Sociedad

Rompiendo estereotipos: cada vez más mujeres se abren camino en el rubro de la barbería

Sermarys se ganó la confianza de sus clientes gracias a su esfuerzo y buen trabajo a la hora de forjar el estilo y mantenimiento de la imagen personal. Ella forma parte del pujante grupo de mujeres que cada vez tiene más presencia en una profesión considerada por muchos como ‘exclusiva para los hombres’.

“Las mujeres no caben en el mundo de la barbería porque es para hombres”, “¿Qué sabe una mujer de barbería?”, son las frases que suelen oír las mujeres barberas. Pero eso no las detiene. Foto: Montalvo
“Las mujeres no caben en el mundo de la barbería porque es para hombres”, “¿Qué sabe una mujer de barbería?”, son las frases que suelen oír las mujeres barberas. Pero eso no las detiene. Foto: Montalvo

Más que un oficio, la barbería ya es considerada como una profesión, su objetivo es el cuidado estético masculino aplicando las recientes tendencias en el cabello, barba y cuidado personal. Las nuevas técnicas y la tecnología en las herramientas marcaron un antes y un después en el desarrollo de esta actividad que se remonta a hace miles de años.

Actualmente, cada vez son más los aficionados y aficionadas a la barbería, dejando claro que es una ocupación fundamental para personas que desean cuidar su apariencia de forma profesional y personalizada, además de la experiencia que viven los clientes desde que ingresan a uno de los locales.

“Las barberías abrieron un espacio psicológico, a veces el barbero es como un psicólogo más estable, los hombres saben que se pueden desahogar de otra manera, pueden ‘chacotear’. En cambio en una peluquería son más cohibidos, en estos espacios se sienten más cómodos y empiezan a acudir cada vez más”, afirmó Sermarys, barbera de 30 años, que inició en el mundo de las navajas y tijeras desde los 16.

Mujer y barbera

Pese a contar con una vasta cartera de clientes en su natal Venezuela, Sermarys tuvo que iniciar desde cero al llegar a Perú hace cuatro años. Sin embargo, el choque cultural y el machismo arraigado en la sociedad, no la detuvieron. El camino fue más difícil, pero no imposible.

“Aquí me chocó muchísimo. Tenía como tres días trabajando, un señor llega y pide cortarse el cabello, mis compañeros estaban ocupados, él me mira y me pregunta ‘¿quién me va cortar?’, le digo que yo, si no tiene ningún problema (...) Me dice ‘bueno es que yo pienso que mejor hombre con hombre y mujer con mujer’. Yo pienso que el trabajo es lo que habla por uno”, narró a La República.

“Entonces él estaba muy apurado y un poco incómodo, al rato me pidió que le corte. Cuando le terminé de cortar, le gustó mucho mi corte y me pidió disculpas, me dijo que se había equivocado y que muchísimas gracias por atenderlo. Hasta el sol de hoy, que tengo cuatro años aquí, yo le corto el cabello a él y a su hijo”, continuó.

Sermarys asegura que, durante los últimos años, la mentalidad ha cambiado para bien; no obstante, se sorprende al mencionar el nivel de machismo que ha percibido por parte de las mujeres. “Es increíblemente más, las esposas de los clientes, las mamás de los clientes, son mucho más machistas que los hombres”, afirmó.

“Pasa más cuando hay un vínculo familiar, si es esposo. Una vez llegó un señor con su esposa y ella me pregunta quién le iba a cortar, me dijo que prefería un hombre, pero de una manera despectiva. Cuando son mamás, y van con los hijos, dicen que también prefieren que les corte los hombres, que ese trabajo es para hombres. Una señora me dijo que la mujer tiene que estar en la casa. Yo creo que la mujer puede trabajar, salir adelante y luchar por una misma, porque no tiene que depender de nadie”, reflexionó la barbera.

Pese a las situaciones que ha debido enfrentar, Sermarys rescata lo bueno de pertenecer a un grupo de trabajo que la hace sentir valorada y respetada, sobre todo, por su talento. “Nuestro grupo de trabajo es muy internacional, porque hay argentinos, hay venezolanos, hay peruanos, hay de todo un poco, desde el principio yo me sentí muy bien, hasta ahorita tengo un grupo de compañeros chéveres”, comentó entre risas.

Sermarys estudió Psicología, pero su pasión por la barbería y las dificultades que atraviesa su país no le permitieron continuar ese camino. “Yo soy profesional, estudié en la universidad, pero terminé en la barbería”, recordó con nostalgia.

Aún así, la barbería no le ha dejado menos satisfacciones y resaltó que lo mejor es ver que la gente se va feliz con su trabajo, que le pregunten su nombre y los días que atiende. “Cuando haces algo que te gusta es inexplicable”, dijo emocionada.

“También me gusta porque es bien pagado en el mundo, porque es necesario, todos los seres humanos necesitan cortarse el cabello, entonces la paga también es muy buena, es una carrera bella y que da ingresos”, añadió.

Sermarys asegura que no tiene miedo de que la señalen o de lo que puedan decir sobre ella o su trabajo. Espera que cada vez más barberías tengan mujeres entre sus filas. El camino está trazado.