, reducir aranceles y atraer inversión extranjera. De acuerdo con el economista César Huaroto, de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), estas políticas crearon un entorno propicio para que una nueva élite empresarial identificara el enorme potencial agrícola del desierto costero.
A diferencia de la Amazonía de su suelo frágil o la Cordillera Andina de compleja geografía, el desierto costeño ofrecía algo esencial: estabilidad climática. Según la ecóloga Ana Sabogal, investigadora de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), esta franja geográfica funciona como un “invernadero natural” con baja humedad, ausencia de heladas y ciclos agrícolas controlables, condiciones ideales para cultivos de alta demanda internacional.
¿Cómo Perú provee alimentos a potencias como EE.UU., Europa y China?
La clave fue el agua. Mediante proyectos de irrigación, trasvases entre cuencas y explotación de acuíferos subterráneos, el desierto fue transformado en tierra cultivable. Empresas agroindustriales invirtieron millones de dólares en riego por goteo, reservorios y control climático, lo que permitió desarrollar cultivos a gran escala en zonas donde antes solo había arena, según reportes técnicos del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego del Perú (MIDAGRI).
A esta infraestructura se sumó la innovación genética. El arándano —hoy producto estrella— prácticamente no existía en Perú antes de 2008 y hoy convierte al país en el mayor exportador mundial, según datos del Ministerio de Comercio Exterior (MINCETUR). A ello se agregan cultivos de alta rotación como espárragos, paltas, uvas de mesa, mangos y cítricos, que producen todo el año y en épocas donde el hemisferio norte no puede hacerlo, lo que otorga una ventaja estratégica en mercados internacionales.
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Así van las exportaciones en cifras
El impacto económico de esta transformación es contundente. Según el Ministerio de Desarrollo Agrario y la Asociación de Exportadores (ADEX), las agroexportaciones peruanas alcanzaron en 2024 un récord de US$9.185 millones, con crecimiento promedio anual del 11% desde 2010. Las principales líneas exportadoras son:
- Arándanos: Perú es el primer exportador mundial.
- Uvas de mesa: liderazgo global y presencia en más de 60 países.
- Paltas (aguacates): fuerte demanda en Europa y EE.UU.
- Espárragos y mangos: exportados principalmente a Asia y Norteamérica.
- Cítricos: progresivo crecimiento en mercados europeos.
Estas exportaciones representan hoy el 4,6% del PIB nacional, cuando en 2020 apenas alcanzaban el 1,3%, según ADEX.
El problema que amenaza al desierto peruano: el agua
El crecimiento tiene un costo: la escasez hídrica. En regiones como Ica, gran parte del agua proviene de acuíferos subterráneos, cuya sobreexplotación ha generado una drástica reducción del nivel freático. La Autoridad Nacional del Agua (ANA) advirtió ya en 2011 sobre el “riesgo inminente de agotamiento del acuífero” que abastece la región.
Mientras grandes empresas cuentan con pozos profundos, lagunas artificiales y riego tecnificado, muchas comunidades acceden al agua mediante camiones cisterna. La activista local Rosario Huayanca denunció ante BBC Mundo que “donde antes se excavaba a cinco metros, hoy hay que perforar hasta 100 para encontrar agua”.
Además, pequeños agricultores reclaman restricciones para abrir nuevos pozos, mientras grandes fundos continúan operando sin controles efectivos. Inspectores de la ANA denuncian obstáculos para acceder a propiedades privadas y verificar el uso real del recurso, generando un vacío de fiscalización.
Según expertos ambientales, el modelo no será sostenible sin una política hídrica nacional que priorice el equilibrio entre agroindustria, población y ecosistemas. “Si no se gestiona el agua de forma integral, el desierto dejará de ser rentable y la economía regional colapsará”, advierte Sabogal (PUCP).






















