Harvey Colchado: “Los abogados de organizaciones criminales van a postular al Congreso”
El coronel en retiro y exjefe de la División de Investigación de Delitos de Alta Complejidad (DIVIAC), Harvey Colchado, ha escrito "Artemio, la cacería del último cabecilla de Sendero Luminoso" (Aguilar, 2025), una crónica sobre la investigación que terminó en la derrota del sanguinario líder terrorista del Alto Huallaga. En esta nota, habla de ese proceso, de su lucha por reincorporarse a la Policía y de su probable futuro en la política.
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Florindo Eleuterio Flores Hala, Camarada Artemio, fue durante seis años el principal objetivo del coronel PNP, Harvey Colchado. En los apuntes del detective, el mando senderista tenía “tez trigueña, contextura gruesa y estatura media”, algo que describiría a cualquier peruano. Pero a continuación venían otras características: Su tono de voz era moderado y fluido, la postura erguida. También era organizado, metódico y decidido. Podía ser muy tierno con sus varias parejas y mandar a matar sin remordimiento. Era un asesino al que le atribuían poderes sobrenaturales. Colchado sabía todo eso, fue un perseguidor dedicado. Su investigación, que permitió la captura de Artemio en 2012, ha sido volcada en un libro de 200 páginas. El oficial de policía incómodo al poder muestra un atisbo de sus memorias.
¿Por qué eligió el nombre clave de René para las operaciones en las que participó?
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En la División de Investigaciones de la Dirandro te preparas para hacer labores de inteligencia operativa y te dan un seudónimo. Cuando llegué a esa unidad era mi segundo año de alférez y nos dieron a escoger el nombre. Por allí uno dijo: Tienes los ojos saltones, podrías ser Garfield o la rana René (sonríe). Y a mí me gustó René. Y mis apellidos, cuando saqué mi DNI ficticio, para identificarme en zonas narcoterroristas, eran Tejeda Rosales.
¿Siempre quiso inclinarse por las labores de inteligencia cuando empezó su trabajo como policía?
Más que inteligencia era un investigador criminal. No sé si recuerda la serie Gamboa, de los años 80, con Eduardo Cesti.
Sí.
Esa serie me gustó mucho. Mi papá era de la Guardia Republicana. Igual mis tíos, que eran de la PIP o de la Guardia Civil. Y siempre en las tertulias en casa hablaban de un PIP, el policía de oro, el coronel Hugo Tello Infante. Decían que había hecho las mejores capturas. Él es el que capturó a Django y en honor a él se hizo la serie Gamboa.
Antes de la captura de Artemio, usted sabía que él quiso ingresar al Ejército, que leía con frecuencia El Arte de la Guerra. Sabía de los problemas que tenía con sus parejas. Sabía cosas que iban más allá de lo militar, ¿es correcto decir que un agente de inteligencia es un perfilador?
Lo has dicho bien. Nosotros, para investigar a miembros de organizaciones terroristas o criminales tenemos que perfilarlos, saber quiénes son, buscar su punto débil, por dónde podemos ingresar y conocer su actividad criminal. Mira, hasta el 2010 nadie había podido identificar al camarada Artemio, con su nombre, ni que era de Arequipa. Y nosotros, a través de las escuchas, logramos identificar a su familia, porque él nunca tuvo DNI, solo tuvo libreta militar. E hizo su servicio en Locumba. El cuartel de tanques donde se levantó en armas…
…el señor Humala.
Sí. Artemio hizo su servicio dos años. Del 79 al 80. Quiso ingresar a San Marcos y trabajó en fábricas. Y allí fue captado por Sendero Luminoso, que lo envió al Alto Huallaga. Él era de Camaná y como Abimael tuvo una familia disfuncional que no le dio afecto. Cuando supimos de esa debilidad, logramos identificar a sus parejas sentimentales, sabíamos cómo hablaba con ellas y cómo las amenazaba. Decían que tenía un sexto sentido, era como un brujo que podía sentir quién lo estaba traicionando.
De hecho, había gente que creía que tenía ciertas habilidades sobrenaturales.
Creían que era como un zorro que sabía cuándo desaparecer, para no llegar a lugares en los que la Policía lo estaba esperando. Y eso es porque tenía una red de apoyo que le informaba. Y además mataba a todos los que llegaban a la zona en la que estaba. Mataba mercachifles, vendedores ambulantes, o gente que iba a comprar chacras. Por eso él tiene 1300 muertos en su haber.
Hablando de la capacidad que él tenía para matar a sus enemigos, ¿cuántas veces estuvo en riesgo durante los 6 años que lo investigó?
Fueron varias. Tuvimos que entrar a la selva para esperar a que llegara con su columna. Pero la más riesgosa fue la del 13 de octubre de 2008, cuando falleció un compañero mío.
Habla del superior Edu.
Sí. Él era un experto en tecnología para la interceptación radial. Era un electrónico.
Entiendo que los atacaron cuando querían poner una antena en la selva.
Antenas radiales en la base de Santa Lucía que queda en Uchiza. Ya habíamos puesto en Aucayacu y en Madre Mía, la idea era ampliar el espectro de nuestras escuchas. Cuando retornábamos, cerca a Aucayacu, yo estaba manejando el carro, aparecieron ocho terroristas en una curva. Paramos y nos rodearon. El cañón del arma me lo pusieron en la sien. Nos pedían dinero, yo saqué unos mil soles y se los pasé por la luna. Cuando se descuidó para ver el dinero con una linterna, yo disparé.
Y empezó el tiroteo.
Fue un momento de disparos. Luego hubo un silencio sepulcral. Bajé. Vi que huían dos terroristas. Cuando volví vi a Edu colgado del auto por el cinturón de seguridad. Tenía un tiro en el cuello y otro en el estómago. Lo pusimos en la tolva junto a Aníbal, otro de los heridos, y volamos hacia Aucayacu. Luego nos escoltaron hasta Tingo María. Los llevamos a hospitales distintos. Pero Edu no sobrevivió. Era un excelente policía. Creo que esa fue la vez que estuve más cerca a la muerte.
En el libro hay una gran ironía. La caída de Artemio se logró gracias a un trabajo con los testimonios de varios colaboradores eficaces. Hoy la utilidad de ese mecanismo ha sido puesta en duda desde el Congreso.
La verdad es que ya todos nos damos cuenta de las leyes procrimen que han dado, como la modificación del proceso especial de colaboración eficaz, una herramienta legal importante a nivel mundial. Se usó en Italia para combatir a la mafia siciliana. Le llamaban los pentiti. En Estados Unidos está el programa de protección a testigos. Y en el Perú se dio la Ley de Arrepentimiento el año 92, que sirvió para capturar a Abimael Guzmán. En paralelo, la Dirandro dio otra ley similar, la del peticionario, sirvió para capturar a cabecillas como (Fernando) Zevallos de Aerocontinente. Uno de los casos más importantes de la DIVIAC, Los Babys de Oquendo, se trabajó con colaboradores eficaces. ¿Cómo funciona? Al no tener tecnología, buscas la fuente humana, alguien de adentro que te da información.
El colaborador.
Claro, y antes nos aplaudían por ello. Pero cuando comenzamos a utilizar esa misma herramienta para enfrentar el poder corrupto, porque nos sirvió para investigar presidentes, congresistas y empresarios, allí ya era una ley abusiva y vino una campaña de desprestigio inmerecida. Y esta herramienta, gracias a este Congreso, ha sido modificada. Ahora te exigen que filmes al aspirante a colaborador eficaz cuando confiesa su delito y delata a los demás integrantes de su organización criminal. ¿Tú crees que alguien va a querer? Van a tener temor de que vendan eso. Sabes que ha habido fiscales en el caso Cuellos Blancos en corrupción. Hay policías que no son confiables…
Lo que me quiere decir es que con esta modificación se pone en riesgo al aspirante a colaborador.
Y además reducen el plazo de la investigación a ocho meses. Y si puede sustentar lo que dice, a ocho meses más. Una colaboración eficaz en crimen organizado, que es una cosa muy compleja, demora no menos de dos años. Lo que están haciendo con esto es desanimar y ya no es efectiva esta herramienta.
¿Cuál de las leyes procrimen que ha dado el Congreso le parece la más grave?
Lo que pasa es que hay varias herramientas que son como un rompecabezas que nos llevan al éxito de una investigación. Por ejemplo, se ha modificado el tipo penal de organización criminal. Ahora piden que la organización criminal tenga alta capacidad operativa, una estructura criminal compleja, y que haya una correlación de roles entre todos los participantes. O sea, que las organizaciones criminales sean de tipo piramidal, como el Cartel de Cali o de Medellín. Pero en el Perú tenemos más organizaciones criminales de tipo red, con puntos nodales, donde los abogados o fiscales son el aparato legal, y hay un punto nodal que es el financista, otro es un intermediario, otro punto está en la Policía. Y este cambio se da cuando estaba la prisión preventiva del hermano de la presidenta. Y al publicarse, el hermano de la presidenta ya no pudo ser tipificado por ese delito.
Habla de que uno de los nudos de estas organizaciones criminales son sus aparatos legales. ¿Usted sospecha que este tipo de leyes son redactadas en estudios de abogados antes que en los despachos de los congresistas?
Mi opinión personal es que sí. En mis 28 años de servicio he investigado todo tipo de delito. Y he visto cómo se vuelven avezadas las organizaciones criminales. ¿Qué pasa? Cuando los abogados expertos en derecho penal eran contratados por estas mafias, lo hacían de lejos. Y hay gente muy capaz, muy conocedora, lo hemos visto en Cuellos Blancos, como el investigado Castillo, un experto en derecho penal que ha escrito libros y conoce a muchos jueces y fiscales. Pero ahora no lo hacen a lo lejos. Ahora salen a los medios y dicen: esto está mal, esto no. Y ahora ensucian el trabajo que hemos hecho y afirman que hay leyes abusivas, como la extinción de dominio. Y estos abogados que defienden a organizaciones criminales se acercan hoy a los partidos políticos. Son posibles candidatos al Congreso. Y van a postular varios. Esos abogados que asesoraban en la sombra, ahora entran a la carrera política.
¿Por qué?
El mal ejemplo lo ha puesto el abogado (Juan José) Santiváñez. Hace cuatro años atrás era imposible que un abogado que defendió a integrantes de presuntas organizaciones criminales, que luego han sido condenados, llegara a un cargo público y menos a ministro. Como ya vieron que no pasa nada, ahora van los demás. Si ellos llegan al Congreso, lo que se debe saber es que su chip es defender a presuntos integrantes de organizaciones criminales.
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Su libro es también la historia de las veces en que su institución no lo respaldó. Por ejemplo, usted tuvo que poner de su dinero para pagar los vehículos que se usaron en el operativo Eclipse y no se lo devolvieron, lo sancionaron cuando se capturó al camarada Tigre, por una situación absurda, y finalmente el Ejército trató de quedarse con parte del crédito por la captura de Artemio.
Mira, cada momento histórico que hemos recordado es bueno que se conozca. Porque lo mismo sucede ahora. Tengo que nombrar de nuevo al señor Santiváñez. No sé si usted recuerda que hace tiempo secuestraron a la dueña de un gimnasio ¿Y no fue él quien apareció cuando se resolvió el caso? Te cuento algo, cuando capturamos a Artemio el presidente Humala dijo: Yo no los voy a ascender, solo los voy a condecorar. Iban a condecorar a los edecanes que se aparecieron el último día de la captura, que no hicieron nada. Los iban a poner con nosotros. Al final, sí nos ascendieron. Pero, a pesar de las trabas que tuve, llegué a ser coronel. Y creé una unidad muy importante, la mejor unidad que ha tenido la Policía para combatir el crimen organizado.
Ahora, también hubo uno de estos episodios en la época de Fujimori. Entiendo que no quisieron reconocer su participación en la operación Chavín de Huantar, usted hizo toda la inteligencia electrónica, las escuchas.
Eso es parte del tercer libro que estoy escribiendo, porque después de este voy a escribir la historia de la DIVIAC, y luego viene la historia de Chavín de Huántar, la parte de la inteligencia electrónica. Mira, no existe ningún tipo de operativo contra el terrorismo, el tráfico de drogas o el crimen organizado que no haga inteligencia previa. El combo es inteligencia más la operación. Y lo que conocemos todos de Chavín de Huántar es la operación, a cargo de los valiente comandos que estuvieron allí. Pero para que ellos pudieran entrar, tuvo que haber inteligencia previa y eso lo hizo la Dircote, que ingresó micrófonos en miniatura, que eran preparados por la CIA. Yo llegué de alférez allí. Luego me mandaron al SIN. Mi jefe fue el teniente coronel (Roberto) Huamán Azcurra, que era el encargado de las escuchas en ese tiempo. Creamos un departamento especial. Procesábamos la información y se la llevábamos a la DIFE, las fuerzas especiales del Ejército. Cuando la operación se realizó con éxito, Huamán Azcurra nos dio las gracias, pero nos dijo que no íbamos a ascender porque la Policía estaba mal vista. Y destruyeron nuestros carnés, oficios, todo. Fueron a Dircote y destruyeron todos los documentos que confirmaran estuvimos a cargo de las escuchas.
¿Desaparecieron todo registro de su participación?
Todo. Pero yo hice copias. Y con esas copias hice un juicio. ¿Por qué? Porque habían ascendido a todo el componente de la operación militar y también a todo el componente de escuchas. Huamán Azcurra ascendió a coronel y otros que estaban con él. Y yo, por el principio de igualdad, hice un juicio que gané. Así probé la participación de la Policía en esa operación.
¿Qué sintió el día que fue enviado a custodiar un puente en la Vía Expresa como una represalia política?
Me di cuenta que querían burlarse de mí. Ya sabemos que la orden la dio el poder político. Ahora, los civiles pueden pensar que con eso me minimizaban, que a un coronel que ha estado en capturas importantes y ha recibido capacitación fuera lo pongan en un puente, eso lo entiendo. Pero a mí no me hace menos estar allí. Yo he ido a donde me han mandado. En la época del Covid he cuidado mercados y colegios. Pero sí había una intención de minimizarme, pero yo no me sentí así.
Y fue una represalia por el ingreso a la vivienda de la señora Boluarte.
El mensaje era sencillo, para toda la Policía: Si alguno se atreve a investigar a la presidenta, y no avisa, como me pidió su abogado Mateo Castañeda, le va a pasar eso. Y a fin de año me dieron de baja. Y también a seis suboficiales del equipo especial. Y de los 136 oficiales de la DIVIAC, solo quedaron tres. Fueron cambiados a otras unidades que no tienen que ver con investigación criminal, fuera de su especialidad. Se ha perdido esa experiencia.
Coronel, si le han pasado todas estas situaciones, lo que le pasó en el Huallaga, lo de Fujimori, lo de ahora mismo con la señora Boluarte, ¿por qué quiere volver a la Policía?
Mira pasarme al retiro no es nada, a mí no me pueden quitar mi derecho a reclamar. Y yo voy a hacer valer mi derecho. Para que cuando me reincorporen, otros colegas digan: La corrupción en el poder lo sacó, pero él regresó. Ese es el mensaje que quiero dar. Que no estoy débil. A pesar de todo lo que ha pasado.
Pero igual podrían frustrar su carrera. Podría volver, pero ya no ascender a general, que es su ilusión.
Sí, eso es posible. Por eso es que he iniciado el proceso judicial. Me pusieron un castigo por rigor por la torta (que recreaba el ingreso a la casa de la presidenta) y me pasaron a retiro. Son dos juicios que tengo que ganar. Y tengo también varias investigaciones en Inspectoría, que podrían ser más juicios. Igual lo voy a hacer, aunque me cause un problema económico.
¿Cuánto tiempo podrían tomar esos juicios?
Yo creo que en un año podríamos tener un resultado.
En medio de su lucha por volver a la Policía ha tenido conversaciones con el señor López Chau y con el señor Belaunde para entrar a la vida política, ¿cuándo decidirá si será o no candidato al Congreso?
Ellos me han propuesto estar en sus partidos, pero yo les he dicho que no, la Policía no es deliberante. Pero estando en el retiro sí puedo apoyarlos con mi experiencia para dar soluciones a la problemática de la criminalidad. Yo les hablo con pruebas. Les digo cómo se logró la captura de extorsionadores, la desarticulación de una organización de tala ilegal, de minería ilegal. Trato de aportar mientras veo mi reincorporación.
Entonces, más que un candidato al Congreso, usted podría ser un asesor o un ministro.
Sí, si es que no regreso a la Policía y si me invitan, yo podría tomar el cargo. He combatido la criminalidad a nivel nacional, conozco la realidad delictiva en cada zona.


























