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Si desarrollan una vacuna, ¿alcanzará para todos los que la necesitan?

Ya en 2009 en medio de la pandemia de gripe A (H1N1) Australia tardó en exportar la vacuna porque priorizó a sus ciudadanos. Ahora temen que haya acaparamiento de los países ricos.

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Más de dos millones de personas se han contagiado de coronavirus. Foto: EFE

En las últimas semanas mucho se ha debatido en la comunidad científica sobre cuánto tardará en llegar una vacuna contra el nuevo coronavirus. Se concluyó que entre 12 y 18 meses, pero ahora se ha abierto una interrogante nueva.

¿Alcanzará para todos los que la necesitan? Algunos investigadores advirtieron que fabricar suficientes vacunas para cubrir toda la demanda quizás no sea posible, refirió la revista Nature.

“En una pandemia, lo último que queremos es que las vacunas sean de acceso exclusivo de los países que las fabrican y no estén disponibles universalmente”, dijo Mariana Mazzucato, economista que dirige el Instituto de Innovación y Propósito Público de la University College de Londres.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) trabaja en un plan para garantizar la distribución equitativa de las vacunas, pero aún así advierten que los países ricos podrían acumular suministros.

Seth Berkley, quien lidera una organización público-privada que busca aumentar el acceso a las vacunas, apuntó que las restricciones de suministros físicas y políticas son una “gran preocupación”.

Tipo de vacuna

Dependiendo del tipo de vacuna la fabricación puede tardarse más o agilizarse. Hay diversos equipos que tratan el virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID-19.

Por ejemplo, uno de los métodos más demandados es la inyección en el cuerpo de formulaciones de ARN o ADN, para provocar que las células produzcan una de las proteínas utilizadas por el SARS-CoV-2.

La industria farmacéutica estima que no habrá vacuna para el coronavirus antes de 12-18 meses.

“Las plataformas de ARN y ADN pueden implicar un proceso más simple, lo que probablemente hará que sean más fáciles de ampliar”, señaló Charlie Weller, jefe del programa de vacunas de la organización Wellcome.

El caso de la influenza H1N1

Durante la pandemia de gripe A (H1N1) ocurrida en 2009 ya se registró un hecho referencial. Australia fue una de las primeras naciones en fabricar una vacuna, pero no la exportó de inmediato porque priorizó a sus ciudadanos.

“La mayoría de los países tienen leyes promulgadas que permiten al gobierno obligar a los fabricantes a vender en el país, y no veo que esto cambie”, afirmó Amesh Adalja, del Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud en Estados Unidos.

Ni siquiera la OMS tiene la potestad de ordenar la fabricación de vacunas a escala global y mucho menos la distribución. Simplemente quedaría en manos de cada país.

La CEPI, un fondo creado en 2017 para financiar y coordinar vacunas durante epidemias, resaltó que se trata de un enorme “desafío” para los gobernantes.

“Este es un desafío que los gobiernos, los líderes mundiales en salud y los reguladores deben abordar de manera urgente y colectiva mientras continúa el desarrollo de la vacuna COVID-19”, indicó Mario Christodoulou, gerente de comunicaciones de CEPI.