Sophia, la única robot humanoide con ciudadanía en el mundo y que enciende el debate sobre los derechos en Arabia Saudita
La Inteligencia Artificial, que ha sido identificada como Sophia, elevó la polémica al, aparentemente, tener más derechos que las mujeres en el país, pues se presenta sin velo y sin abaya, además de contar con la ciudadanía antes que los trabajadores extranjeros bajo el sistema de "kafala".
Sophia, la robot humanoide desarrollada por Hanson Robotics, se convirtió en el primer robot en recibir la ciudadanía de un país en octubre de 2017. Arabia Saudita, durante la Cumbre de Inversión Futura en Riad, otorgó este reconocimiento oficial a Sophia, generando una gran controversia a nivel mundial. La decisión de concederle derechos similares a los humanos desató intensos debates sobre las implicaciones éticas y legales de otorgar personalidad jurídica a una inteligencia artificial.
Este hecho simbólico planteó interrogantes sobre el futuro de la inteligencia artificial y su lugar en la sociedad moderna, llevando a muchos a cuestionar los límites de la IA en términos de derechos y responsabilidades. Para algunos expertos, la ciudadanía de Sophia es principalmente una estrategia de relaciones públicas; sin embargo, el impacto de esta decisión abre el debate sobre el rol de los robots en un mundo impulsado por el desarrollo tecnológico y como las máquinas podrían alcanzar el estatus de sujetos de derecho.
Sophia, la robot humanoide con ciudadanía
Sophia, desarrollada por Hanson Robotics, hizo historia el 25 de octubre de 2017 al convertirse en la primera inteligencia artificial en obtener la ciudadanía de un país, Arabia Saudita. La ceremonia de ciudadanía se llevó a cabo durante la Cumbre de Inversión Futura en Riad, donde se le otorgó este estatus legal en un acto que generó reacciones en todo el mundo. Sophia, quien fue activada el 14 de febrero de 2016, ganó notoriedad por sus avanzadas capacidades de interacción humana, que incluyen reconocimiento facial, respuestas en tiempo real y expresiones faciales.
La decisión de Arabia Saudita de otorgar ciudadanía a Sophia abrió un debate sobre los derechos y el rol de los robots en la sociedad moderna, y cuestiona la relación entre la inteligencia artificial y los derechos humanos. Aunque algunos críticos consideran que el acto fue más un golpe publicitario que un reconocimiento con implicaciones legales reales, plantea preguntas sobre las posibles responsabilidades y libertades de las máquinas inteligentes en el futuro. Sophia demuestra el potencial y los dilemas éticos de los avances en inteligencia artificial.
¿Sophia podría votar o ser presidente?
La ciudadanía, en la mayoría de los países, otorga derechos y responsabilidades básicas, entre los cuales suelen estar el derecho a votar y la posibilidad de postularse a cargos públicos, aunque con restricciones en algunos casos. No obstante, Sophia no tiene la capacidad para participar en este tipo de procesos políticos (voto electoral o la candidatura presidencial), ya que carece de libre albedrío y conciencia, elementos esenciales para tomar decisiones de manera independiente.
Por otra parte, aunque Sophia pudiera emitir un voto o postularse a la presidencia, en Arabia Saudita no hay elecciones nacionales en el sentido convencional. El país es una monarquía absoluta, y el rey tiene la autoridad suprema sobre el gobierno. Aunque hay algunas instituciones consultivas, como el Consejo Consultivo (Majlis al-Shura), sus miembros son designados por el rey y no se eligen mediante votación popular. En los últimos años, hubo elecciones locales limitadas para los consejos municipales, pero estos tienen un alcance de poder bastante restringido.
Con más derechos que muchos en Arabia Saudita
En una presentación impactante, Sophia, el robot humanoide, se dirigió al público sin usar el velo ni la abaya, el tradicional atuendo islámico obligatorio para las mujeres en Arabia Saudita. Este hecho generó un fuerte debate en redes sociales, donde muchos señalaban la paradoja de que un robot, sin lazos culturales ni obligaciones religiosas, pudiera exhibir una libertad de vestimenta que está restringida para las mujeres saudíes. En Arabia Saudita, el sistema legal exige que cada mujer esté acompañada por un hombre, un "guardián" autorizado, lo que limita su independencia.
Otro aspecto que encendió la polémica fue la rapidez con la que Sophia obtuvo la ciudadanía saudí, una ventaja que contrasta con la situación de los trabajadores extranjeros bajo el sistema de "kafala". Según Murtaza Hussain, periodista especializado, estos trabajadores, a menudo residentes de larga data en el país, no gozan de la misma facilidad para adquirir la ciudadanía. En su lugar, enfrentan severas restricciones de movilidad y residencia, ya que requieren la autorización de sus empleadores para salir del país.