El actual coronavirus, causante de la enfermedad COVID-19, ha mantenido al planeta en pandemia casi todo el año. La comunidad científica internacional ha dado pasos agigantados en la investigación sobre el SARS-CoV-2, pero reconoce que falta explorar.
Ahora, en un artículo reciente publicado en el diario The Washington Post, el director del programa Edificios saludables de la Escuela de Salud Pública TH Chan de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), Joseph G. Allen, escribió sobre la posible transmisión de la COVID-19 en los baños.
Bajo el título ‘Es hora de hablar sobre cómo los inodoros pueden estar propagando la COVID-19’, Allen subrayó el 1 de septiembre que se debe prestar atención al asunto en base a los estudios realizados hasta ahora.
Se refirió a una investigación desarrollada en China, publicada en el sitio web especializado ScienceDirect, en el cual detectaron partículas virales en un apartamento vacío durante mucho tiempo en el piso 16 de un edificio, en febrero pasado.
¿De dónde provinieron? De la descarga de aerosoles de un inodoro en el piso 15 del edificio, donde vivían cinco personas infectadas con coronavirus a principios de año. Al tirar de la llave, comprobaron que las partículas llegaron a los pisos 25 y 27, donde hubo más contagios.
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“Esto es lo que sabemos: cuando tira de la cadena de un inodoro, el agua que se agita y burbujea hace que la materia fecal se pulverice. Eso crea partículas que flotarán en el aire”, que se pueden llamar “bioaerosoles”, apuntó Allen.
El experto consideró sorprendente que se haya publicado “poco” sobre los retretes y el riesgo de enfermedades que conllevan. “El problema del inodoro podría extenderse más allá de su propio baño”, advirtió.
Mencionó un caso sucedido en 2003, durante la primera epidemia de SARS —primo hermano del actual coronavirus—, hubo evidencia de un brote en un edificio de apartamentos relacionado con las aguas residuales en Hong Kong (China).
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La causa fueron las trampas en formas de U de los desagües, que usualmente tienen un poco de agua para detener los vapores. Investigadores de la Universidad Heriot-Watt (Reino Unido) descubrieron que en algunos apartamentos estaban vacías.
De esta forma, los “bioaerosoles” de un paciente enfermo pasaron por las tuberías y llegaron al aire de otros departamentos, agregó el especialista de Harvard.
Joseph G. Allen ofreció una serie de sugerencias para el público en general. Primero, “la ventilación del baño es su mejor defensa”. Además, “si tiene un extractor de aire, enciéndalo cuando entre al baño y déjelo encendido cuando haya terminado”. De no contar con uno, hay que abrir las ventanas.
“En segundo lugar, asegúrese de que sus trampas en U no estén secas. Una forma fácil de comprobar esto es la simple prueba de olfateo. ¿Huele olor a gas de alcantarillado que sale del desagüe de la ducha o del fregadero? Si es así, eso le indica que su trampa en U podría estar vacía”, dijo.
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Otro tipo de consejos, de sentido común que difundió Allen, son: tirar de la cadena del excusado siempre que se use y cerrar la tapa para evitar que bacterias y virus penetren en el baño y se asienten en las superficies en forma de fómites (objeto inanimado que una vez contaminado puede ser fuente de transmisión).
“Cerrar la tapa. Las investigaciones han demostrado que los inodoros sin tapa aumentan el riesgo de que las bacterias y partículas más grandes se escapen al aire”, agregó.
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También limpiar y desinfectar las superficies del baño, así como un lavado “vigoroso” de manos después de usar el inodoro. “Por último, y quizás lo más importante, confíe en su olfato”. Si huele mal, abogo por no entrar y esperar que la habitación se ventile un poco.
“La vía fecal-oral es una vía de transmisión conocida (...). Si bien no tenemos un caso probado de transmisión de este tipo para el COVID-19, no es necesario esperar a que la ciencia aclare esto. Puede tomar el asunto en sus propias manos y aclarar las cosas usted mismo”, llamó.