Wilfredo Ninasqui el 'Loco Bomba': el secuestrador que asaltó un banco de Gamarra y paralizó a todo el Perú
Durante casi siete horas, 33 personas vivieron el miedo de frente dentro del BBVA, mientras el país entero seguía cada movimiento.
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El 3 de diciembre del 2010, el emporio comercial de Gamarra se convirtió en un campo de tensión. A plena luz del día, un hombre armado tomó por asalto la agencia del BBVA ubicada en La Victoria. Su nombre: Wilfredo Ninasqui Barrios. Su apodo: ‘Loco Bomba’. Portando una mochila con supuestos explosivos y una pistola en mano, redujo al personal y a la clientela, y convirtió el banco en una trampa con 33 rehenes.
Desde el primer instante, la escena se volvió caótica. El atacante exigía US$2 millones, una moto, esposas y un helicóptero sin cámaras ni rastreo. Con cada minuto que transcurría, el miedo aumentaba. Afuera, francotiradores tomaban posición, mientras miles de personas seguían el caso por televisión y se preguntaban si aquello tendría un desenlace trágico.
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Un asalto planeado al detalle con exigencias inusuales
Wilfredo Ninasqui no era un delincuente común. Tenía 29 años y había nacido en Yauyos. Abandonó el servicio militar y solía describirse como físico e inventor. Sus publicaciones en redes sociales revelaban una mente desordenada: hablaba de experimentos, teorías conspirativas y planes para hacerse millonario. Aquella mañana, ingresó al banco con una mochila negra, afirmó tener una bomba y no dudó en encerrar a todas las personas que se encontraban dentro.
El plan había sido pensado hasta el más mínimo detalle. Exigió dinero nuevo, revisó cada billete por si contenía algún rastreador y dejó claro que no saldría sin lo que pedía. La tensión persistía mientras conversaba con los negociadores. Aseguraba que no confiaba en nadie y que no temía morir. Su forma de actuar demostraba que no improvisaba, aunque su plan tuviera escasas posibilidades de éxito.
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Final trágico: disparo letal y operativo exitoso
Cuando habían transcurrido casi siete horas, la Policía puso en marcha una estrategia. Mientras un helicóptero sobrevolaba la zona para desviar la atención, un equipo especial perforó una pared. El momento clave llegó cuando un francotirador obtuvo el ángulo preciso y disparó directamente a la cabeza. El secuestrador cayó al suelo. Fue trasladado al Hospital Dos de Mayo, donde se confirmó su muerte poco después.
Todos los rehenes sobrevivieron. Solo una mujer embarazada y un joven resultaron con lesiones menores. La historia de Ninasqui dejó una marca en la memoria colectiva. Fue el caso que evidenció cuán vulnerable puede ser una ciudad entera cuando una sola persona decide romper con todo.























