China ha contenido el brote del nuevo coronavirus y ahora, entre otras cosas, se aplica en evitar que los llamados casos importados y asintomáticos puedan provocar otra ola de contagios. Empero fuera de su extenso territorio la preocupación es otra.
Los “mercados húmedos”, como se han catalogado, siguen abiertos y vendiendo animales salvajes, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó que dejaran esta práctica.
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Inclusive el propio Gobierno central chino vetó desde finales de febrero pasado el comercio de la mayoría de animales, como las tortugas, ranas, serpientes o escorpiones.
Sin embargo, la agencia de noticias EFE constató que hay muchos establecimientos que prosiguen la venta de animales salvajes, como el mercado de Xihua de la ciudad de Ghuangzhou, provincia de Guangdong.
En una de sus últimas comparecencias públicas el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, recordó que el “70% de los nuevos virus viene de los animales”.
Citado por el diario español ABC el doctor pidió a los gobiernos “prohibir rigurosamente la venta y comercio de especies salvajes como alimento”.
En la milenaria China la medicina tradicional contempla a estas especies por sus supuestas propiedades curativas y afrodisíacas, por lo cual es común ver cómo las ofrecen.
En algunos casos también ponen a la venta animales protegidos, que mantienen hacinados en jaulas pequeñas y en pésimas condiciones de higiene, dado que se mezclan sus orines y heces.
En 2002 la epidemia del síndrome respiratorio agudo y severo (SARS, por su sigla en inglés) se originó en un mercado de la ciudad de Cantón, situada precisamente en Guangdong.
En el caso del SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID-19, surgió en la ciudad de Wuhan y se cree que la primer infección se produjo en el mercado de Huanan.
El Ejecutivo que preside Xi Jinping aún no ha definido el significado de “animales salvajes” y, de hecho, produce confusión entre la mayoría de los comerciantes y compradores.
Quien acude a un “mercado húmedo”, conocido así por los charcos de sangre, vísceras y agua que corren por el suelo, todavía no lo tienen claro.
Mientras tanto se sigue ofreciendo abiertamente tortugas, ranas, serpientes e incluso escorpiones, una especie que los vendedores están dispuestos a buscar para complacer la demanda de la gente.