César Ritter protagoniza Escape room, una comedia española que pone a los personajes al límite, en el Teatro Peruano Japonés. El texto que dirige Juan Carlos Fisher tiene más de un paralelismo sobre nuestra política. “Son dos parejas que, ante el miedo, empiezan a sacar lo peor de ellos y muchas verdades”, nos dice el actor. “La leí y me pareció potentísima, también por el momento que estamos pasando, se juntó con nuestra realidad”, añade.
—Fisher dice que habla de la intolerancia y que nos refleja de alguna forma. ¿Opinas lo mismo?
—Totalmente. Hay una corriente de… polarizar y les está resultando a los políticos porque así se cubren o ganan adeptos y tapan un poco sus fechorías, sus denuncias y demás cosas.
—Venías de hacer stand up comedy, ¿cómo construyes este personaje?
—Lo leí bastante y tenía varias imágenes, las he tomado de personas que me parecía que se asemejan. Yo sentí que era como un niño que necesitaba abrazos y contención. Está tratando de ser aplaudido y alabado. He tenido que humanizarlo y abrazarlo, si no, no hubiera podido hacer el personaje. Él es un conservador, es alguien de familia muy conservadora en una sociedad tan machista.
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—En nuestra actualidad ¿cuán necesario es reírse de uno mismo?
—Mucho. Creo que en estos tiempos nos hemos dado cuenta de que el miedo saca lo peor de nosotros… la pandemia, la política. Entonces, creo que hay que desdramatizar para poder dialogar. Al final, nos han empujado a tener que decidir entre dos bandos que están totalmente alejados a la mayoría de peruanos que buscan un bien común. Se ha satanizado y se han usado etiquetas, como en todo el mundo. Ahora hay violencia, no es posible llegar a acuerdos y eso les conviene a los extremos.
—En algún momento también fuiste cuestionado por un político en redes sociales. ¿A qué crees que se debe esta violencia?
—Es porque nos han puesto a todos en un mismo saco para que tratemos de no opinar, que nos silencien. Creo que la mayoría no quiere a ninguno de estos políticos. La pelea entre derechas e izquierdas es absurda en este país, porque la izquierda está de la mano de la ultraderecha, ahora mismo lo estamos viendo, están juntos. Lo de ‘caviar’ o ‘no caviar’ es para reírse porque ahora ningún político representa a nadie, es la clase política más triste que hemos tenido —y eso que ya hemos tenido bastante mala—, pero ojalá haya representantes de izquierda, de centro y de derecha que valgan la pena. A mí me han dicho de todo: ‘facho’ y, por otro lado, ‘caviar’.
—Hablando de cine, Muerto de risa ya tiene fecha de estreno.
—Se ha hecho con el apoyo de la gente, hemos recaudado fondos y se logró hacer, estoy muy orgulloso de mi trabajo y del equipo. Mi personaje es un conductor de un programa cómico que deja de reírse y de hacer reír, eso a partir de la muerte de su papá, así que decide encontrar la verdadera raíz del problema. El humor que él utilizaba era atacar y menospreciar a los demás, pero busca ayuda y se da cuenta de que para el humor es necesario mirarse por dentro.
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—¿Más de uno en televisión se sentirá identificado?
—Seguramente, varios. Yo me he sentido muy identificado, lo leí y me conmovió de una manera brutal. Siento que es el personaje que más he disfrutado hacer en mi vida. Me ha ayudado también a verme a mí mismo. Me cuestionó como hijo, como padre, como amigo… ha sido muy enriquecedor.