A medida que envejecemos, no solo cambia nuestra apariencia física y salud, sino también nuestro olor corporal. Por esa razón, un recién nacido no huele igual que un adulto.
En ese sentido, quizás también hayas notado que la mayoría de las personas de la tercera edad poseen un aroma particular. Este es popularmente conocido como el ‘olor a anciano’ o el ‘olor a abuelo’. Incluso, en la cultura de Japón tiene un término propio: kareishu.
La sustancia responsable de este aroma penetrante —catalogado como ‘rancio’ o como ‘olor a grasa’— es una molécula llamada 2-nonenal. Esta se forma naturalmente cuando se oxidan los ácidos grasos de la barrera lipídica, que en la vejez son mayores.
Si bien esta fragancia es más frecuente a partir de los 60 años, la verdad es que desde mucho antes lo comenzamos a desarrollar.
El oral natural del cuerpo cambia debido a la interacción entre las sustancias químicas que emitimos con las bacterias de la piel humana que se encargan de oxidarlas.
Durante nuestros primeros años de vida, el olor de 2-nonenal es casi indistinguible ya que su presencia en la piel humana está en una cantidad menor.
Sin embargo, a partir de los 30 o 40 años, las moléculas ‘rancias’ se acumulan en grandes grupos a causa del aumento de producción de lípidos en la piel y la reducción de nuestra capacidad antioxidante natural. Ambos factores dan lugar al ‘olor a anciano’.
Sin embargo, con una mayor edad y una capacidad olfativa desgastada, este aroma puede ser imperceptible por uno mismo. Esto puede explicar también por qué a muchos mayores de edad le gusten los perfumes más intensos.
A diferencia del sudor, el ‘olor a anciano’ no se va simplemente con una mejor higiene. Esto ocurre porque los lípidos no son solubles en el agua.
Sin embargo, desde el descubrimiento de la molécula en 2001, varios laboratorios en el mundo trabajan en encontrar soluciones para recuperar el aroma de la piel joven.
La compañía cosmética Prima-Derm, por ejemplo, vende su perfume Inner, una fragancia para ambos sexos que atrapan a las moléculas que producen el característico olor a abuelo. Este posee principios activos como el Sirtalice y el Seadermium.
Por otro lado, Mirai Clinical, empresa japonesa, fabrica jabones y desodorantes explotando las propiedades antioxidantes del extracto de caqui, una fruta que ha demostrado neutralizar la molécula.