Crece la amenaza del Tren de Aragua en América Latina mientras fracasan operativos, redadas y sanciones lideradas por EEUU
Pese a los esfuerzos de Estados Unidos por desarticular su estructura criminal, el Tren de Aragua sigue expandiéndose en América Latina y opera en al menos 8 países con redes de extorsión, narcotráfico y trata.
- Malas noticias para inmigrantes en EEUU: Trump busca eliminar programa social vital para este grupo de migrantes
- Redadas del ICE: agencia es acusada de tener en la mira a este grupo de inmigrantes en ciudad santuario de Massachusetts

La expansión del Tren de Aragua, una de las organizaciones criminales más peligrosas de América Latina, ha desafiado las estrategias represivas impulsadas por Estados Unidos y varios gobiernos de la región. Nacida en Venezuela, esta banda se ha fortalecido en países como Colombia, Perú, Chile, Ecuador y Brasil, aprovechando los vacíos de seguridad, las redes migratorias y la corrupción institucional para extender sus operaciones.
A pesar de los operativos, redadas y sanciones promovidas por agencias estadounidenses y fuerzas locales, el grupo continúa su avance. Según expertos en seguridad y analistas regionales, el Tren de Aragua no solo ha sobrevivido a los embates represivos, sino que ha mutado hacia una estructura transnacional más compleja y violenta. Su crecimiento preocupa a las autoridades, que reconocen las limitaciones actuales para contener una red delictiva tan flexible y adaptable.
TE RECOMENDAMOS
MÁS PERUANOS CONTRA FUJIMORI: LO QUE SE LE VIENE A KEIKO | LA VERDAD A FONDO CON PEDRO SALINAS
La estructura criminal del Tren de Aragua en América Latina
El Tren de Aragua se originó dentro de cárceles venezolanas como una banda carcelaria, pero en pocos años evolucionó hacia una organización delictiva con alcance internacional. Hoy en día, cuenta con células activas fuera de Venezuela que se dedican a delitos como el narcotráfico, la trata de personas, el secuestro y la extorsión. Esta expansión criminal se ha visto favorecida por la migración forzada de millones de venezolanos, lo que le ha permitido infiltrar comunidades vulnerables en otros países.
Las operaciones del Tren de Aragua en América Latina destacan por su brutalidad, su capacidad de intimidación y su uso de tecnología para el control territorial. Además, se ha documentado su vinculación con otras mafias locales, lo que incrementa su poder operativo y complica su desarticulación. Las autoridades de países como Perú, Colombia y Chile han reportado múltiples operativos contra sus miembros, pero el grupo sigue operando con fuerza.
PUEDES VER: Inmigrante venezolano huye de Texas tras ver a su hermano y amigos deportados por ICE a El Salvador

Fracaso de los operativos y sanciones de Estados Unidos
A pesar de los esfuerzos de agencias como la DEA y el Departamento del Tesoro de EE.UU., que ha impuesto sanciones a líderes del grupo y ha colaborado en operativos regionales, la influencia del Tren de Aragua no ha disminuido. El enfoque represivo ha tenido resultados limitados, debido en parte a la falta de coordinación entre gobiernos, la corrupción en fuerzas de seguridad locales y la poca capacidad institucional en zonas fronterizas.
Estados Unidos ha alertado sobre la creciente amenaza que representa esta organización, especialmente por sus vínculos con rutas de tráfico de drogas que afectan directamente su territorio. Sin embargo, hasta ahora, las estrategias centradas en detenciones y sanciones no han logrado frenar el fenómeno. De hecho, algunos analistas advierten que la presión policial ha forzado al grupo a fragmentarse y descentralizarse, lo cual lo hace aún más difícil de combatir.
Amenaza regional y necesidad de una respuesta coordinada
El avance del Tren de Aragua refleja un problema estructural en América Latina: la fragilidad institucional frente al crimen organizado. La falta de inteligencia criminal compartida, la escasa inversión en prevención y las respuestas centradas únicamente en la represión han favorecido la expansión de esta red delictiva.
Expertos en seguridad regional insisten en la necesidad de una estrategia coordinada y multilateral que combine acciones policiales, inteligencia conjunta, cooperación judicial y políticas de inclusión social para desarticular sus bases. Además, destacan que la impunidad y la corrupción son dos factores clave que explican su permanencia y arraigo en múltiples países.























