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Afganistán: cinco desafíos que enfrentan los talibanes en un país aislado diplomáticamente

La transición plantea un gran desafío para los insurgentes en un país desesperadamente pobre que arrastra profundos problemas sociales y políticos tras más 40 años de guerra.

La amenaza terrorista en Afganistán no se acabó con el fin de la insurgencia talibana. Foto: AFP
La amenaza terrorista en Afganistán no se acabó con el fin de la insurgencia talibana. Foto: AFP

Los talibanes ganaron la guerra y actualmente gobiernan Afganistán.

La transición plantea un gran desafío para los islamistas en un país desesperadamente pobre y aislado diplomáticamente, el cual arrastra profundos problemas sociales y políticos tras más de cuatro décadas de guerra.

Estos son los cinco principales desafíos que enfrentan los talibanes:

Desconfianza

Existen amplias y justificadas suspicacias entre los afganos sobre los talibanes.

La última vez que gobernaron, de 1996 a 2001, impusieron una drástica interpretación de la ley islámica, bajo la cual prohibieron el acceso de las mujeres a la educación y los espacios públicos, ejecutaron a sus adversarios políticos y masacraron a minorías religiosas y étnicas.

Esta vez, los talibanes prometieron una gestión más blanda que reconozca los derechos de las mujeres. Aunque en algunas partes de Afganistán se ha sentido un alivio con el fin de la violencia, muchos en el país dicen que lo importante son las acciones, no las palabras.

Mujeres, especialmente en las ciudades, temen salir a la calle y persiste al menos un brote de resistencia armada en el valle de Panshir, un tradicional bastión antitalibán.

Foto: captura de Twitter/@yamphoto

Foto: captura de Twitter/@yamphoto

Catástrofe humanitaria y económica

Afganistán es uno de los países más pobres del mundo. Luego de que los talibanes fueron depuestos en 2001, el país recibió gran cantidad de ayuda externa y esa asistencia internacional fue más de 40% del PIB de 2020.

La mayoría de esa ayuda ha sido suspendida y no hay garantías sobre el resto. Además, los talibanes no tienen acceso a los fondos del banco central afgano depositados en Estados Unidos.

La falta de fondos podría resultar desastrosa para los talibanes, que deberán ver cómo pagarle a los empleados del Gobierno y mantener servicios básicos como el agua, la electricidad y las comunicaciones.

La ONU advirtió de una catástrofe humanitaria debido a que sus reservas de alimentos están bajos a causa del conflicto y de una severa sequía.

Fuga de cerebros

Además de la falta de recursos, los talibanes enfrentan otra escasez: gente capacitada. Con la salida de las tropas estadounidenses y la pérdida de control del gobierno anterior, afganos con estudios, experiencia y recursos comenzaron a abandonar el país.

Entre ellos había funcionarios públicos, banqueros, médicos, ingenieros, profesores y universitarios, todos aterrorizados por la vida bajo los islamistas.

Los talibanes parecen estar conscientes del impacto que tal fuga de cerebros tendrá sobre la economía afgana. Su portavoz urgió a los afganos capacitados permanecer en el país, que necesita de profesionales como médicos e ingenieros.

Atentado en Afganistán

El principal portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, durante una rueda de prensa en Kabul el 24 de agosto. Foto: AFP

Aislamiento diplomático

El primer Gobierno talibán fue en gran parte un paria en el escenario internacional. Esta vez parecen interesados en obtener amplio reconocimiento internacional, aunque muchos países han suspendido o cerrado sus misiones diplomáticas en Kabul.

El grupo mantiene contactos con potencias regionales como Pakistán, Irán, Rusia y China, así como Catar, que albergó la oficina política de los talibanes durante años. Pero ninguno de ellos los ha reconocido, y Washington dijo que tendrán que ganar su legitimidad.

En una aparente señal de la división sobre cómo tratar a los talibanes, China y Rusia se abstuvieron de votar una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que urge a los islamistas permitir la salida de afganos.

Amenaza terrorista

La amenaza terrorista en Afganistán no se acabó con el fin de la insurgencia talibana. Sus rivales yihadistas, el capítulo regional del grupo Estado Islámico (EI), ya realizó un ataque suicida en Kabul que dejó más de 100 muertos en el aeropuerto durante el operativo de evacuación.

Los talibanes y EI son extremistas sunitas, pero el segundo hace una interpretación aún más rígida de la ley islámica. EI ha dicho que seguirá combatiendo en Afganistán y en sus declaraciones se refiere a los talibanes como “apóstatas”.

Así, los talibanes enfrentan una inversión de papeles: deberán defender a la población afgana del tipo de ataques que durante años realizaron sus propios combatientes.