Un programa de rehabilitación dirigido a los prisioneros más violentos del mundo se lleva a cabo en Tailandia. Los reclusos pueden incluso lograr su libertad tras enfrentarse en combates de Muay Thai con presos extranjeros.
Prison Fight es un evento realizado en colaboración con el Departamento de Correcciones del país asiático con el objetivo de “promover el deporte y la buena salud entre los convictos”. Los funcionarios penitenciarios creen que con los combates se reducen los problemas internos en las cárceles como enfermedades, abuso de drogas y comportamiento violento, según informó Clarín.
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El único requisito para participar en los torneos es haber sido condenado por asesinato, pedofilia, violación y hurto. Aquellos que hayan sido encarcelados por delitos menores no tienen derecho a formar parte de los combates.
Peligrosos delincuentes han lograron salir de la cárcel gracias a estos torneos sin haber cumplido con su condena. (Foto: Clarín)
En las luchas, los prisioneros se van eliminando hasta llegar a la final, en la que deben enfrentarse a un oponente profesional extranjero. La competencia es televisada, tiene sponsors y hasta mujeres que realizan coreografías entre combates.
Un programa de rehabilitación dirigido a los prisioneros más violentos del mundo se realiza en Tailandia. (Foto: Clarín)
La realización del programa ha sido muy cuestionada debido que es organizado por el Estado tailandés y el empresario estonio Kirill Sokur. Además, porque muchos condenados por graves delitos quedaron libres solo por combatir y ganar.
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Peligrosos delincuentes entre ellos Chalernpol Sawangsuk, Siriporn Taweesuk, Noy Khaopan o Amnat Ruenroeng sentenciados a varios años de prisión por tráfico de drogas, asesinato, entre otros delitos mayores, lograron salir de la cárcel gracias a estos torneos sin haber cumplido con su condena.
Los funcionarios penitenciarios creen que con los combates se reducen los problemas internos en las cárceles. (Foto: Clarín)
Los criminales combaten y tienen derecho a salir en libertad. Los familiares de las víctimas no tienen derechos. Ni tampoco esperanzas de justicia.