Espectáculos

César Ritter: “Nos cuesta mucho ser frontales”

Actor comenta sobre Charada, puesta teatral que pone en jaque a tres parejas, y anuncia debut como director. 

“Nos cuesta mucho ser frontales”. Foto: difusión
“Nos cuesta mucho ser frontales”. Foto: difusión

En Charada, tres parejas comienzan a jugar y todos quieren demostrar que son los mejores y los más felices. Pero en medio de la competencia se irán revelando cosas ocultas y la diversión quedará en segundo plano.

César Ritter da vida a Sebastián, quien es el anfitrión de la casa junto con Úrsula Boza (Mónica). Allí se suscitará más de una situación en las que las ‘máscaras’ se caerán.

“Fundamentalmente, es una obra para que la gente se divierta, se desestrese y en ese juego se irán identificando con los personajes. Saldrán a relucir algunos problemas que ellos mismos evitaron para no pelearse”.  Va en el Teatro Pirandello, de jueves a lunes.

— La obra, sin querer dar mensajes, nos pide ser frontales.

Creo que a nosotros, los peruanos, nos cuesta mucho ser frontales. Creemos que ser frontal es ser confrontacional. Cuando uno es frontal, se piensa que está peleando y ahorita lo estamos viendo, por ejemplo, en la política. Es nuestra forma de vivir y lo podemos ver también en el fútbol. Vivimos con una pasión muy intensa como si fuera vida o muerte y nos cuesta poner cada cosa en su lugar. No soy sociólogo, pero siento que en líneas generales nos cuesta mucho ser frontales y todo lo tomamos de manera personal.

— El director Alejandro Clavier ha citado a Platón: “En una hora de juego se puede conocer más acerca de una persona que en un año de conversación”.

Sí. Estoy convencido de que, a través de los juegos, se puede conocer mucho más a una persona porque se libera de sus defensas y empieza a ser un poco más libre porque la misma dinámica te obliga y, en esa libertad, conoces a las personas.

César Ritter da vida a Sebastián, quien es el anfitrión de la casa junto con Úrsula Boza (Mónica). Foto: difusión

César Ritter da vida a Sebastián, quien es el anfitrión de la casa junto con Úrsula Boza (Mónica). Foto: difusión

— En diciembre, presentaste, con éxito, el unipersonal Papá Palayentis. ¿En algún momento, Lalo, tu personaje de ‘1000 Oficios’ te resultó una carga?

No, para nada. En Papá Palayentis conté mucho sobre ese personaje, fue como algo terapéutico, y ahora alisto un show donde cuento lo que me costó ser conocido mediáticamente sin antes ser reconocido por mis trabajos o experiencia. Siento que lo mejor en un camino es no saltar etapas. Primero ganar cierto reconocimiento y luego la exposición mediática. Pero a mí me vino al revés, y tuve que renunciar y me alejé un poco de todo eso y empecé a construir todo lo que ahora me hace sentir contento y feliz y lo que me hace también, de cierta manera, poder vivir con tranquilidad y felicidad por ese cariño y recuerdo bonito de la gente.

— En abril debutas como director de Plop Wiwi y Dodo.

Así es. Ya había dirigido algunas cositas y ahora estoy en este descubrimiento. Soy padre de dos niños y he disfrutado cada momento. Desde entonces me comenzó a interesar muchísimo el tema de los bebés, de su aprendizaje, fundamentalmente de cómo acompañarlos en sus primeros momentos. Con Els Vandell hicimos dos obras para bebés, yo estuve en todo el tránsito. Increíblemente en las dos obras me convertí en papá (de Lúa y André) y ahora, con la llegada de una mascota a mi familia, se me vino la idea de poner a los dos personajes con un perro. Es importante que se piense en el vínculo emocional del bebé con la mascota, cómo les ayuda a relacionarse y a encontrar seguridad.