Contaminación importada: trenes Caltrain a diésel de López Aliaga elevarían emisiones de carbono en Lima
Expertos advierten que estos trenes diésel de Caltrain, desechados en EE. UU. por ser contaminantes y traídos por López Aliaga, representan un riesgo para la salud pública y el medio ambiente, contraviniendo el objetivo de modernizar el transporte.
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Aunque fueron promovidos como una solución al caos del transporte informal, los trenes Caltrain propuestos por el alcalde Rafael López Aliaga podrían convertirse en una nueva fuente de contaminación para Lima, una ciudad que ya enfrenta niveles alarmantes de polución.
Lejos de ofrecer una alternativa limpia y moderna, estos trenes, importados desde Estados Unidos y propulsados por diésel, han sido señalados por especialistas y autoridades como una amenaza directa a la salud pública y al medio ambiente. De concretarse su implementación, Lima apostaría por un sistema de transporte basado en tecnología obsoleta y altamente contaminante.
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Una capital cada vez más contaminada
Según un informe publicado en 2024 por la organización internacional IQAir, Lima se encuentra entre las capitales más contaminadas de América Latina y ocupa el puesto 53 a nivel global en calidad del aire. Uno de los distritos más afectados es el Cercado de Lima, donde el tráfico excesivo y la circulación de vehículos antiguos con motores a combustión elevan significativamente los niveles de partículas tóxicas en el aire.
En este contexto, incorporar trenes que funcionan con diésel solo agravaría la situación. Este combustible, derivado del petróleo, libera compuestos altamente dañinos para la salud, asociados a enfermedades respiratorias y cardiovasculares, además de contribuir significativamente al cambio climático.
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Un sistema descartado por Estados Unidos
El senador de California, Dave Cortese, advirtió que los trenes Caltrain enviados a Lima fueron retirados del servicio en Estados Unidos debido a sus altos niveles de contaminación. En su lugar, California ha invertido en trenes eléctricos, más limpios y sostenibles, al reconocer que los modelos anteriores representaban un riesgo ambiental.
Carlos Alva Huapaya, ingeniero ambiental y docente de la Facultad de Ingeniería Ambiental de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), advirtió que la implementación de estos trenes en Lima podría elevar considerablemente los niveles de contaminación, afectando tanto a los usuarios como a las personas que viven cerca de las estaciones.
A diferencia de los trenes eléctricos que muchos países han adoptado para minimizar su impacto ambiental, los Caltrain que se planea utilizar en la ruta Lima–Chosica tienen más de 40 años de antigüedad. “Esto implica una alta emisión de dióxido de carbono (CO₂), un gas de efecto invernadero que contribuye al calentamiento global”, explicó Alva Huapaya. También indicó que estos trenes emiten óxidos de nitrógeno, contaminantes que generan smog fotoquímico y afectan la salud respiratoria.
Aldo Facho, presidente de la Comisión de Urbanismo y Hábitat del Colegio de Arquitectos del Perú, también cuestionó esta medida. Aunque reconoce la necesidad de combatir el transporte informal, considera que recurrir a unidades obsoletas y contaminantes no es el camino adecuado para una ciudad que necesita soluciones modernas y sostenibles. “Son trenes antiguos que fueron dados de baja por ser contaminantes. Pensar que la reforma del transporte público en Lima y Callao se base en tecnología descartada por otros países resulta lamentable”, afirmó.
Además, una locomotora diésel puede almacenar hasta 5,500 galones (20,820 litros) de combustible. Su uso diario incrementaría los niveles de gases tóxicos en la atmósfera, como el monóxido de carbono y el hidrógeno.
“El estado de California consiguió los recursos para reemplazar este sistema contaminante por trenes eléctricos. El motivo fue precisamente su impacto ambiental negativo. Resulta preocupante que trenes desechados por contaminación terminen operando en otros países”, agregó el experto.
Una sociedad en riesgo
Alva señaló que la exposición constante a estos contaminantes puede provocar enfermedades graves, como cáncer y afecciones cardiovasculares. “El material particulado fino, conocido como PM2.5, penetra profundamente en los pulmones, causando daños severos”, afirmó. “El efecto sería comparable al de estar expuesto continuamente al humo de tabaco”.
Lima ya se encuentra entre las ciudades más contaminadas del continente. La llegada de estos trenes antiguos solo agravaría el panorama. “A esto se suma la quema de residuos y el mal estado de la infraestructura ferroviaria. Los sólidos acumulados en los rieles también pueden aumentar la contaminación”, advirtió.
El ingeniero explicó que si el servicio de trenes opera a diario, los niveles de contaminantes se mantendrán elevados, afectando de manera continua a las comunidades cercanas.
Pese a estas preocupaciones, Alva Huapaya reconoció que un tren bien implementado podría mejorar el tránsito y reducir la congestión vehicular. Sin embargo, insistió en que, a largo plazo, es indispensable modernizar el sistema y optar por trenes eléctricos, que no solo reducirían la contaminación local, sino que también contribuirían a mitigar el cambio climático.
¿Solución o retroceso?
La implementación de estos trenes plantea una contradicción evidente: ¿cómo puede una ciudad que aspira a modernizar su sistema de transporte optar por unidades que han sido desechadas en su país de origen por su peligrosidad ambiental?
El debate está abierto, pero los expertos coinciden en algo esencial: el futuro del transporte en Lima no puede basarse en tecnologías del pasado que comprometen la salud de sus ciudadanos. Si la capital desea avanzar hacia un modelo urbano sostenible, debe priorizar soluciones limpias, modernas y a largo plazo. Apostar por trenes a diésel no solo representa un retroceso, sino también una amenaza latente para el medio ambiente y la salud pública.
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