Hay que poner atención a los datos: la obesidad, que alcanzó niveles de pandemia, dispara unas 200 enfermedades y afecta a unos 40 millones de niños en el mundo. Volvió más agresiva a la COVID-19, pero ya venía acentuando males como diabetes tipo 2, hipertensión, daños cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.
Es un problema que detonó “entre y dentro de nosotros”, invadidos por aditivos y productos ultra procesados.
Saby Mauricio, doctora en Salud Pública y vocal de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición (SLAN), habla al respecto.
-Digamos que ahora vivimos más condenados...
La condena la decide uno mismo. Los adultos solo requerimos consumir 50g de azúcar durante el día, eso significa 10 cucharaditas de azúcar; sin embargo ½ litro de gaseosa (2 vasos grandes) tiene esa cantidad.
Todo ese exceso se convierte en grasa en nuestro organismo y, en diabéticos, incrementa el azúcar en la sangre provocando complicaciones como la amputación de una pierna, la ceguera o la extracción de un riñón.
Por otro lado, la presencia de grasas trans en los productos procesados y ultra procesados produce diferentes tipos de alergias, complicadas sobre todo en los niños.
Hasta 2019, cuando el etiquetado octogonal entraba en vigencia en Perú, existían más de 8000 productos procesados y ultra procesados. El 80% tenía el etiquetado octogonal, es decir, eran altos en sodio, azúcar, grasas trans o contienen grasas trans.
Esta situación era la misma que se presentaba en otros países de Latinoamérica como Chile, pero el etiquetado ha permitido que la industria alimentaria reformulen sus productos.
-Nos referimos a la obesidad como una pandemia cuando tenemos encima al coronavirus (COVID-19), ¿es correcto ese panorama?
Por supuesto. En Perú, la obesidad infantil en grupos de edad de 0 a 5 años ya es el 10% y, en los mayores a 15 años, bordea el 70%: más de la mitad. Por ello se requiere políticas públicas efectivas.
People take their daily exercise along the Leeds to Liverpool canal in Leeds, northern England on May 2, 2020, during the nationwide lockdown to curb the novel coronavirus COVID-19 pandemic. - Britain's overall death toll from the coronavirus outbreak rose by 739 to 27,510 on Friday, as new data indicated that people in disadvantaged areas were worse hit. (Photo by Lindsey Parnaby / AFP)
No solo queremos diagnosticar la obesidad, necesitamos tratarla, crear entornos saludables que en realidad permitan adquirir estilos de vida saludables.
-La FAO indica que la seguridad alimentaria se basa en disponibilidad, acceso, inocuidad y estabilidad relacionados al consumo de alimentos nutritivos y seguros. ¿A qué alimentos se refiere?
El Perú es un mendigo en un trono de oro. Un país privilegiado en la producción. Durante la cuarentena faltó dinero, pero alimentos nunca.
El Ministerio de Agricultura garantizaba el ingreso suficiente de alimentos para abastecernos. Se valoró el rol de la agricultura en la seguridad alimentaria, pero nuestra agricultura necesita apoyo, mayor tecnología y fortalecer las capacitaciones a los agricultores.
Lo mismo pasa con la ganadería. Aún discutimos cuál es la leche: seguimos haciendo la de polvo cuando tenemos vacas con suficiente leche para abastecernos.
-En su libro “Mala leche”, la periodista Soledad Barruti –que ha estudiado todo esto- afirma que América Latina es vista por las empresas alimentarias como la tierra prometida. Capturar los paladares de los chicos es la manera de tener a todos los clientes posibles del presente y garantizarse los del futuro. ¿Comparte usted este pensamiento?
Nuestras normativas no ayudan, tenemos muchas, pero algunas no terminan por implementarse
Sin embargo, el etiquetado octogonal es una estrategia de mucha utilidad que es parte de la Ley de Alimentación Saludable. Si llega a implementarse sería de gran beneficio para el país, pero eso es solo una parte.
Necesitamos políticas públicas con la participación de los profesionales idóneos, con las competencias adecuadas, cada uno cumpliendo su rol.
Hoy todos quieren ser jefes, dicen que se preocupan por el paciente, pero están más interesados por ser directores de un hospital. El general primero debe ser soldado.
Cuando faltan nutricionistas, lo que hacen es reemplazarnos por otro profesional y dejan de lado la solución de los problemas alimentario-nutricionales de nuestro país.
Necesitamos seguir trabajando la prevención y promoción de salud, fortalecer e integrar equipos básicos de bioseguridad e inocuidad alimentaria integrados por nutricionistas, biólogo e ingeniero alimentario.
Integrar al nutricionista en la salud ocupacional no solo necesitamos diagnosticar la obesidad, sino tratarla.
Hasta 2019, cuando el etiquetado octogonal entraba en vigencia en Perú, existían más de 8000 productos procesados y ultra procesados.
-¿Hay confianza en “rescatar” la comida real? Se dice que sería el legado más urgente que debemos procurar para los niños.
Los niños son el futuro. Es cuestión de voluntad de los ciudadanos y decisión política.
-¿Cuán perjudicial es que un organismo como Digesa no supervise los miles de productos comestibles a los que le entrega registros sanitarios, como usted ha denunciado?
Mucho. Solo el 10% de los productos procesados o ultra procesados son supervisados. EE. UU., por dar un ejemplo, tiene una oficina FDA (Food and Drug Administration) encargada de “escanear”, “desnudar” al alimento verificando cada ingrediente en su composición y calidad, y lo hacen porque ese producto será consumido por sus ciudadanos.
Ningún producto ingresa a EE. UU. sin la revisión escrupulosa de la información nutricional uno por uno.
Te imaginas si tuviéramos una oficina autónoma, con el presupuesto suficiente y el soporte técnico que solo piensa en el beneficio de nuestros consumidores…
-¿Qué enseñanzas dejaron los octógonos y en qué se falló?
La evidencia científica demostraba (no solo de OPS y OMS sino de estudios científicos en poblaciones grandes y por varios años, cuidando todos los detalles para evitar errores) que los octógonos eran la mejor opción: le permite al consumidor decidir con más libertad e informado.
Los nutricionistas iniciamos esta batalla, pero solo éramos 7.000 en ese momento así que decidimos buscar aliados, informando, diciendo la verdad. ¿Qué falló?
Me faltó tiempo, los octógonos son solo una parte de la Ley de Alimentación Saludable, son 9 artículos.
Y luego falta el diseño de una Política Pública que realmente resuelva los problemas alimentario-nutricionales, obesidad, anemia, retraso de crecimiento. Esto requiere una reorganización real no en papel, efectiva.
-¿Se puede “vender” salud a través de productos? ¿Cómo?
Por supuesto, en otros países uno de los primeros emprendimientos que hacer una nutricionista egresada es el diseño de productos saludables
Es otro de nuestros campos en los que podemos colaborar.
-¿Por qué hablar de salud alimentaria ante la vorágine del coronavirus?
La COVID-19 ha desnudado la debilidad del sistema de salud. Quisimos pensar que no tendríamos el desarrollo de la enfermedad como en Europa, ¿por qué debía ser diferente?
Está demostrado que la comorbilidad “obesidad” incrementa el riesgo de morir mayor, casi al doble que el hecho de ser adulto mayor.
El sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo para numerosas enfermedades crónicas, afirma OMS.
Al adulto mayor no puedes evitar que cumpla años, pero a la persona con obesidad si puedes iniciar un tratamiento. La pérdida de 5 kg será significativo en la disminución de su morbilidad y mortalidad.
De haber tratado la obesidad en su momento, tendríamos menor población con riesgo.
Nos hemos preocupado por el adulto mayor, lo cual es bueno, pero nos olvidamos de la persona con obesidad.
-La tarea de un nutricionista se reduce a la administración de dietas, ¿por qué reivindicar su labor?
Hasta el momento que salimos a defender la salud y nutrición de todos, nadie sabía de nosotros.
Hoy, por ejemplo, los infectados con COVID-19 en casa, hospitalizados y en UCI requieren una alimentación personalizada, asegurando los requerimientos de los nutrientes que requiere en cada fase.
Pero solo identifican al médico y enfermera como los soldados que se enfrentan. Aquí todos somos soldados. Con solo dos profesiones no venceremos esta pandemia.