Desde la caída de la URSS: 30 años de guerras que implicaron a Rusia
Han pasado 3 décadas desde la caída de la Unión Soviética. Actualmente, Rusia se ve enfrentado ante Ucrania con acciones que podrían desatar una guerra.
Desde Chechenia a Siria, incluso pasando por Ucrania, la Rusia de Vladímir Putin ha estado implicada en varias guerras desde la caída de la Unión Soviética en 1991.
El pasado lunes 21 de febrero, tras meses de tensiones, el presidente ruso dio la orden a su Ejército de desplegarse en las “repúblicas” separatistas de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania, horas después de haber reconocido su independencia.
Este anuncio alimenta el temor de una escalada en Ucrania, en cuyas fronteras Rusia dispone de más de 150.000 hombres, según Washington y Kiev (y hasta 190.000 contando a los separatistas).
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Dos guerras sangrientas en Chechenia
A fines de 1994, tras haber tolerado durante tres años la independencia de facto de Chechenia, Moscú hizo intervenir a su Ejército para controlar a esta república del Cáucaso ruso. Al hallar una encarnizada resistencia, las tropas federales se retiraron en 1996.
Sin embargo, en octubre de 1999, bajo el impulso del primer ministro Vladímir Putin, quien pronto sería elegido presidente, las fuerzas rusas volvieron a entrar en Chechenia en “operación antiterrorista”, tras una serie de ataques de los independentistas chechenos contra la república caucásica rusa de Daguestán y sangrientos atentados en Rusia, atribuidos por Moscú a los chechenos.
En febrero de 2000, Rusia retomó la capital Grozny, devastada por la artillería y la aviación rusa. En 2009, el Kremlin decretó el fin de su operación, y dejó tras estos dos conflictos decenas de miles de muertos en ambas partes.
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“Guerra relámpago” contra Georgia
En el verano boreal de 2008, Georgia lanzó una sangrienta operación militar contra Osetia del Sur, territorio separatista prorruso que escapaba al control de Tiflis desde la caída de la URSS y una guerra a principios de los años 90.
Rusia replicó masivamente enviando tropas a territorio georgiano y, en cinco días, infligió una severa derrota a esta ex república soviética. Los combates dejaron centenares de muertos.
Luego, el Kremlin reconoció la independencia de Osetia del Sur y de Abjasia, otra provincia separatista, y mantuvo, desde entonces, una fuerte presencia militar. Occidente denunció una ocupación de hecho.
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Conflicto en Ucrania
En 2014, tras el movimiento pro Unión Europea del Maidán y la huida a Rusia del presidente Viktor Yanukovich, Moscú anexionó la península ucraniana de Crimea, no reconocida por la comunidad internacional.
Movimientos separatistas prorrusos emergieron en el este de Ucrania, en Donetsk y Lugansk, regiones del Donbás fronterizas con Rusia. Se autoproclamaron las dos repúblicas, lo que generó un intenso conflicto armado con las fuerzas ucranianas.
Kiev y los occidentales acusaron a Rusia de apoyar a los rebeldes enviando hombres y material. Moscú desmintió y solo reconoció la presencia en Ucrania de “voluntarios” rusos.
El conflicto disminuyó en intensidad a partir de 2015 y la firma de los acuerdos de paz de Minsk.
No obstante, desde finales de 2021, Moscú llevó a cabo grandes maniobras terrestres, aéreas y marítimas en torno al territorio ucraniano, y desplegó hasta 150.000 hombres en sus fronteras.
El lunes, Putin dio la orden a su Ejército de desplegarse en las “repúblicas” separatistas de Donetsk y Lugansk, horas después de haber reconocido su independencia.
Los enfrentamientos en Ucrania han causado más de 14.000 muertos desde 2014.
Intervención en Siria
Desde 2015, Rusia está presente militarmente en Siria, en apoyo de las fuerzas del presidente Bashar al Asad.
La intervención militar rusa ha cambiado el curso de la guerra y permitido al régimen de Damasco obtener victorias decisivas, y recuperar el terreno perdido ante los rebeldes y los yihadistas.
Moscú tiene dos bases militares en Siria: el aeródromo de Hmeimim, en el noroeste del país, y en el puerto de Tartus, por el sur. Más de 63.000 militares rusos han participado en la campaña siria.