Baleado cinco veces por no pagar cupo: mototaxista espera operación desde julio y pide ayuda urgente para no perder su pierna
El transportista de SJL tiene tres proyectiles alojados en una pierna y dos en el otra. Asegura sentirse abandonado por las autoridades y vive de la ayuda de vecinos mientras afronta costosos gastos médicos. "Tuve que vender mi mototaxi", señala.
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Policarpo Quispe, mototaxista desde hace casi una década, lucha hoy por no perder una de sus piernas tras haber sido baleado cinco veces por presuntos extorsionadores. El ataque ocurrió cuando trasladaba a un pasajero: “Aparecieron dos señores en una moto, vestidos de negro. Me cerraron el paso y uno de ellos ya tenía el arma en la mano. Ahí nomás me empezó a disparar", declaró para La República.
Desde julio, Policarpo espera una intervención quirúrgica especializada que le permita retirar las balas alojadas en ambas piernas y evitar una posible amputación: recibió dos impactos en una y tres en la otra. Mientras el tiempo pasa entre citas médicas y exámenes pendientes, su situación económica y familiar se ha vuelto crítica: no puede trabajar, no tiene ingresos y era el único sustento de su hogar.
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Ataque en San Juan de Lurigancho estuvo ligado a la extorsión
De acuerdo con su testimonio, el atentado estuvo relacionado con las amenazas de extorsión que venía recibiendo la asociación de mototaxistas a la que pertenecía: Los Pioneros. “A los dirigentes les llegaban mensajes pidiendo S/ 20.000, S/ 30.000 para dejarnos trabajar tranquilos”, afirma. Aunque el caso fue denunciado, asegura que no hubo respuesta efectiva. “La Policía sabe, lo denunciamos, pero hasta ahora no pasa nada”, afirma.
Aunque Policarpo no ocupaba ningún cargo dirigencial, terminó siendo una de las víctimas más afectadas. “Yo solo soy trabajador”, señala. Tras los ataques, muchos de sus compañeros dejaron de laborar por miedo: “Éramos más de 120, ahora solo quedan 30 o 35, sin protección y de manera informal. Los demás se han desaparecido”.
Luego de ser herido, fue trasladado de emergencia a un hospital cercano, donde solo pudieron limpiarle las heridas: “Me dijeron que acá no podían operarme, que tenía que ir a otro hospital, y así me han estado pasando de uno a otro”. Desde entonces, ha sido derivado por varios centros de salud hasta llegar al Hospital Hipólito Unanue, donde recién ha logrado avanzar con algunos exámenes especializados.
Los médicos le han advertido que la demora en la operación representa un riesgo serio. Las balas habrían causado daños internos y coágulos que, de no tratarse a tiempo, podrían derivar en el peor escenario posible: "una amputación. Eso es lo que más miedo me da". Actualmente se moviliza en andador y silla de ruedas y apenas puede dar algunos pasos dentro de su vivienda.
Sin ingresos y con una familia que sostener
Antes del ataque, como en muchas familias, él era el único ingreso de su familia. Hoy, sin poder trabajar, se ha visto obligado incluso a vender su mototaxi para cubrir gastos básicos. Su esposa es ama de casa y juntos tienen una familia que mantener que sobrevive gracias a la ayuda de vecinos solidarios y a pequeñas actividades comunitarias. Sin embargo, el apoyo es insuficiente frente a los gastos médicos y la alimentación diaria. “No tenemos seguro, no tenemos apoyo de ninguna institución”, lamenta.
Por ello, Policarpo hace un llamado directo a las autoridades para que su caso sea atendido con urgencia y se agilice su operación. También pide mayor presencia policial e investigaciones efectivas frente a las extorsiones que, asegura, continúan afectando a los trabajadores del transporte informal en su distrito.
Su historia refleja una realidad que golpea a cientos de trabajadores que, además de enfrentar la inseguridad, quedan desamparados tras la violencia.
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