La inclinación histórica de Cusco hacia la izquierda
ATÍPICA. El próximo domingo, más de un millón de cusqueños deben ir a votar. De acuerdo al desarrollo de la campaña, es difícil que candidatos de izquierda repitan hazañas de justas anteriores.
José Víctor Salcedo
Desde el 2001, cada región vota para elegir a sus representantes al Congreso, hay una cuota reservada. A los postulantes de Cusco, les corresponden cinco curules.
Antes predominaba la figura del distrito nacional único y una lista impuesta por las cúpulas partidarias, en donde predominaron los postulantes de Lima. Con la circunscripción electoral múltiple, se pretendía una representación más descentralizada.
En las cuatro elecciones congresales pasadas, hubo un común denominador. La mayoría de postulantes elegidos era de izquierda o estaba ligada a esa corriente ideológica. Los partidos tradicionales —a excepción del APRA— fueron continuamente relegados.
En la elección del 26 de enero, podría romperse esa hegemonía. Se repetiría lo ocurrido en el proceso de 1980, cuando ningún congresista —de los ocho que tenía Cusco— fue de izquierda (ver enfoque).
En la elección actual hay 87 postulantes que pelean por esos cinco cupos. Casi treinta tienen pasado o presente izquierdista. No obstante, la izquierda está dispersa, debilitada y sin mucho respaldo ciudadano.
PUEDES VER: Elecciones 2020: 36 candidatos al Congreso quedan fuera de carrera en las regiones del sur
Así vota Cusco
En 2001, tras la caída del fujimorismo, la región imperial tuvo tres representantes ligados a la izquierda. Entre ellos, el tres veces alcalde del Cusco, Daniel Estrada Pérez, con la Agrupación Independiente Unión por el Perú-Social Democracia.
Perú Posible tuvo dos representantes en esa elección y uno el APRA. Completó la composición un desconocido de la política: Mario Molina Almanza (Todos por la Victoria).
Cinco años después, en 2006, Unión Por el Perú —teniendo como punta de lanza a Ollanta Humala— arrasó. Ganó cuatro curules ocupadas por Oswaldo Luizar, María Sumire, Víctor Mayorga e Hilaria Supa. Luego, Luizar, en un acto duramente criticado, acabó defendiendo a Fuerza Popular y postuló por ese partido en 2011; mientras que el APRA se hizo de un escaño con Luis Wilson.
Dominio total
El auge de la izquierda llegó en 2011. Los cinco escaños fueron copados por la alianza Gana Perú, que también llevó a Ollanta Humala a la presidencia. En aquel proceso, la más votada fue la ahora lideresa de Nuevo Perú, Verónika Mendoza ( 47 000 votos). Desde 2001 hasta ahora, ningún postulante alcanzó esa cifra. Luego, Mendoza renunció y el segundo de la lista, Hernán de la Torre, quien era invitado, también se alejó del nacionalismo.
Solo Rubén Coa, Julia Teves y Agustín Molina (acusado de recortar el sueldo a un trabajador) siguieron defendiendo a Humala Tasso.
Así llegamos al 2016 con una creciente desconfianza en la izquierda. Verónika Mendoza encabezó el Frente Amplio y casi pasa a la segunda vuelta presidencial, pero apenas puso a dos congresistas: Wilbert Rozas y Edgar Ochoa. En el camino la alianza se rompió. Rozas permaneció en el FA y Ochoa siguió los pasos de Mendoza en el proyecto Nuevo Perú.
La representación cusqueña en el Legislativo fue completada por un representante de Fuerza Popular, Alianza para el Progreso (APP) y Acción Popular.
resultados electorales pasados
PUEDES VER: Elecciones y redes sociales
Elección actual
Frente Amplio apenas tiene tres candidatos. Su figura más destacada, el exalcalde de Espinar Óscar Mollohuanca, fue excluida por omitir información en su hoja de vida. Asimismo, Nuevo Perú va en coalición con Juntos por el Perú (JP) y tiene pocas opciones de pelear por una curul, porque en su lista no hay figuras descollantes.
Democracia Directa podría entrar en la pelea de la cifra repartidora, siempre que pase la valla electoral. No obstante, según las encuestas nacionales, la “casita” no figura en el pelotón de partidos con más del 5%. Igual le pasa a Perú Libre y RUNA.
Además de un escaso trabajo productivo, el punto débil de la izquierda es la falta de unidad. “Se imponen los intereses personales a los generales”, sostiene la izquierdista Ruth Lazarte.
Por otra parte, las curules ganadas tenían mucho que ver con la potencia del candidato presidencial. Esta vez cada postulante debe jalar votos y en esa tarea la mayoría carece de cualidades y logística.
APRA y Fuerza Popular
Fuerza Popular y el APRA también saldrán golpeados en esta elección extraordinaria. Aunque el fujimorismo siempre tuvo un alto rechazo en el elector cusqueño, ganó en 2016 un cupo con Nelly Cuadros. Sin embargo, esta vez sus candidatos ni siquiera hacen campaña.
Los apristas, a pesar del fuerte rechazo, siempre pelearon un cupo en la región Cusco. Consiguieron un escaño en 2001 y 2006, y casi consiguen llevar a uno en 2011 y 2016. Su lista actual está compuesta por la nueva generación de apristas que cuestiona a los líderes antiguos, como Mauricio Mulder, Javier Velásquez, entre otros. Puede que el elector cusqueño elija el centro. Bueno, eso lo veremos el próximo domingo: si el Cusco sigue siendo rojo o elige el centro. También veremos hasta dónde llegan el ausentismo y los votos nulos y en blanco.
ENFOQUE
El fantasma del año 80
Alberto García Campana
Analista político
Luego de 12 años de gobierno militar (1968-1980), fueron convocadas las elecciones generales, en las que, en expresión de desagravio, fue elegido Fernando Belaúnde como presidente del Perú. De las ocho curules para Cusco, siete fueron cubiertas por Acción Popular (Belaúnde) y el escaño restante fue para el APRA.
Cinco años después, la izquierda y el APRA se repartieron los escaños. En 1990 (y hasta la disolución del Congreso dos años más tarde), el APRA y la izquierda se redujeron a dos diputados por bancada.
Hoy nada hace pensar que será distinto. El Cusco Rojo podría quedar otra vez sin representantes en el Legislativo. Algo deben estar haciendo mal los partidos socialistas para cosechar tan magros resultados electorales. No saber conectarse con las necesidades reales de la población puede ser una causa. La otra, las mutaciones de sus dirigentes, que sin pudor dejan su traje progresista y se ponen el disfraz del oportunismo.