—¿Cuál es el balance regional de la seguridad alimentaria?
—La canasta básica ha subido en todos los países y es preocupante porque las poblaciones más pobres no tienen un salario mínimo adecuado para comprarse la canasta básica. La gente sale a trabajar y no sabe si cumplirá con sus necesidades alimentarias.
—Según la FAO, el Perú es de los más golpeados...
—Yo creo que todos los países están golpeados. Me referiré a las cifras de la Evaluación de Seguridad Alimentaria y Nutricional: un 51% de la población (peruana) está en inseguridad alimentaria al 2021. Es moderada esa inseguridad, pero de ahí sale que un 3,5% está en inseguridad alimentaria grave. En toda la región vemos cifras semejantes porque la interrupción de los sistemas alimentarios con el covid se tradujo en incremento de la pobreza.
—La pobreza alcanzó al 30% de los peruanos y los bonos ayudaron a contener su avance. ¿Debe prolongarse este programa?
—Lo más importante cuando se hace una transferencia monetaria o de alimentos es hacerla a los que necesitan. Hay que tener una buena base de datos y registros para que cuando haya un choque, como una sequía, inundación o deslave, se sepa a quién apoyar. Estamos de acuerdo en que, ahora con la crisis global, recomendamos a los Gobiernos aumentar sus transferencias sociales de una manera bien focalizada y que se ajusten a los precios elevados de la canasta básica. Es una recomendación no solo de PMA, sino de las Naciones Unidas.
—¿Cuáles son los males que atentan contra la seguridad alimentaria?
—La doble carga de la malnutrición al haber mucha gente con desnutrición crónica y obesidad. Aparte de la inseguridad alimentaria grave que durante la pandemia afectó a 17,7 millones de personas; que, pese a reducirse a 8 millones, con la crisis de Rusia y Ucrania volvió a subir. Sumado a los (altos) precios de combustibles tanto para la producción como transporte de alimentos y la crisis financiera. Muchos países tienen una deuda muy alta, pero no es el caso de Perú.
—¿Cuánto le cuesta al Perú?
—Perú tuvo una reducción muy alta de la desnutrición crónica al bajarla de un 48 a 25%, dependiendo de qué factor ves, a un 11%, aunque preocupa el aumento de la obesidad. A la región (estos males) le cuesta de 2 al 10% del PBI, y en el caso peruano es 4,6% del PBI al 2019.
—La demora en la compra de fertilizantes pone en riesgo la campaña agrícola. ¿Puede agravarse el panorama?
—Preocupa que si este año la gente no puede comprar por la canasta básica, tampoco pueda acceder a alimentos al no haber fertilizantes. La región importa el 78% de los fertilizantes que usa. Es necesario importarlo a tiempo y vemos este problema en toda la región por ser un mercad muy volátil. Podríamos tener menos disponibilidad de alimentos el año que viene si la producción se reduce debido a (la falta de) los fertilizantes.
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—¿Qué recomienda para fortalecer la seguridad alimentaria?
—Se puede apoyar a los productores locales a que vendan a las instituciones usando alimentos como el arroz fortificado, para tener una población más saludable, productiva y con mayor potencial. Perú ha hecho bien en tener una hoja de ruta para los sistemas alimentarios para poder resistir cualquier choque, asegurando la diversificación, reduciendo las importaciones y mejorando la autosuficiencia alimentaria.
—¿Entran las ollas comunes?
—Claro. El PMA apoya a las ollas comunes rescatando los alimentos que se van a perder de mercados y supermercados.
—¿Esas acciones son independientes a la legislación? Por qué las ollas comunes se sienten desamparadas.
—Hay muchas acciones que mencionamos que están avanzando en legislación. Directamente debemos trabajar con la legislación. Hay veces en que la acción precede o documenta la legislación. PMA y Gobierno hacemos pilotos para ver qué funciona y qué no.