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Sociedad

Mujer con corazón de montaña

Lucha. Verinia Llallacachi luchó contra todo para cumplir su sueño de ascender montañas. Hoy es una guía profesional que sigue en su lucha por ser tratada igual en un oficio que se dice que es solo para varones.

Sueña. Verinia ha ascendido  montañas en Perú y México. Foto: La República
Sueña. Verinia ha ascendido montañas en Perú y México. Foto: La República

El montañismo es un deporte que desde sus inicios fue liderado por hombres. Con el paso del tiempo, más mujeres decidieron subir a las cumbres.

Es el caso de Verinia Llallacachi Espinel, natural de Caylloma, quien desde pequeña sintió el llamado de las montañas, pero fue limitada por una leyenda andina respecto a que las mujeres no deben ingresar a una mina ni ascender una montaña porque la Pachamama sentiría celos y podría desencadenar en un escenario trágico.

Pasaron los años y tuvo la oportunidad de subir un primer cerro que cambió su vida. Fue la motivación para convertirse en guía de montaña, especializarse como líder de expediciones y trekking; así como capacitarse para dirigir grupos a nivel internacional. Rápidamente, ganó reconocimiento en el rubro. Dentro de sus metas personales estuvo convertirse en madre y lo logró en dos ocasiones.

Contra la espada y la pared

No obstante, cuando pensó que el ascenso de su viaje tenía las condiciones óptimas, un nuevo obstáculo apareció. Su compañero de vida le dio a escoger entre su relación o su profesión.

“Yo sabía la respuesta. Seguí mi camino, mi vocación y fue la mejor decisión” narró Verinia mientras subíamos al mirador del cerro Huayrondo en el distrito de Tiabaya.

Su familia con una mentalidad conservadora no estuvo de acuerdo, incluso se le cerraron muchas puertas, pero no dio marcha atrás. A partir de esa fecha conquistó varias cimas. Es la primera mujer cayllomina que subió a lo alto del Huascarán y el Pico Orizaba, montaña más alta de México.

“En cada viaje hay un riesgo. Siempre hay miedos, pero también la satisfacción de vencerlos” explicó cuando tomábamos un descanso y admirábamos el paisaje de la campiña arequipeña que, a pesar, de estar nublado por la temporada de lluvias, aún mostraba su esplendor.

Un nuevo resplandor

Sus sueños a futuro son grandes y retadores. Los Himalayas y el Everest esperan por ella. Mientras tanto, empodera a otras mujeres para que afronten nuevos retos desde el lugar en el que se encuentren.

La montaña revela tu verdadera personalidad, es un momento en el que te conoces a ti misma y ves lo capaz que eres frente a cualquier reto” mencionó a pocos metros de llegar a lo alto de la cruz del mirador.

Igualdad

En efecto, en la montaña no hay diferencias ni por raza, sexo, condición, pensamiento, ideología u otros. En la cima todas las personas son iguales, todas se enfrentaron a sus sombras y lograron ver el sol.

“Yo no subo a la cima para que el mundo me vea, sino para ver al mundo desde la cima” expresó al lograr nuestro objetivo, llegar a la cruz del mirador de Tiabaya.