El narrador y crítico peruano Julio Ortega, docente en la Universidad de Brown, entrega en esta entrevista su visión personal del Boom de la novela latinoamericana y de los escritores post Boom. Memorioso., Yanet Aguilar Sosa. México. ¿Está claro quienes conforman el llamado Boom de la novela latinoamericana? No tenemos duda en decir que están Mario Vargas Llosa , Gabriel García Márquez , Carlos Fuentes, Augusto Roa Bastos, Julio Cortázar , 50 años después. Pero ¿a quiénes más se puede inscribir en el Boom latinoamericano? Cada escritor ha tenido una propuesta distinta. Y me temo que el Boom se confunde ya con la misma novela latinoamericana de las décadas del 60 y 70. Trabajando en la idea del canon en Carlos Fuentes descubrí que había ensayado, casi deportivamente, varios y distintos ordenamientos, tanto en sus artículos como en sus libros. Con su ayuda, he organizado algunos coloquios internacionales sobre la nueva narrativa hispanoamericana, y siempre hemos incluido nuevas voces. Me doy cuenta de que Fuentes cotejaba perspectivas de lectura en esas sumas parciales, quizá como una rebeldía anticanónica, que yo, por mi lado, había definido como una “poética del cambio” y como un “arte de innovar.” Sospecho que a Carlos no le gustaba el término Boom, más bien comercial y periodístico. Fuentes prefería hablar de “Nueva novela latinoamericana,” lo que es menos superficial y más inclusivo. En todo caso, en el canon de “la nueva novela latinoamericana” entiendo que habría que incluir a José Donoso, Guillermo Cabrera Infante, Jorge Edwards, Manuel Puig, Luis Rafael Sánchez, Adriano González León, entre otros. También se ha hablado de un posboom, integrado por Fernando del Paso, Tomás Eloy Martínez, Salvador Garmendia, Nélida Piñón, Severo Sarduy, Alfredo Bryce Echenique, Luisa Valenzuela, Sergio Ramírez, José Balza, Ricardo Piglia, Juan José Saer, Antonio Skármeta, José Emilio Pacheco, entre varios más. LOS MAESTROS ¿Quiénes son los maestros de este grupo de narradores? ¿A quiénes reconocen ellos como sus antecesores? Fuentes escribió hace 50 años un artículo sobre los maestros de la nueva novela: Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier, Juan Rulfo y Julio Cortázar. Cortázar le agradeció el ensayo pero le dijo que no se sentía cómodo al lado de Carpentier, que era un escritor que se acostaba con las palabras mientras que él se peleaba con ellas. Sin embargo, Cortázar después reconocería en José Lezama Lima, un escritor gozosamente barroco, a uno de los grandes maestros. Onetti es también de los renovadores. Y la lección de Rulfo es para siempre. Pero es indudable que Borges fue la gravitación mayor, la impronta indeleble. Por cierto, Borges fue el primero en descreer del valor del Boom. Tal vez porque no creía en la novela misma. Yo una vez le pregunté si sabía de una novela llamada Cien años de soledad. “Sí, respondió, me dicen que es una novela que dura cien años.” ¿Qué ha significado el Boom para la literatura hispanoamericana? Mi tesis es que, por primera vez, la novela fue el discurso en el que los latinoamericanos nos conocimos como tales. Antes no había ocurrido. Carlos Fuentes fue el primero en proponerlo, y García Márquez el primero en celebrarlo. Vargas Llosa nos recordó que ese autorreconocimiento podía ser también trágico, como habían adelantado Rulfo y José María Arguedas. Nuestra nueva ciudadanía, la de latinoamericanos, hijos de la imprenta y la escritura, nos la dio la nueva novela hispanoamericana. Antes, la buscábamos en la parte indígena, en la supuesta síntesis del mestizaje, en los partidos políticos, en la idea de la Revolución, en las promesas del programa de la Modernidad. Algunos, sin poner a prueba su competencia, la encontraron en el Estado y sus privilegios. De allí la demanda de libertad de estas grandes novelas. Nos forjaron como lectores plenos, capaces de reconocer nuestra mutua humanidad en la libertad de la lectura creativa, esa básica civilidad de la gente del libro. Penosamente, hoy vivimos un exceso de violencia, en todas sus formas, y ese horizonte cotidiano gravita sobre el lenguaje, que se ha deshumanizado, tanto en las redes sociales como en el periodismo y en la esfera pública, de modo que las palabras están recargadas de resentimiento, virulencia y mala fe. Ese canibalismo verbal (basta con leer los comentarios de los lectores en los diarios y blogs) revela una patología social. LA CRÍTICA ¿Hubo críticos gravitantes en el éxito del Boom? Sin duda. Los principales fueron el crítico uruguayo Emir Rodríguez Monegal en Mundo Nuevo (París); el mayor periodista literario y primer cronista, Tomás Eloy Martínez en Primera Plana (Buenos Aires); así como los críticos españoles Rafael Conte (El País) y Joaquín Marco (La Vanguardia). Fueron decisivos algunos editores, como Carlos Barral, Francisco Porrúa y Joaquín Diez Canedo. Y, sin duda, la agencia literaria de Carmen Balcells que fue, más que una agencia, la capital del Boom. ¿Cuál es realmente la novela que detonó el Boom latinoamericano? Vargas Llosa señaló en su discurso de recepción del Premio Internacional Carlos Fuentes que la primera novela del Boom es La región más transparente (1958). La observación de Mario demuestra que el Boom tiene historia y que hoy podemos proponer su genealogía más imparcialmente, libres (gracias también a la novela) de la enemistad de la política y la mediocridad de los valores impuestos por el mercado. Hay consenso en que la nueva narrativa hispanoamericana adquiere validez internacional cuando en 1961 Borges compartió el Premio Formentor con Samuel Beckett. Fuentes contaba que el Boom empezó cuando llamó a José Donoso desde Nueva York para decirle que una de sus novelas se iba a traducir al inglés. Pepe enmudeció y se escuchó ¡búm! Tomó el fono Pilar y le dijo: Pepe se ha desmayado. Allí nació todo, decía Carlos, cuando Donoso no pudo creer que estaría en inglés. LAS ESCRITORAS Se suele decir que no hubo escritoras en el Boom. No es cierto. Puedo citar a Silvina Ocampo, Elena Garro, Rosario Castellanos, Clarice Lispector, Julieta Campos, Inés Arredondo, Elena Poniatowska, Luisa Valenzuela, Margo Glantz, Victoria de Stefano, Rosario Ferré, Diamela Eltit...Ellas han hecho de la novela no solo una trama afectiva sino un espacio de la subjetividad, cuyo centro es el cuerpo vulnerable y sancionado. Ese poder indagatorio no es menos universal que el brío inventivo y la fuerza crítica de las grandes obras del Boom. LA GRAN TRAYECTORIA DE JULIO ORTEGA Es crítico, ensayista, profesor, poeta y narrador peruano, cuya obra de pensamiento es una de las más importantes de América Latina, por sus lúcidas reflexiones acerca de la literatura y sus relaciones con la historia y la sociedad. Nació en Casma (1942), es profesor en Brown University, y en diversas universidades americanas y europeas, vive en Estados Unidos desde hace treinta años, aunque también ha residido por periodos en Barcelona, Londres, Lima, México y Caracas. Entre sus publicaciones críticas sobresalen El discurso de la abundancia, Una poética del cambio, Arte de innovar, Retrato de Carlos Fuentes, El principio radical de lo nuevo, Caja de herramientas y Prácticas culturales para el nuevo siglo chileno, así como múltiples obras narrativas.