“Mucha gente podría pensar que no se debe saber la historia tal como fue, sino saber la que te haga más orgulloso de tu país. Pero uno tiene que estar orgulloso, sea como haya sido la historia”, sostiene Leonardo Torres Vilar.
El actor será José de San Martín en la obra ‘Somos libres’ a partir de este jueves. El texto, una comedia, ha sido escrito por Eduardo Adrianzén, guionista también de la serie ‘El último bastión’.
“¿Qué estamos celebrando exactamente? Un hecho histórico, pero la ‘chamba’ no ha terminado. El pueblo, el pueblo sí ha sido olvidado y el nuevo gobierno puede hacerle caso y tratar de que todos avancemos, que nadie se quede atrás, olvidado. Eso sería maravilloso”. A pesar de la coyuntura y de que existen otras “esclavitudes”, el actor considera que hay, en general, esperanza. “Cuando se sinceró la cifra de muertos fue terrible. Pero me llama la atención lo rápido que se ha dado la vacunación, ya me puse mi primera dosis, soy pesimista para muchas cosas”.
‘Somos libres’
¿Es el San Martín de ‘El último bastión’? Con intenciones de generar grandes cambios, pero que le da poder a Monteagudo.
Claro, aquí es un poco lo mismo, lo veremos como un hombre de muy buenas intenciones, idealista, quiere la igualdad entre el hombre y la mujer, quiere la abolición de la esclavitud, pero se enfrenta con las realidades y los consejos de otras personas que le dicen que no es el momento para empujar cambios radicales. Básicamente, declara la independencia y al poco tiempo se va. San Martín es una figura importante en nuestra historia, sin duda, pero él no nos hizo libres. Cada uno se va haciendo libre. La esclavitud es el caso más interesante, no la pudo abolir, ¿no?
Claro, hubo intereses; en ese entonces, el esclavo era parte del patrimonio, la élite...
Exacto, la economía se basaba en la posesión de esclavos. Entonces, una cosa es lo que quieres y otra cosa cómo lo haces. San Martín decidió que no debía haber cambios radicales, se tenía que dar la independencia. Lo que debemos hacer hoy es… la independencia se declaró hace 200 años, pero tenemos que ganarla todos los días.
200 años después, ¿te sorprendió que las elecciones desnudaran el clasismo y racismo?
Esperaba que nos comportáramos más a la altura, pero lo que está ocurriendo ha reventado todo el clasismo y racismo y es, por ejemplo, lo que ha pasado con Tai Loy o el enfrentamiento político. No sé si la frase “el enemigo de un peruano es otro peruano” es correcta, pero es en esta circunstancia donde se nota si somos libres. Aparentemente no. ¡Qué pena!
Hablando de libertades, tú has sido crítico de la televisión. En general, ¿qué te ha parecido este último año?
He dejado simplemente de ver televisión peruana. La televisión sabe lo que le conviene económicamente. Son negocios. Pero los medios de comunicación son precisamente los que no deberían pensar únicamente en el negocio. La señal que utilizan es un bien público. La televisión, al igual que la medicina, la enseñanza, no deberían ser en primer lugar negocios. Si lo son, la humanidad está mal diseñada, es la verdad. Estamos pensando tanto en ganar dinero, riquezas, que aquello que ofrecemos es dañino.
¿Hay siempre un temor a la censura en el ambiente artístico? Les pasó algo cercano con ‘La cautiva’ en el 2015.
Hay un temor combinado con una confianza en que juntos podemos hacer la fuerza. Es lo que pasó con ‘La cautiva’, hubo este intento de censura y todos los artistas nos levantamos. Yo lo viví cuando estuve en la obra ‘Respira’ (2009); sin embargo, hicimos fuerza y la cosa continuó adelante. Dentro de mis peores amarguras está que ‘La Perricholi’ -fue una telenovela de buenísima factura y crítica con nuestra sociedad, como creo que debe ser el arte- fuera censurada, desmenuzada y hecha papilla en sus últimos capítulos por cuestiones “religiosas”. No somos libres.
¿Eres más optimista ahora?
En este momento, sí. Lo que queremos es saber de una vez quién va a gobernar y empezar todos a trabajar con esa persona. El gobierno no es cuestión de una persona, es cuestión de todos. Hay una cosa de la que nos podemos sentir orgullosos, dentro de lo malo y sangriento que fue el año pasado, es que en algún momento leí: “Se han metido con la generación equivocada”, esto a raíz de Merino y las marchas. Eso me hizo sentir orgulloso porque el gobierno tuvo que cambiar su dirección porque el pueblo no aceptaba lo que estaba ocurriendo. Creo que debe ser así. Si es un gobierno del pueblo y para el pueblo, pues que escuchen al pueblo. Y creo que en ese momento se le escuchó.
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