Tsunamis en el Perú: la amenaza real que seguimos subestimando
Según especialistas, si bien existen avances en el sistema de alerta de nuestro país ante eventos sísmicos, su implementación es incompleta y la reacción ciudadana sigue siendo insuficiente ante emergencias reales.
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En un día de playa cualquiera, una familia podría pensar que el peor escenario sería una leve quemadura de sol. Sin embargo, si en algún momento del día el mar comenzara a retroceder y la brisa se convirtiera en un aviso de alerta, estas personas, sin saberlo, se encontrarían enfrentando a una carrera contra el tiempo para proteger sus vidas. Es aquí, en los primeros minutos de una situación como esta, que ciertos factores cruciales determinarían la posibilidad de salvaguardar su seguridad.
En el Perú, la última vez que se registró un tsunami de gran magnitud fue en el año 2001, en la región de Arequipa, luego de un terremoto de magnitud 8.4. El siniestro afectó principalmente a la localidad de Camaná, con olas de 7 metros que inundaron sus costas y terminaron por arrebatarle la vida a 23 personas. Actualmente, 24 años después, el país cuenta con un sistema de alerta que difunde el aviso de desastres a la ciudadanía a través de sus teléfonos, así como bocinas implementadas en zonas del litoral, señaléticas y rutas de evacuación. Sin embargo, en el último sismo, registrado el Día del Padre, que alcanzó una magnitud de 6.1, las alarmas de un voceado sistema de alerta que aún no se completa desde el año 2020 se hicieron esperar. Asimismo, según especialistas, nuestros sistemas de evacuación son prácticamente ineficientes en varias zonas del litoral. Ante esto, la pregunta es clara: ¿estamos realmente preparados para una nueva emergencia como la vivida hace 24 años?
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¿Cuál es el mayor reto a enfrentar en una situación de emergencia durante un tsunami?
El ingeniero Carlos Dávila, investigador del Cismid, opina que, en una primera instancia, el mayor reto al que se enfrentaría la población es el tiempo. “El principal problema en un tsunami es cuando es originado por un sismo cercano. En este caso, las olas arribarían en cuestión solamente de minutos. Nuestras simulaciones han determinado que en Lima llegaría aproximadamente en un promedio en 20 minutos. Entonces, el reto de la población es actuar en solamente en este tiempo”, señaló.
Esto implicaría que, una vez ocurrido el sismo, la primera acción a tomar debe ser el resguardo en un lugar seguro, responder adecuadamente durante el movimiento y luego evacuar. Para ello es importante conocer los refugios y que las zonas costeras cuenten con una correcta señalización. “El tiempo es muy corto en realidad y, si no conocemos las rutas de evacuación o las zonas de refugio, el tiempo quedaría muy corto”, agregó.
Por otro lado, César Jiménez, sismólogo y físico de la UNMSM, afirmó que en nuestro país se emplean sistemas de alerta para estos casos como el SASPe, una iniciativa nacional impulsada por el IGP y compartida con INDECI, Cenepred y el Ministerio de Defensa. Según explicó Jiménez, este sistema de alerta funciona a partir de una “red sísmica nacional que tiene sensores en el continente, en la zona territorial de nuestro país”. Sin embargo, advirtió que se ahorraría tiempo crucial si se implementara “una red sísmica submarina”, lo cual no sucede en el Perú.
“Supongamos que ocurre un sismo con epicentro cerca a la fosa marina, es decir, a una distancia de 150 Kilómetros de Callao. La onda sísmica demoraría unos 20 segundos en llegar al primer sensor, esos son 20 segundos que se pierden. En cambio, si tuviéramos esta red submarina, el sensor solo tardaría de uno a dos segundos. He ahí su importancia”, afirmó. Jiménez considera que, a pesar de que el sistema nacional de alerta es bueno, ya que funciona con un algoritmo basado en inteligencia artificial y los sensores sísmicos ubicados en el territorio se comunican de manera satelital y en tiempo real, es necesario implementar este sistema de sensores en el mar para tener una cobertura completa.
¿Por qué la alerta del Sismate no llega al mismo tiempo en todos los dispositivos?
Por otro lado, tenemos la alerta del Sismate, que llega a toda la población a través de los dispositivos móviles. Según Carlos Huamán, especialista en telecomunicaciones, la última alerta de un posible tsunami por parte de La Marina evidencia la importancia del servicio móvil y el rol de la conectividad en una emergencia como esta. Afirmó que es de suma importancia que se generen “todas las políticas necesarias para alcanzar el acceso” de las poblaciones más alejadas y que el impacto de estas emergencias sea el menor posible.
Respecto a la alerta del Sismate, indicó que es técnicamente inviable la emisión de una sola alerta en todos los teléfonos de manera simultánea, y que un posible desfase en el aviso podría responder a “a ciertas condiciones tecnológicas de los operadores”. “Nunca ocurre que todas tengan una comunicación de telefónica o de internet simultánea”, afirmó.
Comunicación a la población y cultura de prevención de desastres:
En el año 2020, se acordó la creación del Sistema de Alerta de Sismos (SASpe), una idea que contempla la instalación de 114 sirenas a lo largo de todo el litoral para alertar a la ciudadanía la llegada de sismos de magnitud 6 en adelante. Sin embargo, el pasado julio, la Defensoría del Pueblo indicó que, luego de 5 años desde la propuesta, hasta la fecha solo se realizó la instalación de algunas sirenas en Lima, Ica y Arequipa, dejando expuestas a las demás regiones.
En este sentido, la entidad exhortó la culminación de estas torres de alerta sísmica en toda la costa. En una respuesta que no se hizo esperar, Indeci afirmó que el sistema estaría completo para octubre de este año, y que el motivo por el que no sonaron las alarmas el pasado 20 de julio se debió a que la primera lectura sísmica fue de magnitud 5.7.
“El evento ocurrido este 30 de julio y hace un mes, el temblor que tuvimos, sirven como simulacros, para poder verificar y evaluar cómo funcionaron estos sistemas. Considero que el Sismate funcionó muy bien. Sin embargo, hay que considerar que este fue un evento para el cual tuvimos horas de reacción, en un tsunami de origen cercano, probablemente solo tendríamos 30 minutos, entonces ahí sí sería crucial recibir esta información”, indicó Jimenez.
Sin embargo, respecto a la cultura de prevención de desastres advirtió que la ciudadanía tiende a optar por la vía menos segura, como el pasado miércoles, luego de que se emitiera la alerta por parte de la Marina de Guerra respecto a un posible tsunami, cuando algunos no quisieron acatar la evacuación e incluso otros asistieron a los puertos para contemplar el posible tsunami. “Es una mala idea ir a ver in situ la ocurrencia de un evento como este. Un tsunami, cuando llega a la costa, por lo general incrementa su amplitud, lo que significa que puede llegar a ser más grande. Podríamos tener olas de hasta 10 metros en el Callao, y considerando que la velocidad de estas olas es mucho mayor a la del mejor corredor del mundo. Entonces, si estoy en la costa y veo que viene un tsunami, claramente la ola va a ganar”, advirtió.
Especialistas resaltan necesidad de educar a la población
Jiménez planteó que existe una necesidad de educar a la población respecto a la gestión del riesgo de desastres, especialmente frente a fenómenos como tsunamis, sismos, huaicos o heladas, según el entorno geográfico de cada región. Indicó que uno de los problemas principales es el desconocimiento generalizado, lo que lleva a muchas personas a minimizar los riesgos y actuar con imprudencia, poniendo en peligro sus vidas.
En este sentido, indicó que el gobierno debería implementar sistemas de comunicación de alerta, tomando como ejemplo a otros países que interrumpen la señal de televisión o utilizan megáfonos para emitir advertencias. “Tendríamos que educar a la ciudadanía mediante, tal vez, propagandas alusivas a la gestión de riesgo de desastres en las televisoras, y también a través de la prensa. Debe ser parte de la educación que tiene la población”.
Poca preparación ante desastres deja víctimas mortales
Respecto a los puntos por mejorar, Jiménez comentó: “Yo creo que el punto débil (de nuestro actual sistema de alerta) radica en la instalación de sirenas de aviso a la población. Hace un tiempo instalaron algunas en el Callao, pero cuando se puso a prueba, no funcionaba como debería y el sonido se confundía con el ruido de los autos y las calles. Se deberían instalar sistemas potentes y anticorrosivos, considerando que estará en la zona del litoral”. Además, advirtió que deberían implementarse más señaléticas a lo largo de toda la zona costera del país.
Por otro lado, el especialista del Cismid indicó que esto se debe a que no se le da la importancia debida a esta clase de emergencias: “El principal problema es que, debido a su poca frecuencia, tendemos a emergencias como el tsunami y, en consecuencia, también el Gobierno. No le ha dado la importancia debida. Esto implica que no estén ubicadas adecuadamente las señaléticas. Hay distintos tipos de señales, como las de las zonas de peligro, que tendríamos que encontrar dentro del área en la que se espera la inundación, o señales de las zonas seguras, además de las rutas de evacuación. Sé que en zonas del Callao sí se tienen, pero no en otras regiones”.
Además, recordó que los incidentes registrados en Arequipa e Ica dejaron víctimas mortales debido a una falta de preparación y educación en temas de prevención de desastres. “En Camaná, donde ocurrió el tsunami del 2001, la población no estaba preparada adecuadamente. En Paracas, en 2007, también hubo un tsunami como consecuencia del sismo en pisco y personas que fallecieron. Entonces, se tuvo este resultado debido a la falta de preparación y señalización”, concluyó.
Perú en el plano internacional
En Japón, la Agencia Japonesa de Gestión de Incendios y Desastres (FDMA) lanzó J-Alert, un sistema de alerta temprana que transmite información de emergencia instantánea sobre amenazas como terremotos, tsunamis y misiles balísticos a través de alarmas y mensajes en altavoces públicos.
J-Alert es un sistema satelital que permite a las autoridades transmitir alertas rápidamente a los medios de comunicación locales y a la ciudadanía directamente a través de un sistema de altavoces. Según las autoridades japonesas, se tarda aproximadamente un segundo en informar a las autoridades locales y entre 4 y 20 segundos en transmitir el mensaje a la ciudadanía. Además, se emite en 5 idiomas: japonés, inglés, mandarín, coreano y portugués.
Para Carlos Dávila, este sistema, al igual que el de Chile, reconocido por su sistema de alerta en un plano más regional, supera al nuestro con amplitud debido a la rapidez de sus alertas. “Nuestros modelos numéricos todavía no están tan sofisticados, como los tienen Chile o Japón, que sí pueden obtener este tipo de información en minutos (…) El modelamiento numérico respecto a cómo es que se comportaría un tsunami demora mucho. Es una demanda computacional muy alta y simular un tsunami nos puede demorar unas tres o cuatro horas. Dar a la población esa información en ese tiempo no es viable para un sismo de origen cercano”, concluyó.
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