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Política

Alejandro Toledo: De la lucha contra el fujimorismo a la prisión por corrupción

Toledo, el ocaso. El lamento de Mario Vargas Llosa por apoyar al expresidente hoy acusado y detenido por corrupción no es solo suyo. En el 2000 Toledo encarnó la lucha por la democracia y luego se le entregó la presidencia. Desde entonces, buscó ocultar sus delitos.

A Toledo le espera el viernes 26 de julio una audiencia en la que se determinará si se acoge a la defensa pública y a qué penal será trasladado.
A Toledo le espera el viernes 26 de julio una audiencia en la que se determinará si se acoge a la defensa pública y a qué penal será trasladado.

Por: Henry Cotos

El mea culpa del premio nobel Mario Vargas Llosa, cuando dijo que no pensaba que Toledo iba a utilizar el poder para robar y que lo apoyó pues “parecía representar la libertad y la democracia que los peruanos habíamos perdido”, es el lamento de miles de ciudadanos que se vieron defraudados por este personaje oriundo de Cabana, Áncash, que enarboló la lucha contra la dictadura fujimorista, pero que al final sucumbió ante la corrupción y lo ocultaba.

Hasta antes de la lucha contra el gobierno dictatorial de Fujimori, Toledo era un economista con intenciones políticas, pero sin éxito. Postuló a la presidencia en las elecciones de 1995 con una alianza llamada CODE - País Posible, en el que obtuvo apenas el 3,5% de los votos. En la elección del año 2000, su suerte cambiaría, luego de que quedara como único líder de la oposición tras la demolición mediática que sufrieron Luis Castañeda y Alberto Andrade, como víctimas de la prensa chicha de Fujimori y Montesinos.

Esos días el Perú estaba convulsionado por casos de corrupción y violaciones de derechos humanos. La crisis se hizo más fuerte debido a que Fujimori decidió postular a un tercer mandato presidencial con la nueva Constitución de 1993. Pese a que hubo un intento para que los partidos políticos de oposición presenten un candidato único contra Fujimori, eso no sucedió. Para entonces, Toledo pregonaba el discurso de la lucha contra la corrupción fujimontesinista. Por ello, los líderes de la oposición instaron a la ciudadanía a votar por Toledo para prevenir que Fujimori venciera en primera vuelta. Uno de los que se pronunció por esa opción fue Mario Vargas Llosa.

En una primera vuelta con denuncias de cambio de resultados, Toledo quedó en segundo lugar supuestamente con 40,3%, mientras Fujimori obtenía 49,8%. El economista acusó al gobierno de cometer fraude y él fue llevado en hombros por una multitud hasta la Plaza de Armas. Los canales de televisión no transmitieron el suceso –salvo un Canal N con todavía poca llegada– y todo quedó en nada.

La segunda vuelta formalizó el inicio del tercer gobierno de Fujimori. Entonces se hicieron fuertes los reclamos en todo el país y Toledo encabezó lo que llamó una “resistencia pacífica” en contra del dictador. El 28 de julio del 2000 se empañó la juramentación de Fujimori con la protesta nacional denominada ‘La Marcha de los Cuatro Suyos’.

Este hecho histórico, con trágico saldo de vigilantes muertos en el Banco de la Nación, y por el que la prensa chicha buscó responsabilizar y judicializar a Toledo, no impidió la toma de mando. Debió revelarse el vladivideo, en setiembre, para que el régimen fujimorista se vea obligado a convocar a nuevas elecciones.

En ese proceso, el 2001, Mario Vargas Llosa reiteró su apoyo a Alejandro Toledo, quien derrotó a Alan García en la segunda vuelta. Desde entonces la imagen del economista fue cambiando para mal y se vio envuelto en graves denuncias de corrupción, de las que se hicieron públicas entonces y de las que recién se conocen ahora y lo han llevado a la prisión. Por eso el lamento de Vargas Llosa.

A Toledo le espera el viernes 26 de julio una audiencia en la que se determinará si se acoge a la defensa pública y a qué penal será trasladado para cumplir el arresto mientras dure el proceso de extradición planteado por el Estado peruano.

Quería retomar el poder para otros ‘negocios’

Para el exprocurador Antonio Maldonado, lo hecho por Toledo es más grave aún que lo actuado por Alberto Fujimori. “Toledo tiene agravantes. Él conocía cómo estaba articulada la organización criminal en democracia y eso es más grave que lo hecho por Fujimori. De un dictador no se puede esperar nada, pero de los otros se esperaba mucho”.

Explicó que a la luz de los hechos, Toledo y los demás expresidentes pretendieron volver a tomar el poder para seguir haciendo negocios con las mafias empresariales y garantizar que las operaciones ilícitas no salgan a la luz.