Eland Vera: “Boluarte no llegará porque la población reaccionaría de manera muy violenta”
El periodista y docente de la Universidad Nacional del Altiplano asegura que el anuncio del viaje de la mandataria a Puno sería parte de un cálculo político para observar la reacción de los ciudadanos ante esta posible visita luego del incidente en Ayacucho.
“No se entiende la rebeldía en el sur”, nos dice de entrada Eland Vera, analista político, investigador, periodista y profesor de la Universidad Nacional del Altiplano. Opina que el anuncio del arribo a Puno de Dina Boluarte es solo parte de un cálculo político, que no llegará, y que aún no ve liderazgos que encaucen el descontento de la población.
—El premier Alberto Otárola ha indicado que Boluarte va a viajar a Puno. No es oficial, pero ¿cómo se entiende?
—Bueno, me parece que es una estrategia, un globo de ensayo para ir midiendo los ánimos en Puno con respecto a los sucesos de Juliaca del año pasado. Siguen midiendo, evaluando el pulso de la opinión pública regional y de los movimientos locales. Me parece que cumple esa función. Porque obviamente hay que descartar que haya una buena intención, una sana intención, eso no hay. Lo que hay es cálculo político.
—Además advierten que si viaja, van a tomar todas las precauciones para que no ocurra lo de Ayacucho.
—Creo que no va a haber esa visita porque la población reaccionaría de manera muy violenta. Están midiendo el ánimo y ahí va a quedar. No me queda la menor duda de que, por razones de seguridad, van a evitar la llegada de Boluarte a Puno.
—La pregunta es ¿por qué Boluarte se empecina en ir a regiones donde es evidente que no la van a recibir bien?
—La visión del régimen es ir de manera estratégica a buscar tener una mejor relación con el sur. Porque, en un mediano o largo plazo, la señora Boluarte y Otárola van a tener que afrontar procesos judiciales. Buscan una buena relación con el sur para limpiar su imagen. Pero quedará solo en eso, en un cálculo gubernamental ante posibles consecuencias por las denuncias contra Boluarte y Otárola.
—Sus ministros respaldan el viaje. ¿Comparten esa distorsión de la realidad, esa miopía?
—La miopía es para determinados sectores, pero en el caso del sur las cosas están claras. Lo tenemos claro en Ayacucho, Cusco, Puno. En sectores como Lima piensan que esto ya sucedió y más bien hay que pasar al siguiente capítulo. Ahí se demuestra claramente la gran diferencia de temperamento, de opinión, en Lima y en algunas regiones.
—¿Por qué el sur reacciona con más fuerza y no el norte?
—En realidad, hay un fondo histórico. Y es que siempre Lima ha tenido, históricamente, un mayor control sobre la zona norte del Perú. El norte es como un apéndice de Lima. A diferencia del sur andino y el sur en general, que siempre ha tenido mayor nivel de autonomía, de cuestionamiento al Estado centralista, a las expresiones de discriminación, a la baja calidad de los servicios públicos, en fin, a todo lo que siempre ha caracterizado al sur. El norte siempre anda en buena sintonía con Lima aunque, claro, tampoco hay que generalizar, también ha habido movimientos muy fuertes en el norte. Pero hay mucha diferencia entre el norte y el sur. El sur es la evidencia más clara del fracaso del Estado-nación republicano. Donde tú notas claramente que fracasó el Estado-nación —o el supuesto Estado-nación— es en el sur, especialmente el sur andino.
—¿Es el fracaso de la clase política limeña, lo que llamaste la coalición de mafias?
—La coalición de mafias es lo que hay ahora. Pero lo que hay históricamente es el fracaso del diseño centralista del Estado peruano. Y donde la gente reclama más y lo tiene más claro es en el sur. No solamente la clase o élite política. Es el diseño histórico del centralismo político, económico y cultural. Y los sureños, especialmente los del sur andino, sabemos que ese no es el diseño que queremos para el futuro. Por eso se malinterpreta y no se entiende la rebeldía del sur. Es una rebeldía que quiere construir mejores relaciones ciudadanas y un mejor Estado que sea al servicio de todos.
—¿Y cuánto se ha profundizado esa rebeldía con todo lo sucedido a inicios de año?
—Pienso que está latente, y no te extrañe que ahora en la festividad Virgen de la Candelaria también haya manifestaciones, claro, desde el folclore y del arte, pero va a estar presente. Este rechazo a la esfera gubernamental, a la esfera estatal, está presente.
—¿Y cómo se manifestará políticamente?
—¿Cómo será en las futuras elecciones, congresales, a la presidencia?, ¿cómo se va a canalizar ese rechazo? ¿Hay movimientos políticos que logren encauzar ese reclamo y fastidio? Creo que todavía está en construcción, no se notan claramente liderazgos que puedan aprovechar este descontento.
—A propósito de liderazgos, ¿hay autoridades regionales, como el gobernador de Ayacucho, que se unen al Gobierno en estos momentos?
—Diría que no está mal, porque en política hay que ser pragmáticos. Independientemente de los principios, valores, que debe tener todo político y organización, debe haber una cuota de pragmatismo. Si va a haber una obra para la región, no hay por qué rechazarla. Hay algo superior, que es el Estado, que somos todos, y si hay una decisión de política estatal, ahí estamos todos. No es como el Gobierno. No vería de mala manera esos actos, aunque algunos lo califican de traición, pero no, son actos pragmáticos, que al final pueden beneficiar a la población. Es un poco complicado, pero en la práctica es así.
—Hay misas, vigilias, recordatorios de las víctimas, ¿por pragmatismo el Gobierno podría mostrar algo de empatía? ¿Cree que es posible eso?
—No, no creo que sea posible, sería hacerse disparos a los pies. Están en curso las denuncias de lesa humanidad cometidos por el Gobierno. Lo que tiene que agilizarse con respecto a las víctimas es que desde Juliaca se haga la investigación fiscal. Pero el Gobierno lo que va a buscar siempre es el maquillaje, el cálculo, la cosa táctica. No creo que actúe principístamente, porque actuar principístamente sería dispararse a los pies. Va a continuar su juego de tácticas. No veo principios en este régimen, no tiene principios.
—Hay discursos en Lima que hablan de reconciliación nacional. ¿Cree que sea posible mencionarlo siquiera en estos momentos?
—En realidad, la reconciliación nacional, la integración, la búsqueda de cohesión, todo peruano bien nacido lo desea. Lo anhelamos. Pero con el actual Gobierno, lo veo poco probable. En todo caso, pienso que todos estos sucesos trágicos deben llevarnos en el futuro a pensar en una integración de todos los peruanos.