En Ecuador está ocurriendo lo que cíclicamente ocurre cada cierto tiempo en los países en los que gobiernan regímenes de derecha liberal, que un día el paraíso capitalista se va al carajo, estalla una gran “crisis” económica y entonces los gobernantes deciden aplicar el shock. Es decir, deciden hacerles pagar el desmadre financiero, el fallo en el sistema, a los que menos tienen. Son por lo general políticas brutales que recortan el gasto público y los derechos de los ciudadanos comunes, condenándolos a más precariedad y en muchos casos a la miseria y a la muerte. En Europa, la crisis de 2008 se zanjó con el famoso rescate, esto es, salvar bancos, no gente. Lenín Moreno acaba de dar un paquetazo de ajustes dramático que tiene a gran parte del país vecino movilizado y protestando por las medidas, manifestaciones que ha encabezado el movimiento indígena, señalando las políticas extractivistas como trasfondo de la debacle. ¿Y qué hace nuestro maravilloso gobierno de Vizcarra que aquí los despistados llaman chavista? Alinearse con los gobiernos más fachas de América Latina, Brasil, Colombia y Argentina, hambreadores y discriminadores de sus pueblos, para enviar un mensaje de apoyo a Lenín –que el ruso se revuelva en su tumba–, en el que respalda sus medidas, justifica su accionar represivo y rechaza “todo intento desestabilizador” del “régimen de Nicolás Maduro”. Para nuestro presidente el legítimo clamor del pueblo ecuatoriano se reduce a “actos de violencia y alteración del orden público”. No, se llama democracia y no lo es. Por eso, que el “que se vayan todos” no pierda vigencia, porque estos políticos no nos representan.