Casi como en la película 'UP': la increíble historia del hombre que desafió la lógica al volar alto con solo una silla y globos de helio
Larry Walters desafió todas las reglas al elevarse casi 5,000 metros sobre Los Ángeles, suspendido en una silla de jardín con globos de helio, récord registrado como Record Guinness.
- La historia de cómo un valiente hombre reveló por primera vez al mundo el plan de exterminio nazi con un diario clandestino
- El primer videoclip musical grabado en el Perú cumple 60 años: así luce este material histórico en la actualidad

En una mañana de julio de 1982, Los Ángeles fue testigo de un suceso fuera de lo común que aún hoy despierta asombro. Larry Walters, un camionero con un sueño aparentemente imposible, ascendió más de 4,800 metros utilizando únicamente una silla de jardín y 42 globos de helio. Este vuelo insólito, que nació de una mezcla de pasión, ingenio y audacia, no solo le otorgó un lugar en Guinness World Records, sino que también dejó una huella imborrable en la historia de la aviación no convencional.
La historia de Larry Walters comienza mucho antes de ese día. Su fascinación por el vuelo y los globos se remontaba a su infancia en Los Ángeles, donde quedó maravillado por la imagen de globos de helio en Disney. Aunque sus problemas de visión le impidieron convertirse en piloto, no abandonó la pasión que lo llevó a idear un plan singular para volar. La aventura que llevó a cabo en julio de 1982 fue producto de una meticulosa preparación, no una locura improvisada.
TE RECOMENDAMOS
INHABILITAN A DELIA ESPINOZA: CONGRESO AGRAVA CRISIS POLÍTICA | LA VERDAD A FONDO CON PEDRO SALINAS
Larry Walters y la 'Inspiration I': el ingenio detrás del vuelo en globos de helio
Larry Walters no improvisó cuando decidió emprender su vuelo en globos de helio. Su “Inspiration I” consistió en una silla de jardín reforzada y atada a 42 globos meteorológicos llenos de helio, agrupados en cuatro conjuntos. Acompañó este artilugio con un radio de doble vía para comunicarse, un altímetro, una brújula de mano, una linterna, un botiquín, baterías, carne seca, agua embotellada como lastre, una cámara, Coca-Cola, y una pistola de aire comprimido para controlar el descenso reventando los globos.
El plan era sencillo en teoría: elevarse lentamente soltando las cuerdas que lo anclaban al suelo y descender disparando a los globos para liberar helio, además de soltar lastre líquido. La preparación incluyó la inflada de los globos la noche anterior en el patio trasero, donde la policía local, sospechosa, fue engañada con la explicación de un supuesto comercial.
PUEDES VER: La historia real de los 'Amantes de Valdaro', dos jóvenes que fueron enterrados abrazados hace 5.000 años

El vuelo que desafió la lógica y las normativas aéreas en Los Ángeles
La mañana del 12 de julio de 1982, Larry Walters despegó con la intención de elevarse unos 90 metros, pero la realidad superó con creces sus expectativas. Su cuerda de seguridad se rompió y la silla ascendió rápidamente a casi 4,900 metros (16,000 pies), alcanzando una velocidad de subida de 240 metros por minuto. Durante el vuelo, disfrutó vistas impresionantes del océano, el Queen Mary y la isla Catalina, ignorando los pedidos de su novia para iniciar el descenso.
Al llegar a más de 4,500 metros, el frío y la falta de oxígeno complicaron la situación. Intentó controlar su descenso disparando a siete globos, pero una ráfaga le arrebató la pistola y perdió el control, ascendiendo aún más. Según la FAA, sin intervención, pudo haber llegado a 15,000 metros, un peligro extremo. Afortunadamente, el helio comenzó a escaparse lentamente, permitiendo su descenso hasta aterrizar cerca de cables eléctricos, donde estuvo a punto de electrocutarse.
Consecuencias legales y legado de la aventura de Larry Walters en el Smithsonian
La Administración Federal de Aviación (FAA) no tardó en reaccionar ante este insólito vuelo. Larry Walters fue multado con 1,500 dólares por operar una aeronave sin licencia y sin comunicación con la torre de control en un área de tráfico aéreo. La FAA evaluó que violó normas de seguridad, pero su hazaña atrajo la atención de los medios y el público.
Su historia trascendió los límites de Los Ángeles, apareciendo en programas televisivos como el de David Letterman, y se convirtió en un ícono de la aviación no convencional. Antes de su muerte, Walters donó la silla original “Inspiration I” al Museo Smithsonian en Washington D.C., donde se exhibe como un símbolo de audacia e ingenio.
























