A dos años del inicio de la pandemia de COVID-19, el acceso equitativo a las vacunas sigue siendo limitado para los países empobrecidos como Sudáfrica. En contraste, otras naciones incluso ya administran una tercera (Latinoamérica) o hasta cuarta dosis de refuerzo (Israel).
Debido a esa desigualdad (amenazante para la aparición de variantes), un equipo de científicos, liderados por el biólogo estadounidense Peter Hotez y la microbióloga hondureña María Elena Bottazzi, ha desarrollado CORBEVAX, una vacuna contra la COVID-19 para los países empobrecidos.
Los creadores de CORBEVAX la apodan como “un regalo para el mundo” porque está libre de patentes, a comparación de otras vacunas contra la enfermedad causadas por el SARS-CoV-2 como Pfizer y Moderna.
En una entrevista con el diario El País, la microbióloga Botazzi sostuvo que las farmacéuticas "deberían ser más altruistas al calcular sus ganancias y cómo permitir mejorar la accesibilidad pública global". Foto: Peter Hotez / Twitter
En ensayos contra el coronavirus original, la solución ha demostrado ser efectiva en un 90%, mientras tanto hacen ensayos con la variante ómicron que se expande a un ritmo vertiginoso por el mundo, indica un comunicado de la institución sin fines de lucro que codirigen Hotez y Bottazzi.
A fines de 2021, CORBEVAX fue autorizada para su uso de emergencia en India, mientras tanto se espera que también lo apruebe Indonesia, Bangladesh y Botsuana.
La farmacéutica Biological E. Limited, que fabrica las vacunas CORBEVAX, planea producir 100 millones o más de dosis por mes a partir de febrero.
La farmacéutica Biological E. Limited fabrica las vacunas y planea producir 100 millones o más de dosis por mes a partir de febrero. Foto: Texas Children Hospital
El motivo de esta desigual distribución es que la producción de la mayoría de las vacunas contra la COVID-19 (ARNm y adenovirus) depende de la tecnología, las fábricas y el conocimiento.
“Lo que se ha visto con las otras vacunas es que, aunque la intención es que todo el mundo pueda acceder a ellas, hay limitaciones en cuanto a su fabricación a gran escala, su almacenamiento, la propiedad intelectual” señaló Botazzi en una entrevista con El País.
Al respecto de las farmacéuticas que monopolizan la producción de vacunas contra la COVID-19, Botazzi sostuvo que “deberían ser más altruistas al calcular sus ganancias y cómo permitir mejorar la accesibilidad pública global”.
“Nuestra vacuna ofrece un camino para poner fin a la crisis humanitaria que atraviesan los países de bajos y medianos ingresos en su lucha contra la variante delta”, señaló Hotez.
Mientras tanto esperan la aprobación de la OMS.
A diferencias de las vacunas de ARNm y de adenovirus, Corbevax se basa en una tecnología “tradicional” basada en subunidades proteicas. Este tipo de vacuna contiene proteínas de la espícula de un SARS-CoV-2 diseñado en laboratorio que son inofensivos y producen una respuesta inmune.
Durante décadas, este proceso de fabricación ha sido utilizado en vacunas contra la hepatitis B, el tétanos y la difteria. Por ese motivo, casi todos los países en el mundo estarían habilitados para fabricarlo.